lunes, 21 de diciembre de 2009

Dónde están los caballos

Conocí a Lázaro Horta porque Dios tuvo el detalle de hacernos crecer en el mismo barrio, con los mismos amigos, las mismas novias y el mismo extravagante capricho de querer hacer música. Aunque a estas alturas aún no sé si lo hemos logrado, nadie puede decir que el intento no se ha hecho. Lázaro, que al principio cargaba un acordeón que nunca supe de dónde salió, no ha podido levantar jamás las manos de las teclas desde el día que tropezó con un piano.
Recorrimos juntos millas y millas de sueños, música, risas y alguna memorable discusión de la que salimos ilesos gracias a su nobleza, su cariño y su talento para saber estar. Y fuimos inseparables durante muchos años. No existía el aire, el agua, ni el tiempo, pues todo lo que respirábamos y bebíamos en aquel eterno instante en el que estábamos detenidos era música, música, música. Años después supe que en los provincianos pasillos de la maledicencia se murmuraba que ¡éramos novios!.. No era para menos, ¿puede alguien creer que dos tíos anden juntos las 24 horas del día sólo en la tontería de la música? Y, horror, ¿qué no habrá pasado por aquellas cabezas y lenguas cuando cierto día nos dimos de bruces con el genio, el ingenio y el violín de Pedrito Alfonso y comenzamos a ser Trío en nuestra apasionada orgía musical?

Ha pasado mucho tiempo y, salvo el espacio físico que existe hoy entre nosotros, todo en el alma se mantiene intacto.

Esto no es una entrevista como merece el cantante preferido de mi ausente y dulce madre. Apenas tocaré algunas cuestiones para que Lázaro Horta, con quien no he vuelto a hacer un concierto desde hace más de 15 años,
nos dedique un rato
y nos cante el cuento
de esos tantos cantos
que de cuando en cuando
unos cuantos tembas
tontos como antaño
recordamos tanto...

- La primera pregunta que surge es una que hace más de 40 años me estás haciendo tú a mí: “Rubencito, ¿tú nunca vas a cambiar?”. Pero no te la voy a responder porque hoy, aquí, el que pregunta soy yo.
Pero, claro, mijo... cada vez que me miro al espejo me sorprendo lo pa’ bajo que va todo. Te confieso que hago mis rutinas de ejercicios para detener el impacto de los cambios físicos que ha hecho el tiempo en mí. Ahora, si me miro por dentro, créeme que la transformación interior ha sido enorme. Tengo menos miedos y eso me ayuda a enfrentar la vida con lo que trae día a día. Ya sé orar y ha crecido mi fe y todo eso hace una gran diferencia con aquel muchacho inseguro que recuerdo. Si, Rubén, he cambiado compadre, el reto diario es en hacerlo notar.

- Preséntate.
Lázaro Horta, hijo de Mario Luis Horta y Migdalia Vento, oriundos de Matanzas, Cuba. Me crié en Pueblo Nuevo, un barrio cerca del Río San Juan. Estos detalles aparentemente insignificantes hacen la diferencia (me diferencian) de quién podría haber sido si hubiera nacido o me hubiera criado un poco más al norte, en la ciudad de West Palm Beach, Florida, en Los Estados Unidos…Mi Padre se cuestionó en los años 60, como muchos cubanos, si valía la pena permanecer en Cuba después de que el desgobierno cubano le quitara la pequeña bodega que tenía para sustentarnos, y mi mamá fue la que dijo que no lo seguiría. Todo esto me define como cubano, matancero y guajiro, porque tampoco nací en la capital, ni siquiera en el segundo piso del Vedado, como dicen por acá. Así que canto en español, digo malas palabras por mi ascendencia española y hago alardes cuando juego al dominó con mis amigos… ¿Qué más me puede definir?

- ¿Adónde fue a parar aquel acordeón?
Papi se apareció un día con el acordeón más grande del mundo. Yo tenia 9 años y lo había conseguido dando a cambio una goma de su viejo Chevrolet. Ni te digo lo emocionado que estaba. Fue el instrumento que me dio la posibilidad de hallar mis primeros acordes y componer algunas descanciones con letras de rompe y rasga que yo creía que eran las mejores del mundo, por lo menos eso decía mi abuela. Ahora mi viejo acordeón permanece arriba del escaparate de la casa de mi madre, como una reliquia intocable del que fuera el primer instrumento que tocó “mi hijo”, como suele llamarme Migdalia para celo de mis hermanos. Se ha reducido, empequeñecido por el paso de los años y ahora resulta casi increíble que en aquel tiempo yo casi no lo podía cargar. Gracias, Papa, no te olvido entrando por la puerta de casa con aquel acordeón rojo.

- ¿Cuantos años llevas tocando el piano?
El piano vino porque la batería me tenía aburrido. Eso fue en la Escuela de Artes de Matanzas. Yo estudiaba percusión, pero siempre estaba en los cubículos de piano. Recuerdo que una de las primeras canciones que intente aprenderme era aquella que decía…"En cada cuadra un comité, en cada barrio, revolución"…Era lo que escuchaban los muchachos de otros niveles de música en la escuela; así que en lo que va y viene le estoy dando piñazos al piano por lo menos hace 39 años…!coño!.

- Recuerdo discos de vinilo y enormes libros repletos de partituras con música de Barry Manilow, Billy Joel, Michael Legrand. Dos preguntas: ¿Cómo llegaron aquellos libros a Cuba, a tus manos? ¿Te sirvieron de algo, aparte de marcarte como un joven con ciertas “debilidades ideológicas”?
Jejeje…En aquellos tiempos nosotros no concebíamos no pertenecer a la Juventud comunista y defender con gritos y aspavientos, como buenos cubanos, aquella cosa en la que nos habían formado, por lo que cuando vinieron los primeros cubanos de “la comunidad” yo tocaba en un combo que se llamaba “Los Tigres 76”…ese nombre se lo puse yo, para que quede claro. Cantábamos canciones de Los Pasteles Verdes, Los Iracundos y alguna que otra canción de José Valladares (sin comentarios), aquí es cuando me atrevo a decirte, “Rubén…Coño, algo he cambiado no”…En el combo teníamos a un baterista que era el dueño de los instrumentos y con el había que morirse porque sino…”me llevo la pelota”…Este tenía una prima “gusana” que trajo unos libros y discos de artistas norteamericanos que yo conocía cuando escuchaba la WQAM con los radios rusos y aquello fue la revolución cultural del combo. Me aprendí las canciones de Barry Manilow y de Billy Joel y los amigos nos decían que nosotros las tocábamos mejor que ellos..!Ay!, si no fuera por los amigos…Recuerdo al grandísimo músico cubano Oriente López en el Teatro Hubert de Blanc mirando los acordes que le estaba bajando al piano y una vez más agradecí a los yumas poder alardear de mis habilidades con los libros del enemigo.

- ¿En qué momento se coló en tu vida esa cosa “tan ajena”: la música tradicional cubana?
Un día estaba a la salida de mi escuela y conversaba con el presidente del Taller Literario que después resultaría ser uno de mis mas grandes amigos, el Señor Alfredo Zaldívar, y este me instaba a que montara algo de Barbarito Diez. Yo no pude hacer otra cosa que reírme e inquirirle que yo no iba a cantar canciones de ese viejo parao’ como una estaca, aburrido y otras porquerías más que se me ocurrieron en aquel momento. La ironía de la vida, que a veces tarda mucho tiempo en revelarse, hizo que en mi primer disco producido, arreglado y cantado por mí hallan cuatro canciones que inmortalizara la sin igual voz de Barbarito…Fue un proceso de reconocimiento que vino también al codearme con personajes como Rubén Aguiar que le metía a la trova en la misma costura y me enseño de primera mano a la guitarra en la pequeña sala de su casa en San Vicente, Pueblo Nuevo, la sutileza de canciones como Longina, La Tarde, Perla Marina y otras tantas que impactaron para siempre mi modo de seleccionar lo que quiero cantar…si no están a esa altura…que las cante Alfredito Rodríguez, un icono también de nuestra cultura cubana. He dicho.

- Cantaste, como casi todos, mucha “nuevatrova”. ¿Aportes? ¿Desengaños?
Todo, absolutamente todo forma…No provengo de una familia culta, ni de intelectuales, ni de clase media, por lo que todo ha devenido en un esfuerzo por encontrar “la forma” de formar de la mejor manera posible mi vocación por la música y el decir. La difusión mediática de aquellos años en que los Beatles estaban prohibidos y que Julio Iglesia y los Formulas Quinta eran los reyes de la radio, y que la música más cercana a lo tradicional que se escuchaba era un programa que mi madre oía cuando “cosía para fuera”, con los éxitos de las películas mejicanas cantadas por Pedro Infante, Jorge Negrete, entre otros, hizo que yo repitiera lo “popular”. Me encantaba cantar aquello de …”Hipocresía, morir de sed teniendo tanta agua”…Pero, bueno, Rubén, si he cambiado, compadre…La nueva trova fue el despertar, el descubrimiento de una manera diferente de expresarme en la palabra cantada. Pablo Milanes, Silvio Rodríguez, Noel Nicola y tantos otros que impactaron de manera definitiva mi universo comunicativo dieron al traste con lo que de alguna manera trato de ser ahora cuando canto o compongo alguna canción…trato de imitarlos, son una referencia ineludible de mi formación musical. No, ningún desengaño relacionado con la música porque es de lo que estamos hablando. No me desviaré del tema señalando a que Partido Político están afiliados estos autores. Quiero despertar en el siglo XXII y recordarlos sólo por canciones como Yolanda, Te Perdono o Rabo de Nube…Lo demás, créeme que no me aporta…Por cierto, no recuerdo cual era el nombre del Emperador o Rey de Austria cuando Mozart compuso sus monumentales conciertos y Sinfonías.

- Eres, también, compositor, arreglista, productor. ¿Alguna preferencia?
He tratado en la música hacer un poco de todo y créeme que aunque lo disfruto lo he tenido que hacer para sobrevivir. Me hubiera gustado más dedicarme por entero a cantar, respaldado por un grupo musical donde el pianista fuera Julio Font ( Matancero que vive en Paris), por Danny Aguiar en el bajo y haciendo únicamente para mí los arreglos de mis canciones (Matancero que vive en Madrid), en la batería Tavera (Matancero que vive en Canadá), en el violín, el monstruo de los monstruos, Pedro Alfonso (Matancero que vive en LaYuma) y nutriéndome de canciones de Rubén Aguiar (Matancero que vive en España), Raúl Torres (Matancero que vive en el mundo), Frank Pablo Laucerica (Matancero que vive en Miami ), y así. El extra que le pongo a mi condición de cantante son intentos que distan mucho (y no lo digo por modestia) de lo ideal que hubiera sido todo para mí si no anduviéramos de parias por el mundo.
Preferencia?...Un concierto con todos ustedes en el Teatro Sauto y viviendo de esos talentos que Dios nos ha dado y que lamentablemente nuestro país no ha sabido (en presente) retener.


