miércoles, 28 de julio de 2010
La soledad del pianista del fondo
Lo está dando todo.
Un poco, tal vez, porque se siente observado ya por medio mundo (o porque “por si acaso”) a través de esa cámara (pongamos que de fotos en modo “hacer grabación de video”), testigo para la eternidad de este momento único y espléndido, y gracias a la cual ahora podemos disfrutar de su interpretación.
Un mucho porque él es así: lo da todo cuando toca. Lo cuentan quienes le conocen. Y lo intuimos quienes le hemos escuchado o visto frente al piano en ocasiones.
Lo está dando todo aunque el local está vacío... o casi... o peor: las cuatro personas que consigo contar ocupando una mesa a la derecha ni siquiera miran hacia el rincón donde se encuentran “un pianista y un conguero tocando”.
Lo está dando todo ante sí mismo, para sí mismo y para su conguero. Y, por supuesto, para la chica, la única que observa y escucha.
Se me antoja que la chica es la verdadera protagonista de la escena. Ella sola llena todo ese teatro del universo para quien hace también su interpretación el excelente pianista. Es ella quien se eleva, flota desde esta versión que realiza Tony Pérez de “Levitando”, tema compuesto por Ramón Valle, otro extraordinario músico.
En ella, en la chica, está concentrado todo un intenso y multitudinario manojo de admiradores, fans o simples disfrutadores del buen hacer y del talento de este músico que en la Cuba de los 90, una época repleta de excepcionales ejecutantes del piano, consiguió destacar, muy joven aún, con sus aportes en los modos de interpretar, orquestar y crear-recrear desde ese instrumento.
En ella, en la chica, también estoy yo, exaltado y gratamente rendido a su talento, como ahora mientras lo escucho y lo veo. Y está el amigo, pianista, compositor y musicólogo Fernando Rodríguez “Archi”, quien, evidentemente conmovido también, ha enviado un mail con el link a toda su lista de contactos, entre los que me encuentro, con este Asunto: ¡¡esos músicos cubanos!!...
Importante ver el video: forma parte de lo que se escucha, aunque sólo escucharlo sería suficiente. Verlo, al gran pianista, y ver a la chica viéndolo es un detalle agregado que se nos concede, como cuando compramos un objeto valioso y caro y nos regalan por ello y con él una joya igual de valiosa e impagable.
Se concentra Tony Pérez antes de comenzar a tocar, marca el tiempo para el conguero y entra en la música, casi literalmente. Y desde dentro la amasa como un panadero a su futuro pan, la moldea como haría un escultor con el barro húmedo, dibuja trazos de ella y la llena de colores como un pintor, pero también la baila, la agita y la acuna y la besa, todo a un tiempo, todo en cada único y diferente instante.
Nada le distrae, nada le interrumpe, nada existe fuera de su música. Ni siquiera el flaco impresentable que con fingida indiferencia simula organizar un tanto el local ¿a la espera de clientes? mientras se va aproximando, hasta conseguir finalmente lo que en realidad le interesa: alcanzar la mesa de mezclas y bajar el volumen del piano.
Pero, nada distrae al pianista, nada le interrumpe, nada existe fuera de su música.
Ella, la chica, continúa mirando con aumentada atención; observa concentrada, disfruta medio sonriendo medio sabiéndose observada también, en breve y para siempre, por todos los que no estamos ahí... aún.
Ella mira dejándose mirar y asumiendo su rol de único testimonio físico de nuestra presencia desde este virtual “otro lado” del local, entonces futuro, hoy real y eterno gracias a la cámara, que es youtube.
¿Es ella la novia, la esposa, la probable pero enamorada chica del pianista? Quiero creer que sí, sería bello que así fuera. Pero, sería también un tanto aburrido y para algunos hasta vulgar.
Pongamos entonces que la chica es tan sólo la acompañante, en cualquiera de esas categorías anteriores, del dueño de la camarita de fotos “en modo video”, que filma para él, para nosotros, para la historia. De este modo, con el mayor de los respetos, puedo pedir prestada, para mi personal disfrute de este pequeño “film” (así lo denomina el mismo autor y probable dueño de la camarita y de la chica), a la bella y solitaria muchacha que mira, con el objeto de evocar una hermosa escena de una serie de televisión sobre la vida del compositor francés Hector Berlioz, que vi hace más de veinte años y que, aunque ya no debe parecerse a la versión original, me niego a abandonar.
En la escena que recrea mi memoria, el atormentado y romántico músico tiene un encuentro con una chica serenamente hermosa que no le pertenece. Conversan tranquilamente sobre temas intrascendentes, mientras van quedando atrapados en una larga e intensa mirada. Entonces él, de súbito, le pide a la muchacha que se quede inmóvil, detenida en el acto de contemplarlo. El apasionado compositor, pluma en mano, toma un papel y comienza a escribir música sobre este, dibujando a la chica en espontáneas e improvisadas melodía y armonía, como haría un pintor con trazos y colores, una suerte de Goya de los sonidos. Así hasta cubrirlo por completo con una extraordinaria pieza de amor. La escena ofrece, como protagonista principal, la música que va creando Berlioz y que se escucha mientras este la va delineando en el papel.
