jueves, 13 de mayo de 2010

Humor en Cuba, por PP Pelayo

El amigo PP Pelayo, en su blog, publica una breve semblanza de los primeros años de “La Seña del Humor de Matanzas”, para poner algo de luz en esa parte de la cronología de lo que constituyó una nueva manera de hacer humor escénico en Cuba y que, por reciente (¡cuánto daño sigue haciendo Gardel!), aun conserva los empecinados lados oscuros de las cosas que se resisten a morir (que es lo que sucede cuando algo pasa a formar parte de la historia).
Lo está presentando por entregas (ya va por la segunda) y, tanto en sus entradas como en los comentarios que suscita, se va delineando el perfil de ese momento en que la escena humorística cubana sufrió una transformación.

Argumenta PP Pelayo el por qué de sus artículos:

Me di cuenta que existían pequeñas lagunas en la Historia de esos años y que algunos escribían esa Historia a su conveniencia, tergiversando la realidad a su antojo, sin contar otros chanchullos, típicos del ser humano, que han deformado muchas cosas.
Entonces el motivo de estas líneas es, obviamente, aclarar ciertos puntos en la Historia del humor escénico cubano entre los años 1984 y 1991. Años que viví con mucha intensidad como humorista en La Isla. Insisto: sólo me referiré a esos años y a esa manifestación artística, porque fui testigo presencial. Lo que sucedió después de septiembre de 1991 sólo lo sé por lo que me han contado, porque desde esa fecha he vivido en Santiago de Chile y no tengo derecho a “meter la cuchareta” en esa otra Historia
.”


La tempestuosa juventud que padecía yo en aquellos años me impedía observar, con la perspectiva apropiada, lo que a mi alrededor se iba cocinando. Vivía, sin mirar hacia atrás, pero tampoco hacia delante. Y consumía todo lo que aquel bosque de creatividad y amor que era La Seña del Humor, generaba. Por eso mis recuerdos de aquellos años son un caos total. No es que no existan, es que no consigo hacer coherente cada recuadro, cada viñeta que se me antoja lo vivido. Como un sueño, intenso y eterno, pero un sueño de otro al que me han permitido entrar para que conozca la felicidad.

Les dejo un par de fotos.
En la primera, encima, el Dúo “Violín y Silvestre”, mi guitarra y yo junto al genial músico y violinista Pedro Alfonso, en el Teatro Nacional de La Habana, durante el número de La Seña "El Hombre y su Instrumento".
La segunda es una reseña en la prensa de nuestra participación en un festival del humor, pero, considero ese recorte una “joyita” porque en él se puede leer el titular de la noticia que publicaban debajo de la que hace referencia a nosotros. No se lo pierdan.
Hagan clic en las imágenes para verlas ampliadas.

Les invito a que visiten la web de PP Pelayo y lean los artículos y comentarios. Y si alguien tiene alguno o un recuerdo, una foto, una denuncia, un chisme que aportar, ruego no se lo calle, pues la memoria suele ser traicionera cuando uno es tan joven aún, como Pelayo y Aramís Quintero, los principales instigadores de las revueltas generadas en las maneras de hacer humor escénico en Cuba gracias a ese hijo que engendraron junto al entrañable Moisés Rodríguez y que se llamó La Seña del Humor de Matanzas.

(I Parte) Algunas puntualizaciones sobre la historia del humor en cuba, durante los años 80.

(II Parte) Algunas puntualizaciones sobre la historia del humor en cuba, durante los años 80.

jueves, 6 de mayo de 2010

EL POEMA

Luego de tanto tiempo alejado del blog quiero retomar esta relación con un poema, el único poema "de otro" que me sé de memoria. Eso es todo un detalle, pues mi memoria es tan mala, falsa y traicionera como las mujeres en los boleros de victrolas.

Este es, para mí, EL POEMA. Desde él se resolvieron muchas de aquellas insolentes conjeturas estéticas y filosóficas que intentaban hurtarme las brujas asesoras del gran cacique y secuaces que reinaban y aún en la isla. Conjeturas cuya ausencia de solución, por otra parte, me auguraban un futuro de "hombre nuevo" en el que creí adentrarme durante algunos años y hacia el que orienté toda mi juvenil energía.
(No he conseguido dejar de imaginarlas, a las brujas, parapetadas tras la "joven poesía revolucionaria" con que a mansalva bombardeaban mi rusticidad cada instante cada día)

 


Es de Machado este poema total, poema thriller que, como las más espléndidas películas de mi memoria (sí, esa misma), lo tiene todo: vida, muerte, miedo, suspense... y sorprendente happy end.

Las dudas que pudieron quedar en mí, tras conocer estos versos, las solventó poco después un voluminoso poemario de Pessoa que me propinó un nocaut absoluto del que jamás he querido recuperarme.

Antonio Machado y Fernando Pessoa, no en ese orden, bastan para contar al Hombre.

 



Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...

... ¡Mi hora! —grité— ... El silencio
me respondió: —No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.