- Has sido líder de agrupaciones vocales. Cuéntame del Cuarteto Kairos.
Kairos es uno de los grupos que más satisfacción me ha dado en mi carrera. Fue mi primera relación con los negocios de Dios, que siempre son buenos, aunque tú necesariamente no lo seas y créeme que hay una gran diferencia. Fue el comienzo de mi relación con Jesús de Nazaret, que perdura. Con el grupo probaba mis arreglos vocales, mis canciones. Era un taller donde aprendí un poco de todo, que me ha servido para continuar insistiendo en ser un instrumento en las manos de Dios para dar un mensaje a través del talento que Él ha depositado en mí. A veces llego a la Iglesia (donde sirvo y trabajo para Dios) aburrido, obstinado, con sueño y sin ganas de cantar, y resulta que cuando termina el servicio lo que menos espero es que alguien se me acerque y me diga…- No sabes, Lázaro, cuanto me ha emocionado tu canción, cuánta carga negativa he soltado hoy gracias a tu interpretación. - Reconocer que Dios te usa a pesar de ti es de una satisfacción sin limites. En eso estoy.

- ¿Te interesa aún el trabajo coral? ¿Algún viejo sueño en el trastero?
Hace como dos semanas me llamó de Canadá un director de Coro que tenía en su poder un Aleluya que compuse en Cuba hace ya varios anos y que estreno el Grupo Kairos. Fue una sorpresa y aun mayor cuando me envió un cheque por eso, y dije…Aleluya yuya. Estoy en la inmediatez del diario vivir, lo que quiere decir que arreglo para voces y las uso en mis propias producciones. En mi disco Mi Herencia Cubana le hice un arreglo a voces, a manera de introducción, a la romanza de Gonzalo Roig dedicada a Matanzas y a Dulce Embeleso de Miguel Matamoros. Ahora acabo de terminar una canción de Julio Font que se titula “Te amo” a la que le añadí ocho voces cantadas todas por mí. Hay que ahorrar gastos. Este capitalismo no es fácil.

- Qué prefieres ¿cantar o tocar el piano?
Ha pasado el tiempo y ya una cosa está estrechamente vinculada a la otra. Ahora tengo el poder de rubatear donde me da la gana, cambio los acordes, manipulo el tiempo, la melodía la estiro. Es bastante cómodo hacer esto y no depender de un instrumentista con el cual tienes que ensayar, que es el caso también de acompañar a un cantante, por lo que si de preferencia se trata me quedaría con esta dualidad.

- Un hijo actor y otro ya estudia en una escuela de música. ¿Hubieras deseado para tus hijos otra profesión?
Qué te puedo decir…Nunca he pensado seriamente en “qué es lo mejor para mí que mis hijos sean”. Creo que es de un egoísmo desmedido y morboso. Cuando Aniel ( Mi Príncipe Mayor) empezó a ir a Talleres de Teatro me pareció fantástico, porque sé que no tenia condiciones musicales y míralo ahora, es actor de uno de los Grupos de Teatro para niños más prestigiosos de Cuba y el mundo: Las Estaciones. Lo de Gabriel, se pasó de liga con la musicalidad. Yo solía jugar con él cuando tenia tres o cuatro años, a repetir melodías y siempre me dejaba pasmado hasta que él se aburría de repetir y me decía….”Papa, is my turne now”….entonces me tocaba a mi repetir lo que él inventaba. Ojalá que alcancen la felicidad tan grande que me ha dado a mí encontrar en la música una manera de vivir y ser.

- Profesor, dibujante. ¿Si no fueras músico?
Pintor. Mi gran amigo Yovani Bauta se aterrorizó cuando vio en mi casa una pintura hecha por mí. Yo diría, como Nerón…No saben qué pintor murió en mi aquella tarde.

- Tu disco Mi herencia cubana (Colibrí Récords, 2006) ¿es el final de una etapa ó un nuevo punto de partida?.
Pretendo continuar con Mi herencia Cubana y llevarla a dos proyectos más donde abarcaré la etapa del bolero, la canción propiamente dicha, el feeling y después una última donde estarán mis canciones y la de mis contemporáneos y ahí estas tú de lo que no hay remedio. Esta trilogía musical será un resumen de todo el repertorio tan ecléctico que he estado cantando todos estos años y que estará organizado de esta manera.

- El exilio, ¿lección o bendición?
Fue la decisión más difícil de mi vida y la mejor. Todos los días me levanto con un sueño realizable donde lo único que me limita soy yo mismo y eso…es bueno.

-Para el hombre: ¿Matanzas o Miami? ¿Cubano o Americano?
Tengo una banderita delante de mi computadora que si la volteas por una parte esta la bandera cubana y por la otra cara la bandera de Los Estados Unidos. Cuando me levanto y me siento a trabajar me pregunto, - ¿Cómo te sientes hoy?”... en dependencia de cómo anda mi estado de ánimo viro la bandera. Hoy, no sé por qué extraña coincidencia, está por el lado cubano. Debe ser porque debía recordar algunas cosas de mi vida pasada que abarcaron 38 años viviendo en Matanzas, Cuba. Llegar, por otro lado, a los 48 y sentirme tan orgulloso de este país que me hizo un ser humano auténticamente libre, de espíritu y de acción!... Cuba es y será mi eterna referencia emocional y Matanzas un refugio al que volveré cada vez que visite a mi Madre en Pueblo Nuevo... ¿Te había dicho que Miami es la ciudad más linda del mundo?

- ¿Para el músico?
Para el músico, música. Bendita música, citando a Serrat.

- ¿Algún proyecto inmediato?
Mañana voy a ver si tengo deseos de seguir haciendo un arreglo que me encargaron y que no me gusta para nada, pero me pagan.

- Regálame alguno de tus famosos despistes.
Mi fama entre mis amigos no es precisamente como buen músico ni mucho menos. Lo que más los hace recordarme son mis repetidos despistes y los cuentan a manera de chiste en las tertulias que organizamos. El que más le gusta contar a mi hermano es el del día que estábamos comiendo en el restaurante “La Carreta” ( símbolo culinario de la comunidad cubana en el exilio) y se me acercaron dos muchachas y una de ellas con evidente alegría me dice:

- ¡Lázaro Horta!

Yo, al ver tanta muestra de cariño y sin reconocer a la exaltada muchacha, me levanté de la mesa, le di un beso y le dije:

- ¡Oye!, ¡qué bueno verte¡ - Evidentemente fingiendo que la conocía.

Yo trataba por todos los medios de hallar una pista que me condujera a la ubicación de esta persona; busqué desesperadamente en los archivos de mi memoria, pero la conversación se tornaba cada vez más intrincada y no lograba dar pie con bola de con quién estaba conversando tan animadamente.

Mientras tanto, sentía una incomodidad en la mesa donde se encontraban mi hermano y Ernestino (viejo y gran amigo). Después supe que, a mis espaldas, hacían apuestas de que yo no recordaba quién era la muchacha.

- Veinte dólares a que no sabe quién coño es. Decía mi amigo conocedor de mis despistes.
- No chico, no puede ser que él no se acuerde, si fíjate cómo le habla. - Ripostaba mi hermano, en mi defensa.

De pronto, una luz en mi mente y le dije raudo y sin pensarlo más:

- Oye, ¿y tu hermana la que toca el chelo?

Ella abrió los ojos, después los cerró y, poniendo cara de asombro, me dijo:

- ¡Lázaro Horta!, la que toca el chelo soy yo. – Exclamó, casi gritando.

Nos tuvimos que ir del restaurante sin comer porque a mi hermano y a Ernestino les dio un ataque de risa que no pudieron contener y aun más cuando vieron mi cara de circunstancia al tratar de enmendar mi equivocación con infructuosos esfuerzos que empeoraron la situación.


- De un viejo correo tuyo, donde me contabas algunos de estos despistes y otras anécdotas, elijo la última, justo para cerrar diálogo.

!Autosuficiente yo!

Recuerdo mis años en Cuba y aquella energía de mi adolescencia junto a amigos con los que compartía los mismos deseos de escalar la montaña del éxito artístico. Nos creíamos los mejores y para nosotros estábamos inventando todos los códigos musicales de nuestra época, sin competencia, desarrollando un ego difícil de superar.

El tiempo se encargó de ponerlo todo en su justo sitio y bajarnos los humos que habíamos adquirido a través de los años por nuestra ingenuidad e inmadurez.
La llegada a Miami se encargó de sepultar para siempre algún rastro de la otrora autosuficiencia.

Mi hijo Aniel se graduó de actor en La Habana y estoy orgulloso de lo que logró por sí solo sin la ayuda de nadie; ni siquiera hice una llamada telefónica a ninguno de mis influyente amigos del medio artístico para que “le tiraran un cabo”. Todo lo hizo por si solo y creció como hombre en todo ese tiempo.

Mi otro hijo, Gabriel, tiene 12 años y es ocurrente para expresarse. Vive en Atlanta y ha resultado tener evidente talento para la música. Desde muy pequeño ya jugábamos a los intervalos musicales de manera que yo le decía:

- Gabriel, ahora repite después de mí. Y le cantaba un intervalo musical.

Así sucesivamente el repetía con asombrosa precisión y yo le iba complicando la melodía hasta que me paraba y me decía:

- Now, It’s my turn papá.

Entonces cambiábamos los papeles de alumno profesor.

Hace poco vino de visita a mi casa de Miami y me propuse grabar dos canciones con él, para tenerlas como recuerdo de familia. Luché mucho para convencerlo y finalmente me dijo que sí, con la única condición de que no se la enseñara a nadie.
Le prometí, con los dedos cruzados en mi espalda, de que así sería y empezamos a hacer la maqueta con los instrumentos para después finalmente ponerle la voz.

Elegir las canciones fue una tortura china. Yo trataba de influenciarlo con algunas propuestas que me parecían idóneas para su voz, pero él permaneció firme en su decisión de cantar las canciones que ya previamente había elegido. Así que trabajé en uno de los arreglos y se lo mostré para saber su opinión.
Lo oyó muy seriamente y me dijo una palabra en inglés que no necesitó traducción dada la cara que puso cuando la dijo. Pude deducir que, para él, el arreglo no tenia ¡swing!.

- Es solo un demo para nosotros, Gabriel, please.