Así veo que toca Tony Pérez en el video. Así escucho cómo lo mira la chica.
El flaco impresentable aparece de nuevo y, esta vez sin disimulo, baja aún más la música. También así es ese oficio. Tony Pérez toca igual a Beethoven que a Ramón Valle que al propio Tony Pérez. Es de los que tiene un probable espacio en la historia de la música cubana. Pero eso en sí mismo no es intercambiable por una cesta de comida, algunas prendas para cubrir el cuerpo y protegerlo del frío y del qué dirán, o unos cuantos billetes con los que costear una habitación donde descansar y ducharse. Es el suyo un oficio inestable, sin garantías y a duras penas regulable. Pero, es también un oficio al que es imposible renunciar y del que es inútil pretender desligarse, y que se lleva hasta el final como una mancha en la piel o un tatuaje. El oficio de la música es como una condición de la que no te puedes desprender y seguir siendo tú mismo.
Eso ayuda a que una vez más nada le distraiga, nada le interrumpa, nada exista fuera de su música. Ni siquiera el flaco sonidista o miscelaneo o encargado del salón o simple camarero que vela porque no se moleste a los clientes.
Tony Pérez y los artistas como él tocarán a Gershwin y a Chopin y a Pérez Prado con la misma entrega, rigor, pasión y virtuosismo, en el Carnegie Hall de New York, en el Green Street Grill en Boston o debajo de un puente. Basta para ello que haya que tocar. Igual ante una pequeña cámara de fotos que ante una multitud.
A veces le bastará estar vivo para que un buen músico toque como el más grande.
A veces le bastará, como lo demuestra Tony Pérez en este video, que una muchacha le mire.
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Gracias por darme unos minutos de goce con ese musicazo, Rubén. Pero más que eso, quiero proponerte que abras una sección en tu blog para "vacilar" con tu vuelo, tu agudeza y tu poesía los objetos, las situaciones, las frases, la idea, o la obra artística o simplemente humana que te llega. Las cosas simples que tú le puedes dar realce y regalarnos un momento de placer como éste que acabo de leer.
ResponderEliminarMe recordaste una canción tuya dedicada a una mujer que te impresionó su cara y expresión. La foto de una mujer en un cuadro que no conocías. Pero ese simple hecho te provocó un hermosísimo tema que aún disfruto en mis noches australes de nostalgia.
Hazlo, amigo, no desperdicies ese talento.
P.P.
Precioso documento, amigo. Conmovedora la imagen, magnífica la música y muy sentido e inteligente el texto (ay, esta maldita necesidad de adjetivar, pero es cierto...) Gracias, de verdad. Además, ahí quedan las enormes cuestiones que alimentan al edificante vilo: ¿por qué toca, para quién, quién es la chica? Siempre digo que la buena poesía no está en los versos, sino en el vacío (espacio, tiempo, imagen en potencia) que hay entre ellos. Esta escena queda felizmente "irresuelta". Ni tocarla, que no se sepa nada más. Está sobrada de poesía. Sólo le falta su poema... O no. Te abrazo. Jorge
ResponderEliminarYo estudié con Antonioooo!! Estaba en mi aula de la ENA (Escuela Nacional de Artes de la Habana), era el único varón en un grupo de veintipico de niñas que estudiábamos "teóricas". Sin duda, era el mejor músico de clase. Ya tocaba bien el piano. Es una gran alegría que el mundo se haya percatado de su gran talento y esté entre los grandes. Me llena de orgullo. Gracias Rube, por saber mirar en otros lo que tú también tienes en abundancia: TALENTO.
ResponderEliminarJ. Rodés.
¡A bailal y a gozal
ResponderEliminarcon la Orqueta Sinfonica Nacional!
"hay cerveza"
El persecursionista.
Tony Perez... that does it!! Ese video me encanta, cuantas veces lo vivimos?! Nuestros amigos y amigas confiaban en nuestro talento y disfrutaban de nuestro arte desde una "multitud" (Quizas 15 personas que soportaban la armonia de un loco o la prosa de otro mas loco todavia), en fin, gracias...
ResponderEliminarBueno Rubén. Pa’ que no me subas el tono de "Fiebre de ti" y al margen de los piropos que te mandé de manera privada y pudorosa, sobre tu manera de escribir. Me he animado en una segunda oleada de admiración a escribir una reseña sobre Tony Pérez y el jazz cubano.