- Ok, go. Me dijo, muy americano él.

Empezamos la grabación y les digo con mucho orgullo que hizo una toma de voz perfecta. Yo lo miraba asombrado y erizado y al final le di un beso emocionado y lo abracé fuertemente.

- Gaby, !que bien lo has hecho hijo mío!. Le dije eufórico.
- Si. Me dijo desinteresadamente.

No obstante, quise ser perfeccionista y le dije presuroso:

- Gaby, qué te parece si repetimos esta frase para que te salga mejor, si?

Miró sus zapatos, relajó los hombros como cansado, alzó los ojos a mí y me dijo profesionalmente:

- Déjame escuchar y te digo si tengo que repetir.

!Autosuficiente yo!? ¿Se habrá cumplido aquello de que “de tal palo tal astilla?”

Todavía llamo a mi amigo de la vida Rubén Aguiar y cuando sale al teléfono le digo:

- Por favor, ¿hablo con el mejor compositor del mundo?

A lo que él me responde:

- Sí, por supuesto. De seguro hablo con el mejor cantante del mundo.

...

Aunque Lázaro no lo crea, según mi propia teoría de probabilidades, no es disparate pensar que quizás uno de los dos esté equivocado en su apreciación.
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“Dónde están los caballos”, es tema de la autoría de Lázaro Horta, dedicada a su padre enfermo de Alzheimer.



martes, 8 de diciembre de 2009

Versos Vandálicos

I
Una niña escribe unos versos en la pared de un edificio de la administración del estado. Son versos de amor:


“ERES BESO, DELICIOSO.
DE LOS QUE SABEN AVELLANA,
A RUISEÑOR Y A CACAO”



Alguien, que probablemente no entiende de versos, de niños ni de besos, quien quita que hasta ni de avellana y cacao (lo de “ruiseñor” ya es francamente agresivo), alguien ve un posible delito y llama a la policía.
Llega la policía y comienza a levantar acta del suceso:



Cuenta una ovejita que el policía, observando la prueba del delito, inquiere a la niña:
- Eso que has escrito... ¿se te ha ocurrido a ti?
- Sí, señor, son unos versos míos...
- Ummm...
Cualquiera que lo observe puede pensar que el policía duda, conmovido ante la belleza o la madurez del delito. Pero no, el representante de la ley sólo hace su trabajo. Sucede que él es apenas velador de esa ley y por tanto desconoce ciertos matices; y lo sabe. Digamos que se decía:
“¿Cuántos otros delitos puede estar cometiendo esta chica? Porque, la pintada es un claro delito, pero... una niña enamorada puede que sea también un delito. Aunque, una niña que dice cosas como esas no parece tan niña. Delito no es ser niña. Delito tampoco es decir cosas como esas. Entonces: Delito es que una niña diga cosas como esas. Uf... En cualquier caso hay que elegir sólo un delito: ¿la pintada, los versos, la niña... el ruiseñor o la ovejita?”.
Venga, ponemos en la multa la pintada y nos guardamos los versos y la niña como pruebas.



...alto, alto, alto... La mira de nuevo. Efectivamente, no parece tan niña.
La ovejita no sabe si fue el policía o si quien redactó el informe o su secretaria. El caso es que hubo un error en el informe:



Listo, un simple número cambiado en la fecha de nacimiento y ya nos hemos quitado de encima a la niña, sus versos y los dos bichos.



El error en la fecha de nacimiento equivocada ha provocado que a María se le considere mayor de edad y se le siga el expediente por los juzgados ordinarios y no por el juzgado de menores.
Por eso está citada




acusada de:




(sólo quedó el delito) Actos Vandálicos. Así, con esdrújula: vandálicos...
Anda, ¡eso sí que es un delito! María, la niña, la ovejita, que mucho sabe de la palabra, no se iba a andar con melindres en su primer delito literario.

Hasta aquí la anécdota. Que es sólo un pretexto para lo que verdaderamente me interesa: presentar a María. Ove para quienes la siguen en su blog Reflexiones de una ovejita.
Seré breve porque nadie habla mejor que Ove de María.


II
En Cuba solemos presentar a las señoritas en sociedad cuando cumplen 15 años. Las vestimos de princesas con los mismos trajes con que después se vestirán de novias. Y las hacemos cargar, durante siglos y siglos de indescifrable sonrojo, con unas enormes fotos repletas de poses provenientes del mejor o el peor kitsch (en cualquier caso siempre intenso) heredado y reciclado en el inagotable laboratorio de nuestra imaginería tropical.
Pero, María es gaditana, andaluza, española. Llevo algunas semanas pensando un traje para ella. He descosido y vuelto a coser varias veces un barroco soneto lleno de vuelos que nada tendrían que envidiarle a aquellos trajes y poses que refería. Pero no consigo estar a la altura. Porque, aunque ya María tiene 15 años, cumplidos en septiembre, tenía apenas 11 meses cuando la conocí. Porque la he visto creciendo desde cierto rincón de mi pecho. Y por estas otras razones que aquí resumo.

Yo salí de Cuba rumbo a mi hijo en 1995, pero Dios tenía otros planes para mí: me había reservado una familia cinco estrellas, una suite que entonces integraban María, sus padres Pepa y Antonio y sus tíos Monte y Fali. Un lujoso rincón lleno de amor y poesía en una apartada barriada, cerca de Cádiz, cuyo incalificable nombre, Meadero de la Reina, servía de tapadera para el lavado de todos los desgarros, las tristezas, las rabias y las fobias que oscurecían la fugitiva piel de mi alma. Un inmejorable taller en el camino donde reparar los averiados sueños que traía de la tierra de la que había sido expulsado.
Ellos consiguieron que yo me reuniera con mi esposa menos de dos meses después. Ellos fueron nuestra cama, nuestros manjares y nuestra canción del primer exilio. No tengo tiempo de vida suficiente para poder agradecerles. Desde entonces, siempre que hablo de mí, de mi familia, de mis amigos, de mi vida y mis canciones, estoy hablando también de ellos, hoy mejor iluminados aún con la incorporación de esas tres inquietas luciérnagas llamadas Montesita, Andrea y Julieta.

Finalmente, he preferido que hable María. Les adelanto algunas de las piezas de su traje, escogidas al azar y sólo como leve señal de llamada para que visiten su blog y disfruten con esta excelente escritora y poeta de vandálicos versos y sorprendentes modos literarios que es María Hermida Carro, Ove.

Reflexiones de una ovejita.


Yo soy una principesa. De castillo ausente, princesa coronada, séquito artrópodo y espada de filo tan cortante como las buenas palabras. Sí, eso soy. Una caballero perdida en el siglo equivocado. Una guerrillera sin armas y sin caballo.


Una advertencia.
Cuidado con el corazón: cuando entras al blog de una niña de 15 años no esperas encontrar a Nat King Cole cantando “Fly me to the moon” como nadie ha podido interpretarlo nunca.

Acerca de su blog. CadizTotal.com
En ese trocito de red se puede encontrar con facilidad cada uno de los detalles que me hacen persona. Puedes encontrar mis manías, mis dolores, mis necesidades, mi música (que es una parte importante de mis definiciones personales) y si se busca bien, se puede identificar a las personas que realmente me hacen falta.
Y todo esto, al final, para dejar clara la idea de que hay pocos poderes más absolutos que el de la palabra
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El día que cumplió 15 años. Fivetheen:
Atención, vida. Porque comienzo por la puerta grande. Dejo de ser tan niña para serlo solo un poco. Me muero por morderte al cuello y dejarme seducir por todos los olores que quieras mostrarme. Se me echan encima los años vertiginosos, en los que tendré afrontar cambios que en realidad no quiero ver. Pero entro, decidida, porque me has despedido de los anteriores con mas dulzura de la acostumbrada.


Cuando aún tenía 13 años. Peter Pan

¿¿A quien no le entro nunca el complejo de Peter Pan??
...Cuando te das cuenta de que la magia se esta perdiendo, de que el amor no mueve planetas, de que los valores quedaron anticuados y lo modernos es rompernos unos a otros las ganas de vivir. Cuando te chocas contra ese muro inevitable que nos coge a todos, y convives día a día con el dolor infranqueable de mantener el equilibrio en la cuerda. Te das cuenta de lo que perdiste al dejar de ser niño
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Un cuento corto. You're the direction:
-Ayer pensaba en que pasaría si de repente pudiera encontrarme con la que fui a los 9 años, y que demonios le diría.
-¿Y que le dirías?
-Creo que le(me) abrazaría muy fuerte, y le pediría que nunca se rindiera. Que pasara lo que pasase, yo estaría esperándola, que siempre tendría a alguien cerca aunque no lo sintiera así. Que yo sé de lo que estoy hablando, y que por muy chungas que se pongan las circunstancias, fuese la más valiente y jamás renunciara a lo que quisiera de verdad.
-¿Y si viniese tu yo de...25 años, y te dijera todas esas cosas?
-Entonces sí que tendría razones para no rendirme jamás
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Enlaces relacionados:

"Tu nombre en las paredes de mi ciudad" por JUAN JOSÉ TÉLLEZ en La Voz Digital

"El caso de la niña bloguera y la pintada de amor" en La Telaraña por PEPE CONTRERAS, en elEconomista.es
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martes, 1 de diciembre de 2009

Pertinaces y Benditos

Lo único que compensa esta ya crecida separación de buena parte de mis enormes amigos es constatar cómo han ido marcando, con pertinaces y benditos triunfos, el personalísimo camino que cada cual ha tenido que labrar para adentrarse en este venturoso mundo real al que nos ha conducido el destierro. Materializada second live desde la que difícilmente haya retorno a pesar de ese camino lleno de señales.

Escapados todos, pasajes de solo ida, desconcertadas maletas medio vacías y bolsillos repletos de enormes fajos de incertidumbre. Nada ni nadie pudo evitar que al salir sortearan todos los chequeos aduanales sin que sonaran las alarmas delatando los inmensos tesoros públicos que escabullían de aquella Cuba que los expulsaba. Sin facturar, indetectables en el más puro rincón de sus almas sustraían sus talento, inteligencia, sensibilidad, lucidez, su humanidad toda. Y, como colofón, esa habilidad para salir adelante en las más adversas condiciones de la que todos hacemos gala y que cursamos y aprobamos con sobresaliente en esa gran escuela de la supervivencia que es Cuba, donde casi todo lo que has logrado hoy ayer era prácticamente imposible.
La destapada perseverancia (que muchos desconocían poseer) y una innata capacidad de adaptación hacen el resto.

Diseminados por el mundo, esos mayúsculos AMIGOS consiguen cada día llenarme de orgullo con sus pequeños o grandes triunfos. Y, sin saberlo, engordan mi ego cada vez que me llaman o me escriben o simplemente pronuncian mi nombre, delante de terceros o a solas, en cierta inevitable recurrente soledad donde creen, erróneamente, que no los escucho.

Uno de esos amigos, Pepe Pelayo, acaba de inaugurar web-blog.


En ese espacio aparece una muestra de su trabajo como humorista, escritor, actor, guionista, teórico del humor y sus secuelas, así como referencias a su labor junto a su hijo Alex, que lo han llevado a convertirse en uno de los creadores más premiados y leídos en Chile y buena parte de América Latina.

Fundador y Director de La Seña del Humor de Matanzas, hoy día es mimado por cuanto niño se acerca a sus libros (y no son pocos... los libros y los niños), por editoriales como Alfaguara, Edisur, Humor Sapiens Ediciones, mimado también por su Mireya, su familia crecida, sus amigos, cercanos o lejanos en el espacio.

No dejen de asomarse aquí, a PEPE PELAYO, y recorrer sus rincones. Además de ponerse al día acerca de PP, tienen la oportunidad de comunicarse con él, escribirle cualquier cosa a la cara y obtener respuesta. Les aseguro que contesta.

PEPE PELAYO está lleno de sorpresas, como un rey mago de quien, cada vez que te acercas, obtienes un regalo.
Ello también compensa esta alargada separación: pequeña muerte que solo ha servido para acrecentar el cariño y mi parásita dependencia de sus maneras y calidez humanas.

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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ese pequeño punto azul pálido



Y aún así nos permitimos el lujo de ser mezquinos, perversos, egoístas, envidiosos. Como si tanta soledad cósmica fuera un transitorio accidente en nuestras vidas.

Aún así nos permitimos el resentimiento, la manipulación, la cobardía, la maledicencia. Como si tuviéramos tiempo para rectificar alguna vez.

Y, aún, las intrigas, las mentiras, las traiciones...

¿O será justamente porque, al tener la certeza de esa soledad y esa finitud, exponemos y ejecutamos esas miserias como una catártica venganza de nuestra inteligencia?

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Reinaldo Rey Macho


Has estado en todos los telediarios de España este mediodía. Acá en casa te hemos visto en casi todos los canales. Ha sido insultante y doloroso lo que te ha ocurrido.

Pero, sé que sabías que te podía ocurrir. También sé que sabías que no podías hacer otra cosa. Y sé que otra cosa no harías.

Como el irremisible caballero de siempre has ido a reparar la ofensa infringida a tu dama.

Podrá decirse lo que se quiera, la prensa de todo el mundo, los gobiernos, las instituciones y las personas que se sientan implicadas o aludidas, admiradores y detractores, estimado público en general, podrán decir lo que estimen conveniente: enfrentamiento al sistema, afán de protagonismo, valentía, locura, irresponsabilidad, combate cívico, disidencia política... Pero, en el fondo, ayer no has sido más que Reinaldo Rey Macho, el de siempre, apremiado a asumir la defensa de su dama y asumiéndolo como corresponde. Eso lo sabe todo el que te conoce.

Lo demás, aunque extremadamente peligroso y de asumible utilidad para la causa, es puro atrezzo.

Te he visto en el telediario, te ha visto medio mundo. Y has estado a la altura. Me da cierta envidia porque nunca he tenido que arriesgar tanto, como tú ahora, por mi cubana.

Sí que has estado a la altura. Con esa ancestral estrafalaria pinta de Quijote y sin más lanza que tu hombría.

He llorado, viéndote, de dolor y de impotencia, pero mucho más por admiración, la que siempre te he tenido ahora multiplicada, porque encima de todos los riesgos que ya corres en tu serena y particular cruzada por hacer valer tus derechos (y los míos y los de todos, aun a pesar de mí y de todos), ahora has retado a quien ofendió a tu Dulcinea y lo has vencido.

Hubiera querido estar allí y tener el coraje de enfrentar junto a ti a esa turba fascista, agresiva y miserable.

De cualquier manera has de saber que hay una turba igual de agresiva, pero más miserable y dañina aún de este lado del muro, que ha comenzado a vociferar y a rodear las habitaciones de esa casa en la red que compartes con Yoani y que son Generación Y y Desde Aquí. Frente a esa casa las víctimas de acá les insultan y agreden en otro intenso acto de repudio virtual, tan injusto como desmedido, y que achaco al probable desconcierto que provoca el éxito y la incontrolada connotación internacional que está teniendo esa novedosa y eficaz lucha que ustedes han emprendido.
También aquí habrá que descruzar los brazos.

Hoy hemos estado tristes en casa.
Y una vez más volvemos a temer por ustedes.
Porque esto no es sentarse en la baranda del balcón de tu piso catorce y retar al vértigo.





Quisiera abrazarte.

Te abrazo.






En"Desde Aquí", el blog de Reinaldo Escobar: Mis Amigos

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viernes, 13 de noviembre de 2009

Los que me alimentan (I)



Selección de Comentarios.









Danny - J. el discrepador





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La verdad.

La verdad, para algunos, no siempre tiene la apariencia de lo evidente.
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El “Hombre Nuevo”: el progre, el antisistema...

Si la población mundial crece desenfrenadamente, es lógico que el número de idiotas se multiplique; pero que controlen casi todos los medios y tengan altos cargos, de cualquier tipo y en cualquier sitio, es preocupante para el destino de esta especie.
Con tanto desarrollo tecnológico y con tantos medios de comunicación es difícil no enterarse de todo lo que se crea, lo que se descubre y se aporta. A su vez, el individuo tiene a su alcance la posibilidad de mostrar sus habilidades innatas o adquiridas. La mesa está servida, ¿qué pasa con aquellos que no tienen nada que decir u ofrecer y sólo cuentan con la capacidad de ser pretenciosos? Pues en tales circunstancias se engendra ese prototipo de “Hombre Nuevo”, sin rostro, que por llamar la atención se ha convertido en una masa devastadora, que intenta arrebatarle al hombre aquello que le diferencia de los animales.
También conozco a gente lúcida, culta y talentosa, gente con diversas virtudes que probablemente por ciertos desórdenes relacionados con la autoestima terminan, tristemente, siendo partidarios, (a veces aliados), de estos movimientos de imbéciles en acción, de éstas hordas depredadoras cuyo objetivo último es poner un velo a su mediocridad.
Pero la vida en sociedad es el resultado de la necesidad de sobrevivir, y si estamos diseñados para eso, espero que se imponga la sensatez y el sentido común que nos ha permitido llegar hasta aquí.

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Blog y debate.

...Muchos debates presenciales terminan en discusión, probablemente porque, además de otras razones, la inmediatez inhibe el pensamiento lúcido y de ahí que no se acierte con frecuencia en el argumento, (somos muy raros). Las probabilidades de que eso ocurra a través del blog son pocas y esto ofrece una gran ventaja para la moderación y el acierto.

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La vanidad..

...Vanidosos somos todos! Pero por naturaleza, no por malos hábitos. Quiero creer que conceptos como trascendencia y perpetuidad, (hablando en términos evolutivos), son cimientos de esa carga tan pesada. Hoy lo que ocurre es que con tanta información nuestra vanidad se exhibe de formas más diversas que antes. Pero siempre ha estado ahí, el hombre intentando darle sentido a una vida aparentemente finita y usando todos los recursos a su alcance. Es cierto que varía bastante el modo en que se manifiesta entre unos individuos y otros, pero sabemos que eso depende de la complejidad de las redes neuronales de cada cual.

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La soledad.

Resulta extenuante el ejercicio de abstracción que supone recordar la propia soledad cuando no te sientes solo. El cerebro automática y alegremente ha decidido que la soledad NO EXISTE ; por tanto, no se comprende.
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viernes, 6 de noviembre de 2009

What Color Is Love

Son pasadas las 12 del mediodía. Hace ya más de seis horas que martillo y martillo sobre la decisión de acostarme de inmediato, de no permitirme transitar otro día sin aprovechar la luz del sol, esa luz que se cuela hay rato por entre las rendijas de la persiana, de esa persiana que no me atrevo a abrir porque eso sería romper definitivamente la noche, la misma noche que me malcría hace tantos años, que me acurruca, me alcanza la guitarra y el libro, o me arrastra red adentro por los enmarañados pasadizos repletos de tentaciones de la Internet.
Cada minuto igual, “ya me acuesto”... tan... “ni un segundo más”.. tan tan tan... “bueno, un último vistazo al correo”...

Entonces, un mail, con archivo adjunto y
Asunto: "Rubencito, Brodeco!!!" (lo que excluye toda posibilidad de uno de esos empalagosos pps).
Voy al remitente, Enrique Collazo Pérez, y adivino: ¡buena música!
Leo de inmediato:

Asere, Ud. y yo tenemos... (privado) ...del todo, por ello es que esta vez le disparo un temazo inclasificable de un niche yuma que tiene un vozarrón del tiempo de la esclavitud, especial para el blues, pues es un autentico lamento la voz del tipo, y a la vez con una sensualidad de 7 pares. El tipo se llama Terry Callier y ya es temba pues esta dando guerra -interrumpida- desde los 70, pero ahora ha vuelto con nuevos bríos y con una vozaza añeja y envolvente que te eleva, te transporta Man! Espero que Ud. que tiene unas guatacas del recontracoño divino admire esta obrita maestra como yo. Un abrazote Tiger!!! Collo

Hace más de 70 minutos de eso. He cambiado el martilleo por este otro “ruido” que, no sabiendo como agradecer al Collo que me lo haya regalado (porque ya es mío, como la noche), he decidido compartir aquí.
Gracias, Collo. Lo he escuchado ininterrumpidamente desde entonces.
Te abrazo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿La gente no aprende, la gente no piensa?

¿Podría esto llegar a suceder en Cuba?

I
En este post : ¿Las elecciones alemanas desmienten la nostalgia comunista? ... su autor, Albert Splugas,  plantea que, "observando los resultados de las elecciones (en las que apenas un 20-30 % votan a los herederos del antiguo régimen) es difícil  tomar en serio la encuesta que revelaba que una mayoría de alemanes del este siente nostalgia por el comunismo.”.

Me da un susto hondo y triste: será minoritario, sí, pero es un porcentaje enorme. Porque ¿quiénes pueden sentir nostalgia de aquellos años de comunismo en la RDA?   Las personas cercanas a los altos círculos de poder, los que se beneficiaban de aquel régimen eran apenas unos cuantos. El resto era pueblo, pueblo puro y pelao'. O sea, gente que no tenía libertad, que vivía vigilada las 24 horas, que no podía expresarse libremente, ni poner sencillamente un negocio y buscarse la vida, ni largarse o regresar cuando le diera la gana adonde le diera la gana, ni escuchar la música, ver la película o leer el libro que se le antojara, ni educar a sus hijos como entendieran apropiado, ni prosperar o negarse a lo que no le gustara sin correr el riesgo de ir a parar a la cárcel o al paredón.
O esas cosas son importantes, y pesan, o algo en mi mente no anda bien. Ya sé que una cosa no quita la otra, mucho menos en mi caso: algún golpe que me dí de pequeño en la cabeza me hace tener fe aún en que la cordura conduce a los humanos irremediablemente hacia la búsqueda de la felicidad, incluso como auto-protección ante la idea inminente de la muerte, y que a esa felicidad se llega sólo a través de la libertad, de la libertad, de la libertad... (anda, ya me duele la cabeza).

Me entristece, me asusto y no entiendo ¿La gente no aprende, la gente no piensa?
Comienzo por lo segundo: la gente no quiere pensar, la gente no tiene tiempo para pensar, pero sobre todo la gente no sabe pensar. Nacemos, nos enseñan muchas cosas, pero no nos enseñan a pensar.
¿Tampoco aprende por sí sola la gente?  Si, pero las cosas elementales: debo comer, ver la tele, dormir cómodamente, pasar el menor trabajo posible. No, la gente no aprende por sí misma porque tampoco sabe aprender. No nos enseñan a aprender. Quienes tienen en sus manos el poder para legislar y propiciar que se enseñe a pensar y a aprender solo legislan y propician lo que saben. Y hace muchos años que quienes ostentan ese poder dejaron de ser grandes pensadores, hombres cultos, humanistas, pedagogos, inventores, escritores, científicos, hasta poetas. En algún momento los hubo.

¿Quiere esto decir que yo sí me creo capaz de pensar y de aprender? En lo absoluto, más bien soy lento para ambas cosas. Pero, por si pudieran (para mentes suspicaces) resultar ofensivas mis tristezas anteriores, hablaré entonces de reflejos condicionados. Diré que estoy amaestrado, que es pura y simple experiencia. La de haber vivido bajo la dictadura comunista y de saber que ya nunca dejaré de ser víctima de ello. Una experiencia que es no sólo mía, pero que al menos yo he decidido no tirar al cajón del olvido como parece hacer ese 20-30 % de ciudadanos alemanes y sé que muchísimo personal más que ha pasado por situaciones similares, cubanos entre ellos, incluso algún amigo.

Me entristece y asusta, porque vislumbro una situación similar en una Cuba futura. La nostalgia de cierta cantidad de compatriotas por estos últimos cincuenta años de “revolución” se pondrá de manifiesto, primero, entre la parte más crédula y olvidadiza del pueblo y, poco a poco, comenzará a ser utilizada por los listillos de siempre para hacer carrera política y llegar al poder. Por último, lo más repugnante: la reinvención de todo este período por parte de oportunos historiadores e intelectuales de toda índole, a muchos de los cuales ya se les ve chapoletear entre la crítica al capitalismo, del que disfrutan a plenitud, y el lanzamiento de discretas señales a determinados individuos, grupos y asociaciones que poco a poco se perfilan como posibles futuros poderes en la isla. Visión de mediano y largo alcance de esas aves de rapiña que saben que las arcas del estado cubano volverán, ya en tiempo no muy lejano, a estar repletas de dinero de “nadie”.


II
No  basta vivir en libertad para aprender a ser libre. Mucha gente necesita que, además, se le explique cómo hacer uso de la libertad y qué sentido tiene.
La persona libre no entiende que alguien no sepa cómo vivir en libertad. La persona realmente libre y decente es incapaz de  pretender “imponer” la libertad al prójimo. Para ello tendría que explicarla e ideologizarla.  Y donde hay ideología no hay libertad.
Entonces aparecen ellos, los políticos, los líderes, los salvadores. Han encontrado un vacío, una grieta, una vulnerabilidad en el sistema democrático. Ellos sí se toman el trabajo de explicar la libertad. Y de tergiversarla y manipularla, por supuesto. Pero eso no lo nota mucha gente; recuerden: la gente no piensa.
De resultas, toda esa gente y mucha más termina creyendo que existe un modo de obtener la libertad y de llegar a la felicidad que no requiere esfuerzo alguno: que otros nos lleven a ellas, que otros nos las consigan, nos las envuelvan y nos las envíen a casa. Que otros repartan la libertad y la felicidad a partes iguales entre todos. Y, claro, quién sino esos políticos, esos líderes y sus mediocres gobiernos.

Pero así está diseñado el mundo, así lo hemos diseñado. Y el problema a estas alturas radica en saber elegir el mal menor. Si pensáramos o aprendiéramos de los fracasos y los golpes recibidos nos evitaríamos caer una y otra vez en las inescrupulosas garras de nuestros propios errores, y con ello conseguiríamos mantener a reguardo a nuestros hijos.
Mas, no hay remedio; ahí están esos nostálgicos de medio mundo, desorientados, desamparados, buscando en el pasado lo que no son capaces  de vislumbrar en el futuro porque el presente está lleno de incertidumbres; y porque, aunque en la tele, en las escuelas y desde los distantes balcones del poder se les cuenta que la felicidad y la libertad son "derechos inalienables", nunca se les dice que esos derechos no se dan silvestres, sino que hay que plantarlos, cultivarlos y conservarlos bien protegidos en ese invernadero apenas sin usar que es nuestra responsabilidad.

Algo habrá que se pueda hacer para que los cubanos conservemos siempre, fresca en la memoria, la desolada imagen de este brutal tsunami de familias separadas, destierro, humillación, esperanzas rotas, sentimientos divididos, muerte, impotencia y espera, larga espera a que nos hemos visto sometidos durante cincuenta años.
La nostalgia por un pasado lleno de tristezas es una cobardía; la cobardía de no querer adentrarnos en ese futuro que se anuncia oscuro y vacío y llenarlo de nuestra luz, como se merece.

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jueves, 29 de octubre de 2009

Ella canta. Él toca el violín.

Ella canta. Él toca el violín. Y, aunque también toca el piano y compone y orquesta: Él, toca el violín.
Si bien se conocen y admiran mutuamente, e incluso coincidieron en las escuelas de artes de La Habana, cada cual ha tenido su propia carrera y muy escasas veces han coincidido en escenarios. Yo sé de una vez en Madrid. ¿Tal vez alguna más en este último año en Miami donde actualmente viven ambos?.
Musical y humanamente cada uno de ellos es un universo. Infinitos. Si los hago coincidir aquí es porque, cuando el mundo aprieta y no hallo el modo de saciar las ganas de liberarme tocando la guitarra, hay un sueño que me calma: el sueño de estar encerrado en un cuarto con ellos dos durante muchas horas, sirviendo de alucinado, frágil y manso puente sobre el que deslicen toda la música que son capaces de conjurar. Es uno de mis más recurrentes y hermosos sueños. Y también uno de esos melancólicos, improbables hasta que tuve que abandonar la isla, fraccionados mi pequeño gran mundo profesional, mi familia, mis amigos; todos un único cuerpo mío diseminado por medio mundo.
La música casi les queda pequeña. Es juguete en sus manos. Pero no como elegante casita de muñecas o estáticos soldaditos de plomo, sino como uno de aquellos enigmáticos artefactos chinos o rusos, básicos o no básicos o dirigidos que caían en nuestras manitas de pequeños y que, después de un par de días, saciados y curiosos, comenzábamos a desarmar lentamente hasta convertirlos en un amasijo de tuercas y trozos de lata, que nunca más conseguíamos rearmar.
Y en ese punto se hace luz la diferencia: Gema Corredera y Pedro Alfonso pueden desarmar la música en piezas mínimas, casi indescifrables para otros, e inmediatamente volverla a recomponer. Incluso, pueden convertir el puzzle derramado en otro artefacto distinto y tranquilamente volver a desarmarlo. Eso les permite no aburrirse ni aburrir jamás a nadie. Y sin caer en la irrespetuosidad de hacerle perder su esencia, el ánima con que ha sido creada. Esto, que parece y debiera ser el primer y fundamental artículo de la Constitución en el probable País de la Música, requiere de mucho talento, alta sensibilidad y, por supuesto, de estudio y profesionalismo.
Ella canta, él toca violín y sé que se conocen muy poco. Aun. Pero, musicalmente, tienen más rasgos en común que dos gemelos parecido. Y de ellos el más disfrutable es ese discretísimo y muchas veces irónico guiño al humor, al buen humor con que recrean casi toda la música que interpretan. Amén de la capacidad de improvisar, dibujar y desdibujar lo creado por otros o por ellos mismos. Y no hablo de jazz, ese universo populoso y fértil donde la improvisación tiene su paraíso. Que también. Hablo de dos músicos que están unos grados más allá de géneros musicales, de respetables conceptos academicistas, más allá de todas las convenciones, pero también un grado antes del rebuscamiento y la pedantería de los superdotados.
Ellos ven la música, no solo la escuchan. Como vemos el semáforo y, ante el color amarillo, vamos disminuyendo la velocidad para no colisionar, los escuchas musicar y percibes que conocen y manejan a su antojo todo el enrevesado tráfico de los sonidos, y que se mueven en ese anárquico mapa como nos movemos el resto en una amplia autovía.
Y si, aun en este punto, a algún buen conocedor de músicos talentosos pudieran parecerle notablemente frecuentes estas maneras que apunto, les aseguro que lo que consiguen Gema y Pedro a partir de todo lo anterior, no se aprende, no se estudia, no se ejercita.
Conseguir estremecer el alma y curar espantos y ejercer el amor solía ser patrimonio de brujas y de ángeles en viejos cuentos. También la música lo consigue cuando quien la ejecuta está abducido por esa pócima de poesía conque Dios nos premia a todos, pero que sólo en algunos se manifiesta.
No creo que estas dos criaturas sean conscientes siquiera de la verdadera dimensión de lo que provocan en quienes hemos tenido la suerte de escucharlos. Tampoco puedo garantizar que, como a mí, a todos les resulte seductora su música.
Pero sé que seríamos muchos más a estremecernos si este absurdo circo que es la vida moderna renovara de vez en vez su triste espectáculo o alternara, al menos, los protagonistas.
Y, ojo, tampoco descarto que ambos hayan sido puestos ahí tan sólo para que, cuando el mundo aprieta, pueda yo soñar un cuartito mágico donde, en su música, refugiarme.
Sólo propongo que anoten ambos nombres, y que si tienen la oportunidad alguna vez de verlos en la cartelera de un teatro, de un club, de una tarima o en un banco de parque (que el diablo son las cosas), no lo piensen dos veces, procuren escucharlos. Son dos enormes artistas que les harán sentir cuánto mejor puede ser la vida gracias a gente como ella, Gema Corredera, la que canta, y él, Pedro Alfonso, el que toca el violín.

Y ahora, con perdón, aunque sé que lo que corresponde es una muestra en fenomenales videos grabados en espectaculares teatros, sonido surround y calidad de nominados a Grammy, lo que cuelgo dista de ser profesional: videos de cámaras no profesionales, sonido ambiente en primeros planos, montaje en computadoras caseras. A quienes esas cosas importen, que se salte estas y vaya directamente a Youtube, o a http://www.pedroalfonso.com  donde hay cosas de mayor calidad. Pero a mí la naturalidad y humildad con que estos músicos amigos se entregan, sin melindres ante la "contaminación ambiental", me conmueve al tiempo que los eleva otro grado en la escala de mis favoritos.
Mister Violín
Gema y Pavel

"Gema Corredera", acompañada por Son de Oro en La Reina de Cuba, Madrid, julio 2006. A la guitarra: Rubén Aguiar Muñoz; piano: Leo Herrera, bajo: Danny Aguiar Muñoz, friscornio: Yaure Muñiz, congas: Ángel Aguiar Muñoz.



Pedro Alfonso al Violín. Temas: Flamenco en Dos Patas, autor: Pedro Alfonso.
"Inolvidable", "Dos Gardenias". Participan: Judith Rodés (cantante, percusión menor), Osmandy Fuentes (bongoes ), Pedro Pablo Rodriguez (cajón, percusión cubana), Arturo Mena (piano, teclados),Rubén Aguiar Muñoz (guitarra y bajo). Invitado: KIM (guitarra). Concierto con Amadito Valdés. SEUL, KOREA, Agosto de 2007.


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miércoles, 28 de octubre de 2009

Siete estaciones hasta LAZARODICE

Les cuento cómo hice el viaje. Les recomiendo las siete paradas. Y les sugiero lo realicen en sentido contrario.
Me subí a la red en la Estación Central Cuba Inglesa. En uno de sus andenes pasan una muy buena serie: Crónicas del Aeropuerto, cuyo autor Denis Fortun, ha realizado esta linda Entrevista a Margarita García Alonso, la Chiquita Mala que me tenía guardado de sorpresa, mira qué boleto para un viaje directo a ese trocito de Matanzas que se ha instalado lo más al sur del planeta que ha podido: Lázaro Riera con su LAZARODICE acabadito de sacar del horno. ¡Qué honor!.


Cosas así dice en su blog LAZARODICE

"Si cuentas las veces que quisiste abrazar a tus padres y no pudiste, las veces que engañaste a tu paladar inventando guayabas y mangos, el guarapo que te falta y el mar que solo te quedo en las venas, entonces estás en condiciones de exigirle a la mentira el castigo que se merecen".

Mucha suerte, amigo.

lunes, 26 de octubre de 2009

Las riendas

Para cerrar el post anterior.
Reflexiones de cuatro hombres casados que se encontraban solos y consiguieron ¿pensar?...
Pensador 1 - ¿Cómo hemos conseguido los hombres llevar las riendas de este carro durante siglos y siglos?
Pensador 2 - ¡Cuánta soberbia en esa afirmación! ¿De verdad cree alguien que hemos sido los hombres los conductores?
Pensador 3 - ¡Claro que hemos sido los hombres! ¡¿No ven el desastre a nuestro alrededor?!
Pensador 4 - Ssss...Silencio, por favor, que no acabo de comprender este video...

Estoy en Puerto Loeches sin Judy.

Supongo que todos los cubanos de mi generación (+ -) leyeron el relato de Isaac Asimov que parodio en el título de este post: "Estoy en Puerto Marte sin Hilda".
Si no fue así no pasa nada, yo lo leí por todos ellos, incluso puede que hasta dos veces por cada uno. Fue hace muchos años, cuando tenía más tiempo para leer que libros a mano. Justo lo contrario que hoy día.
El título siempre me ha resultado tan ¿poético? ¿romántico?, ciertamente atractivo, que llevo más de tres décadas conviviendo con el sueño de encontrarme, de pronto, absolutamente sólo en una estación espacial, recostado en un largo sillón, los brazos en alto cruzados tras mi cabeza, los pies sobre la mesa de mandos llena de botones y mis ojos contemplando los millones de astros y estrellas que tiritan tras la pantalla de cristal que me separa de la noche interestelar. Y esperando. Solo eso: esperando el momento de reencontrarme con mi mujer.
Del relato recuerdo poco, pero con toda certeza sé que no tiene nada que ver con mi sueño. El único punto de coincidencia con el protagonista de la historia es que me encuentro y estaré alejado de mi mujer por unos días. Ella está en Cuba, visitando a la familia, dándose un baño de amor y aliviando un tanto, con su presencia y unos pocos euros, la espera y el estómago de aquellos rehenes de los más antiguos e insaciables secuestradores del mundo occidental.
¿Qué sucede cuando un hombre casado, de pronto, se encuentra solo en casa ante la perspectiva de que esa situación se extenderá durante más de una semana?. Sumémosle que ese hombre no tiene absolutamente nada que hacer durante ese tiempo, ni trabajar, porque trabaja junto con ella, ni vacacionar, porque todos los ahorros de ambos, y algún préstamo adicional, han sido destinados a cubrir la parte del rescate correspondiente a este año y ya está en la isla.
Pues, sucede que se está solo. Solo. Soooolo.
Y el problema, lógicamente, no es estar solo (cuánto hombre solo no hay en el mundo), sino que yo, a estas alturas, ¡ya no sé estar solo!.
¿No existe un "Manual para el Hombre Casado cuando se encuentra Solo"?. No lo creo y, si existiera, seguramente hiciera recomendaciones del tipo: lea, escriba, piense, haga dieta... Pues, lo mismo: ya no recuerdo cómo se escribe o se lee o se piensa sin que una dulce pero firme voz me reclame cada 10 minutos, "pipo, un momentico, ayúdame a tender la ropa", o "qué estás haciendo?. Y ¿DIETA? ¿Ahora que tengo a mi disposición ¡turrones, galleticas dulces, helados de chocolate, latas de leche condensada!, sin que nadie me controle, dosifique o me descubra de madrugada en la cocina abarrotándome a hurtadillas de todo ello?.
Y eso no es todo; inmediatamente después que asumes que estás solo viene el desconcierto: ¿a qué hora se come en esta casa? ¿a qué hora se duerme y se levanta uno normalmente? ¿hay que bañarse todos los días?. Desconcierto que no compensan siquiera las presuntas ventajas de tal situación: que nadie se molesta ni te dice nada por el reguero de ropa por el cuarto, la sala y el propio baño; tasas de café y copas amontonadas en el fregadero; laticas de cerveza diseminadas por los rincones, todas las luces y la tele encendidas todo el tiempo; y lo más notable: horas sentado en el water leyendo tranquilamente sin que de pronto se abra la puerta y la dulce voz, ahora con el tono exacto entre una súplica y una orden, te pregunte: "¿te falta mucho?".
Una cosa sí que estoy disfrutando: he dejado de afeitarme... me he dejado la barba. No sabía que la tuviera tan canosa; pero me veo interesante, atractivo, paso largo rato ante el espejo pensando: ¿y si la fuera a recibir al aeropuerto así, con esta barba?.
En ese punto me doy cuenta de lo horrible que sería que me rechazara, de las ganas que tengo de que regrese ya y de lo hermoso que resulta ver como con cada hora que pasa se acerca más el día de abrazarla de nuevo largamente mientras ella me pregunta: "¿qué has hecho en estos días?". Y que venga el bateo que venga.

Bueno, esa es la situación cuando me llega vía mail este video, de un consejero matrimonial que, de modo muy peculiar, explica el por qué de la mayoría de los problemas entre el hombre y la mujer.
Historia de dos cerebros. Mark Gungor.

sábado, 24 de octubre de 2009

4:13

No sé cuánto más se puede hacer en menos tiempo.
No sé cuántos otros artistas pueden ser capaces de concentrar más de 300 años de música, ritmos, gracia y maestría en una sola pieza.(1)
No sé en manos de cuántos otros músicos se puede poner tamaña criatura.
No sé cuánto le debemos a Paquito D'Rivera, seguramente el músico más querido por los músicos cubanos (raza poco cariñosa, pero agradecida), porque él es el punto de confluencia, la nota en la que coincidimos todos: es el más grande.

Paquito D'Rivera, Romero Lubambo, Jazzahn Sebastian Jazz...
To Brenda with Love, Samba de Orfeu y Preludio en do menor de Bach.(2)
Eso, y todo lo que verán, en solo ¡4:13 minutos!.



(1) Conste que la pieza no es solo lo que escuchamos, que es bello y tremendo ... la pieza es la conjunción de aquello con los modos de Paquito, el espectáculo de su virtuosismo, su humor, el atrevimiento de tocar el saxo con una sola mano mientras dirige con la otra, su juego en escena, la complicidad con los músicos, que de fuera sentimos es complicidad con nosotros, cosa que él sobradamente sabe...

En fin, si esto es lo que se siente ante youtube ¿qué nos habremos perdido por no estar en ese teatro?

Y, ya puesto, una confesión:
Mientras disfrutaba una y otra vez este video de Paquito D'Rivera, me ha estado acechando otra imagen: la carrera de 100 metros planos en la que Usain Bolt rompió los límites de la velocidad humana cronometrando 9.58 segundos. Aunque la proporción parece justa y las emociones semejantes, me temo que la hazaña de nuestro músico supera la del jamaicano, toda vez que el record deportivo puede llegar a ser superado.

(2) Los datos son los que pude extraer de los comentarios en youtube. Si hay algún error, ruego me aclaren.

martes, 20 de octubre de 2009

LIBERTAD

LIBERTAD.
Total y absoluta LIBERTAD.
La LIBERTAD no es ni puede ser de a poquito.
L I B E R T A D
Nada raro, nada subversivo: solo LIBERTAD.
Nada con signo ideológico: solo LIBERTAD.
Nada extraordinario, ni caro, ni costoso: solo eso con lo que nacemos, solo eso con lo que nos vamos: LIBERTAD.
Simple y sencilla L I B E R T A D


Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.

jueves, 15 de octubre de 2009

De Festival

Ando de Festival en Colombia.
Es bueno ver, conectar.
Y ¡tan bueno! desconectar.

Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.
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lunes, 12 de octubre de 2009

Labores domésticas.

Las dos únicas labores domésticas que realmente disfruto son cocinar y planchar. Pero eso es solo la mitad de la verdad; completarla pasa por la confesión de que los únicos momentos de ocio de que dispongo transcurren mientras cocino o plancho (generalmente una camisa que debió estar lista, pero que solo a última hora aparece, llena de arrugas, a retar mi desacreditada puntualidad).
En la misma medida en que mi futuro se comprime, y desaparecidas ya aquellas maravillosas horas durante las que me abandonaba en los brazos del aburrimiento y la desidia, comienzo a asumir cómo prescribe también el espacio que tenía reservado al ocio en estado puro, ese inapreciable impaz que siempre tuvo como destino la más absoluta contemplación, y que mi mujer define como "estar en la bobería".
Ahora, los espacios de ocio, (ya saben, mientras plancho o cocino) los he destinado a escuchar. Escuchar es un acto que deliberadamente defino como contrario a la meditación. Escuchar me proyecta hacia fuera; algo así como escapar un poquitín de este señor en el que ando y chupar, como una esponja, lo que me de más placer o me aporte algo de luz y entendimiento.
Meditar, en cambio, es un camino en sentido inverso, un viaje al interior de este mismo señor, a urgar en oscuras cavernas donde se hayan, en iguales dosis, esos mismos placer, luz y entendimiento, pero de cosecha propia.
Puesto que el acto de meditar no goza de muy buena reputación en estos tiempos de tanta premura, (ahí tienen a mi mujer), hay gente muy seria que aconseja simplemente escuchar. Directamente se saltan la meditación. Supongo que sea porque, mientras uno escucha, puede ir haciendo tranquilamente alguna otra tarea (ahí me tienen a mí), cosa que meditando es más peligroso (la de veces que me quemé mientras... las dos cosas). Estos sabios coinciden en que escuchar es fuente de conocimiento y de auto-realización y, de algún modo, compensan la omisión al acto de meditar, con la sugerencia, qué digo sugerencia, con el mandamiento de que lo primero e imprescindible para la gnosis, el equilibrio y la armonía, es escucharse a sí mismo. O sea, escuchar hacia adentro.
No me voy a adentrar en cuestionamientos y/o discusiones que seguramente ni tienen fin ni conducen a nada. Seguramente no hay malas intenciones en esos gurús de la retro-modernidad (vaya, que eso no es nada nuevo), ni pretenden saltarse y obviar la diferencia entre meditar y escuchar. Yo pienso que es mas bien un acto de condescendencia por su parte, para con ese 99% de los humanos que, tanto si prestan oídos hacia adentro como si lo hacen hacia afuera, solo se escuchan a sí mismos.
Tampoco es mi intención hacer méritos ni vanagloriarme de haber conseguido, con los años, escuchar verdaderamente, aislar mi propio mundo, aplacar mi ego y conseguir eso que señalo como carencia del género humano: no escucharse más que a sí mismos. El caso es, por un lado, que luego de estar toda la vida en los escenarios haciéndo música, y, por otro, haciendo honor a mi codición de cubano cuando estoy en familia ó con amigos y compatriotas, entiéndase casi todo el tiempo gritando en lugar de conversar, pues he terminado padeciendo "Tinitus ". Y es un horror tratar de meditar, y mucho menos de escucharse a sí mismo en esas condiciones. Además de las oscuras cavernas y el aislamiento, nadie puede imaginar ¡¡el ruidazo!! que hay allá adentro. De mi voz interior se escucha apenas un leve susurro, tan quejoso y tenue que apenas si me interesa saber si le queda algo aun por decirme.
Aclarado esto, volvamos a mis momentos de ocio...
En la cocina solo admito otra presencia: la radio. Y de la radio los debates políticos y una mínima parte de las noticias. Odio escuchar música en la radio. Mi impotencia ante la agresividad estética de quienes hoy día eligen lo que se emite por las ondas hace que se me quemen los frijoles, la yuca me quede cruda ó le ponga comino al arroz con leche.
Mientras plancho, escucho música. La que tengo en mi PC. La que yo elijo.
No sé si el tipo de camisa o el color o la dificultad en el planchado son inconscientes condicionantes a la hora de elegir la música que quiero escuchar, pero, cada vez más, y probablemente porque mis camisas ya tienen todas ese toque de uniformidad arrugoso y amarillento tan frecuente en el escaparate de los pobres, la elección se reduce a dos únicos géneros: el bolero cubano de victrola y el tango.
Aunque el tango suele ser más frecuente. Y dentro del tango: Goyeneche. La mayor parte de mis camisas son de planchado Goyeneche.
Planchar una camisa dura 5 tangos Goyeneche, si es de mangas cortas.
Ojo, no digo que esa sea una medida exacta e igual para todos. Es que yo "me voy del aire". Me pierdo. Me fundo con la Orquesta de Troilo y la interpretación del "Polaco", momento que parecen aprovechar los pliegues de las camisas para cambiar de hospedero, y siento que me voy arrugando y pierdo la compostura, el sentido del tiempo y rara vez no termino llorando. Así como lo leen (si es que alguien está leyendo).



Toda esta esta historia no es mas que el tímido argumento que va a acompañar estos temas que dejo aquí, con verdadera ilusión y sin segundas lecturas: no tienen que ponerse a planchar para escucharlos.
Solo algunos detalles más. Tengo un montón de camisetas Piazzola y algunas chaquetas Gardel, pero los pantalones son todos Rolando Laserie. De vez en vez el Beny y Blanca Rosa Gil, sobre todo en invierno, para quitarle el "frior" a la ropa interior.
Ahora, la locura viene cuando debo ponerme una enorme camisa azúl de cuello chino con un Levi implanchable que tengo: la combinación de tango y bolero, Vicentico Vadés, Rolando la Serie, "El último café" y "Las cuarenta".
Una vez al año aparece alguna cortina, y con más frecuencia, alguna que otra sábana. Claro, que una sábana tiene distinto tempo, cadencia, tamaño, vaya, otro perfíl. En ese caso la música clásica es imprescindible. Y, por supuesto, sinfonías, conciertos, obras de larga duración. Guardo recuerdo de una sábana con un hueco de contornos quemados en forma de plancha, por culpa de uno de esos discos de Clásicos Populares, donde solo hay selecciones de pasajes y movimientos de obras mayores. Cada tres o cuatro minutos abandonaba la plancha para elegir...
Finalmente, casi a modo de confesión... Suelo planchar algunas prendas a mi mujer... ella asume que es la modernidad, el hombre compartiendo las labores domesticas... no sabe que son esos tangos... esos boleros.. por nada del mundo me pierdo esos momentos si puedo evitar perdelos. Cuando voy de visita a casa de los amigos o la familia y veo una plancha, me pongo tangoso, abolerao, entre tristón y sabiondo... nostálgico y lloroso... y feliz.

Paquito D’Rivera en el blog de Zoe Valdés


Paquito D’Rivera: Como es, y no como ellos quieren que sea…

En el Blog de Zoé Valdés

jueves, 1 de octubre de 2009

Las cosas en su sitio

I - Gorky Aguila, el elegido.

He estado escuchando un montón de canciones (y entrevistas) de Gorky Águila, líder de la banda cubana "Porno para Ricardo" y nuevo "elegido" para buena parte del exilio cubano (el tradicional, el de los marielitos, el post-caída-del-comunismo y el mas reciente, el de los renegados y desorientados hijos de la revolución), que coincide casi en pleno en tomarlo de bandera artístico-musical, o parecido, probablemente con el noble propósito de enfrentar tantos años de novatroviservilismo pro-revolucionario. El chico tiene gracia, ideas claras y probablemente el coraje e intransigencia dignos de un nuevo Maceo, dispuesto a resistir cualquier cantidad de revolubalasos sin doblegarse.

Ahora bien, la verdad es que como artista, como cantante, como propuesta estética para enfrentar a la sofisticada banda sonora de la revolución de los Castro, su comunismo, el socialismo y la izquierda en general, el muchacho tiene todas las de perder, y con él tiene garantizada el exilio cubano la continuidad de esta triste derrota que dura ya cincuenta años. 

En lo personal me cae muy bien este compatriota. Pienso, además, que es respetable y respeto su particular propuesta de manifestarse a través de ese original performance que resulta de la simbiosis entre sus canciones y el personaje que él mismo es, apuesto a que de modo natural. 

Pero, Gorky no es una alternativa estética ni artística a ese montón de profesionales de la música y la trampa que disfrazan y edulcoran la tanta mentira de dictadores y demagogos con nobles combinaciones armónicas, melódicas y literarias y, sobre todo, desde una infraestructura de mercado, política nacional e internacional insuperable.



II - La canción hace la verdad.

Una bella melodía y un hermoso texto de amor hacen que millones de personas mitifiquen a quien los ha creado. El autor se convierte ya en personaje. Y ese personaje es, a esos tantos ojos, noble, sensible, romántico, sincero y termina siendo querido, adorado muchas veces por esas multitudes. Si ese hombre va y le dice a esas multitudes - "Soy feliz... vivo en un país libre, cual solamente quiere ser libre..."-, le van a creer y van a soñar con ese país. Y si, encima, ese hombre les cuenta eso con melodías casi tan bellas como aquella primera, podemos asegurar que va a ser muy difícil probar lo contrario, aunque se tenga la razón y ese hombre sea realmente un mentiroso, hipócrita y oportunista. 

Ese hombre, ese autor, ese artista existe realmente, multiplicado, por cierto, y no hay modo de hacerlo confesar (ya veremos por qué): solo podemos intentar desenmascararlo. Pero para ello hay que conquistar a las mismas y a otras multitudes, me temo que con ¿bellas canciones? ¿hermosos textos?  Lo seguro es que lo que contemos hemos de hacerlo con una banda sonora de igual o mayor calidad que la del personaje en cuestión.


III - Los principios y la conveniencia.

En este punto hay que hacer notar dos cosas: 

1- esta banda sonora tiene sus propios cánones, sus leyes, su particular lenguaje. No vale que un gran cantante de ópera o una estrella de la canción ligera o la salsa realicen una cruzada de sinceridad, con las mejores intenciones del mundo, para conseguir el noble fin de desenmascararlo. No funciona: hay que usar el mismo lenguaje, hablar el mismo idioma para que se te entienda; o sea, canción de autor, nueva trova, ese tipo de música que cuenta con el respaldo de esa peligrosísima clase que controla los hilos de la historia actualmente: los intelectuales. Hay que usar los códigos de este género, porque eso, Dios sabrá por qué, le procura a quien lo ejercita cierto hálito de credibilidad, de solvencia, yo diría que hasta permite hacer profecías desde la arrogancia de quien cree tener la verdad.

y 2 - para llevar a cabo esta batalla hay que hacer acopio de una valentía semejante a la de Gorky y asumir ciertos riesgos, algo que la mayoría de los músicos no están dispuestos a correr (porque hay que comer, por supuesto, no por otra cosa). El riesgo: si te metes con la izquierda vete buscando otra profesión. En todos lados del mundo por igual: si eres músico y te metes con la izquierda, no trabajas. Si no trabajas no cobras. Si no aceptas de vez en vez subvenciones, pagos de los presupuestos del estado, dinero que los contribuyentes... (no, eso suena muy técnico): dinero que el pueblo, los pobres, los ricos y las multitudinarias clases medias consiguen trabajando y cuyo destino queda en manos de los políticos más astutos; si no entras en ese juego te queda tan solo buscar otro oficio ó prostituir tu talento usándolo en lo que sea y vendiéndolo barato (entiéndase llegar al punto incluso de tener que cantar esas mismas canciones, de esos mismos personajes, algunas de las cuales se detestan, para ganar el pan y poco mas). Y es que las giras, las galas, los teatros, los festivales, las fiestas en ciudades y pueblos, los conciertos solidarios, los premios anuales, los encuentros de Word Music, etcétera, se costean con las subvenciones que los gobiernos de cada país, ciudad, pueblo, municipio o barrio, destinan de las arcas estatales para la "cultura", lo que ellos deciden que es “cultura”. Y de ello es de lo que viven los músicos; la mayoría, no los pocos Juanes, Madonnas, Shakiras, etc. que trabajan en otro "sector". Esto ocurre incluso en Estados Unidos, donde ni siquiera hay Ministerio de Cultura, pero donde otras instituciones, ONG ó asociaciones consiguen subvenciones para lo mismo. Este tipo de cosas es algo que no se le ocurre a quien piense que el éxito depende del esfuerzo personal, la creatividad, el libre intercambio también en el mercado de talentos, la capacidad de adaptación a los vaivenes de este mundo. Esto es cosa de sociatas, con perdón.

Por tanto, no hay modo de vivir de la música si no entras en ese circuito. Porque no hay alternativas. Así que, si hay que cantar loas a la izquierda, "venga, dónde tocamos hoy".

Nos hallamos ante un tema muy complejo: la contradicción entre los principios (y sus consecuencias para el estómago) y la conveniencia (y sus consecuencias para el corazón). Tema para otro momento.



IV - La música y la libertad.

Mi conclusión es que, si Gorky tiene el coraje de enfrentarse abiertamente al duro régimen de la isla, es también porque no posee una propuesta altamente artística que ofrecer, y porque, además, lo sabe.

En otras palabras: no va a poder vivir solo de la música, por lo tanto va a usar la música para procurarse lo que más placer le da y más necesita: libertad. 

Lo aplaudo y le deseo toda la suerte del mundo.

Pero, me interesa más ir al otro personaje, el de la cuestión.


V - Silvio Rodríguez: Las cosas en su sitio.

Ya sabemos lo que sienten por él sus adoradores. Por ello me fui a buscar a los detractores, y enterarme, internet mediante, también de las objeciones. Resumo lo que encontré: "Silvio Rodríguez es un individuo carente de ética, oportunista y malvado y un hipócrita mentiroso; no hay más que observar lo que dice en sus canciones y compararlo con su modo de vida para saberlo".

Como norma, los que lo adoran hablan del artista, los detractores hablan del hombre. 

Tratemos de poner las cosas en su sitio: Silvio Rodríguez no tiene antecedentes estilísticos como creador de canciones, en Cuba no. Rompedor de esquemas, poco influido por la tradición (a pesar de lo que él mismo diga posando de humilde continuador), es un compositor que no viene de ningún lado de dentro de la isla. Musicalmente no tiene un solo punto de contacto con nada de lo hecho anteriormente en Cuba: ni la trova tradicional, ni el son o el mambo, ni la canción lírica o el feeling, la guajira o el bolero, mucho menos la rumba o la comparsa, por lo que tiene muy poca relación con esas cosas que ponen límites a la creatividad absoluta. Para colmo es un excelente poeta, con la contención apropiada para saber y conseguir delimitar entre un poema y un texto de canción. Y nadie ha podido llegar a convertirse en real continuador suyo, una vez conocidas sus propuestas, pues no es posible, porque es un camino cerrado que él mismo abrió. Aproximársele es tener que imitarlo: no hay género musical, es solo exploración, creatividad, propuestas. Es un creador constante, tremendamente talentoso e innovador. Muchos de sus temas están en la cima de la cancionística universal. Y ahí estarán. 

Pues resulta que todo ello, unido a ciertas circunstancias que todos conocemos (los inicios de la revolución cubana, el "florecimiento" de las dictaduras en latinoamérica, el enfrentamiento en todos lados del planeta de los jóvenes con los padres, las nuevas corrientes musicales encabezadas por Los Beatles, la liberación sexual, etc.) proyectaron a Silvio de manera tal que acabó haciéndose rico y famoso.

Ahora bien, todo eso, aunque le ha venido genial al gobierno cubano, no consta que haya sido procurado originalmente por Silvio para después ofertarlo y ponerlo al servicio de ese gobierno, sino más bien usar las ventajas que proporciona al gobierno para satisfacer sus propios intereses. Porque, además, es un tipo inteligentísimo, (y la inteligencia al servicio de los intereses propios suele funcionar de manera casi perfecta), que sabe y cuenta con que la gente decente no usa armas del estilo de las suyas y, por tanto, nunca habrá combate cuerpo a cuerpo, y todo lo que se le cuestione entrará siempre en el campo de la especulación. De hecho, la buena cantidad de porquería panfletosa que también ha compuesto, es evidente que ha sido para estar "arriba de la bola", de "su" propia bola: ser millonario en la isla, hacer lo que le da la gana en ella (estudios de grabaciones, productoras, viajes adonde y cuando le plazca, etc., todo eso que le estaría negado si fuese un ciudadano común y corriente, como le está negado a la casi totalidad de sus compatriotas en la isla). 

La Revolución le da la cobertura perfecta para hacer lo suyo y realizarse: toda la izquierda del mundo y buena parte de la derecha le compra su música, le da dinero, lo hizo y lo mantiene rico. ¿Cómo o para qué va a cambiar eso? ¿para estar éticamente tranquilo?... No, eso no parece que vaya con él. Por otro lado, lo que tiene lo ha conseguido con determinado discurso musical, estético e ideológico, ¿sería o no criticable que abandonara ese discurso ahora que es rico? Seguramente nunca pensó que pudiera llegar a esta situación privilegiada, y no me parece que la haya buscado; pero ¡es que se ha hecho rico cantándole a los pobres!... Podría argumentar y de hecho lo hace, que es, sencillamente, consecuente. Pero hay trampa en ello: en el punto en que está cualquier actitud que adopte es consecuente.

¿Qué haría yo si estuviera en su lugar?, ¿qué haríamos los demás?  Creo que, en ese sentido, está metido en un lío.


VI – El discurso perfecto.

Pero, eso no es todo: este hacedor de canciones ha hecho mejor publicidad de la revolución comunista cubana que el propio Fidel Castro... Él, Silvio, ha sido el discurso perfecto para promocionar aquella aventura, convirtiendo, a los ojos del mundo y con buenas canciones, la fiebre de poder de algunos pocos individuos en una causa hermosa y justa.

Ideología cantada, embellecida con excelente música ("Fuera de la música, todo, incluso la soledad y el éxtasis, es mentira. Ella es justamente ambos, pero mejorados" - Cioran). Los Castro y los Guevara no habrían llegado a ningún lado sin ese abrecaminos con guitarra. Apenas se les conocería mas que como grises figuras que militarizaron un país noble e ingenuo y poco más, porque poco más hubieran podido hacer. 

Escuchar "Ojalá", "Oh, melancolía", "Mariposas", mascullar "Tu me recuerdas el prado de los soñadores", susurrar "Cómo gasto papeles recordándote", tiene el mismo efecto que una droga que no deja percibir la realidad, te aleja de la verdad, te envuelve y no quieres saber de nada, porque la belleza nos puede conducir al abismo con una sonrisa en los labios.

Pero también la belleza puede convertir la infamia y la mentira en una dulce nana para dormir a ingenuos e ignorantes.  "La era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor...", "Te convido a creerme cuando digo futuro...", "El rey de las flores tiene su pueblo en un bosque muy remoto, dos pulgadas detrás del sol...", "Allí ame a una mujer terrible... Allí aprendí a quitar con piel el frío y echar luego mi cuerpo a la llovizna...". La música con que se arropan estas frases, las canciones resultantes y su discurso, son imbatibles si no se usan esas mismas armas para desenmascarar la mentira que ocultan.
VII - Estética de la Verdad vs. Estética de la Mentira.

Mientras cerremos los ojos (o los oídos, en este caso) al hecho de que Silvio Rodríguez es un excelente artista y sus canciones son bellas; mientras ignoremos que la gente le cree precisamente por la calidad de esas canciones, estaremos perdidos, perdidos en la tarea de hacernos escuchar, de hacer escuchar la verdad de tanto espanto. 

Para no perdernos definitivamente hay que enfrentar esa belleza con otra belleza igual o superior. Hay que encontrar una estética de la verdad, porque él, Silvio, gobierna en y desde la estética de la mentira. Y veinte o treinta de sus canciones, de tres minutos cada una, nos han costado, a los cubanos, más de cincuenta años de dolor.


VIII - Juanes y final.

Sin Silvio, Juanes nunca hubiera ido a cantar a Cuba. No hay más que ver antiguos videos en youtube del colombiano cantando y tocando (muy bien por cierto, cosa que no hizo en el concierto) canciones "increíbles" de Silvio Rodríguez. No hay más que escuchar en sus propias canciones, prescindibles todas, los fragmentados ecos de algunas de aquellas aventureras soluciones armónicas del primer Silvio y hasta no pocos de sus desafortunados vicios en el modo de cantar.

Ese afán de “Paz” de Juanes, no es más que el ¿secreto? deseo de cantar con Silvio, "el más grande monstruo de los cantautores".


No será acusando a Silvio Rodríguez (y junto a él al séquito de bufones que le hacen coro), de oportunista, hipócrita y mentiroso, como conseguiremos mostrar al mundo la historia real de estos recientes cincuenta años en nuestro país. Mucho menos si tenemos en cuenta que incluso una respetable cantidad de cubanos, con hambre allá ó con la barriga llena acá, cuando lo escuchan a propósito o casualmente, olvidan penurias o bienestares seguros de estar viviendo o haber vivido “en un país libre, cual solamente quiere ser libre”.