ResponderEliminarHe estado mirando otros videos de Tony y sinceramente es de lo mejor que he oído haciendo jazz latino al piano. (Por no decir lo mejor, que siempre te puedes equivocar). Que me perdone Michel Camilo, Chucho Valdés y mi admirado Gonzalito Rubalcaba. Aunque los tres son grandes pianistas, sin duda los mejores del mundo en su estilo, Tony Pérez se me antoja más inspirado, más natural, menos retórico y menos presuntuoso. La música viene a él para divertirse entre frases y ritmos trepidantes; en cadencias precisas e intencionadamente hechas para emocionar y no para impresionar. Cosa que alguno de los mencionados virtuosos no logran aclarar entre tanta ráfaga de notas y armonías rebuscadas. En fin, como he escuchado en algún sitio, Tony tiene pendiente se le reconozca la verdadera magnitud de su talento. Espero encuentre a un productor que le haga justicia. Ahora me viene a la mente otro joven talentoso pianista de esa generación Pepe Rivero del cuál tengo un disco que oigo constantemente y como te dije a ti y a Archi después de venir del Festival de Jazz de Vitoria: los músicos cubano al lado de los mejores del mundo del jazz, son de los mejores del mundo. El virtuosismo, la gracia, la musicalidad, la intuición y universalidad de lo que hacen no deja dudas. Cuando escuchas jazz cubano no sabes si bailar, tocar o escuchar admirado lo que hacen. Es algo totalmente arrollador y emocionante. Y da igual si hay una “jevita” mirando (aunque pa’ empezar y al terminar ayudan) cuando se arma la tocadera; el cuerpo, las manos y la cabeza no te pertenecen. Por desgracias los músicos cubanos actuales padecen un extraño sino que no voy ha desentrañar, pero que los deja a la sombra de muchos músicos sin talento. Solo espero que esa maldición se vaya quedando atrás y pueda resurgir lo mejor del talento cubano con la fuerza y reconocimiento que se merecen en la escena internacional.
Saludos pa’ la peña,
Osmandy.
Gracias Rubén por esta emotiva y maravillosa crónica a la altura de la maestría de Tony. Gracias Osmandy por tu aporte sabio y certero
ResponderEliminarBenditos sean todos¡¡¡
Les abrazo
Julio Fowler
P.P. Me tienta tu propuesta de abrir una sección donde “vacilar” lo que me llega. Quiero apuntar, para quien no sintoniza esa “frecuencia” en la que percibes y transmites la vida, que en ti el término “vacilar” tiene una connotación abarcadora, resumen de un montón de acciones que de tener que nombrarlas una a una haría demasiado largo tu discurso.
ResponderEliminar“Vacilar” es, en boca de P.P., a un mismo tiempo mostrar y comentar, recrear y disfrutar, participar y contemplar tomando distancia sin dejar de estar dentro, siendo protagonista y espectador, lector y escritor de una situación, una noticia, una teoría filosófica o una conspiración... una fiesta, un entierro, una bronca, un noviazgo... Acabo de darme cuenta que es imposible describir el significado último y total de la dichosa expresión en tu particular acepción de la misma... En fin, “vacilar”... el que lo coja es de él...
Una cosa más: la canción a la que te refieres se llama “Retrato” y está registrada también como “Una mentira”...
No terminaban aún los años 80 y estrenábamos con La Seña del Humor uno de nuestros espectáculos en el Teatro Nacional de La Habana. En la Terminal de Ómnibus Interprovinciales, cerca de su sede, compré una revista “Films Soviéticos” (inmejorable para forrar libretas) Desde la portada, una hermosa actriz rusa no me quitaba los ojos de encima. Llegué al hotel, me encerré en la habitación, coloqué ante mí en una mesita a la chica que continuaba mirándome y compuse la canción, interrumpido constantemente por el timbre del teléfono, pero negado a responder antes de haber acabado. Al final respondí. Eras tú, P.P., citando en tu habitación a todo el “señerío” porque era tu cumpleaños y querías estar unos minutos con nosotros. Todos tenían algo para ti (recuerdo que Danny te dedicó uno de sus inverosímiles cuentos y Jorge Guerra el “Piantao”, de Piazzolla) Yo te ofrecí aquella canción, acabada de componer, calentita aún, como regalo de cumpleaños. Fue la primera vez que la canté. Es, de mis canciones, la única de la que recuerdo cuándo la estrené y en qué circunstancia. Me alegro que aún disfrutes de ella.
Gracias.
Jorge, cuánto enriqueces estas entradas con tus comentarios. Me das la satisfacción de confirmar, desde tu mirada de poeta, mis certezas acerca las tantas lecturas que el más cotidiano de los sucesos suele portar, mientras aguarda porque alguien le desnude para otros. Sabes que soy de los que como tú disfrutan mejor esos espacios vacíos que señalas y a los que añades el tiempo y la imagen posible. Pero, sobretodo, aplaudo el modo en que te (nos) ofreces esa suerte de happy end para una escena tan sin solución aparente: “Esta escena queda felizmente "irresuelta". Ni tocarla, que no se sepa nada más. Está sobrada de poesía.”
ResponderEliminarNada que añadir, salvo que un poema nunca sobra.
Gracias, hermano, por tu comentario.
Judy, (bueno, J. Rodés) no estaría mal dar a este gran músico la oportunidad de contar cuánto y de que modo cree que pueda haber influido en su arte el haberse visto rodeado a diario por más de veinte niñas justo en ese momento de la vida en que un hombre necesita concentrarse de modo absoluto en la compleja labor de cultivar el talento que posee. Conozco a más de uno que no hubiera aprobado el curso jamás.
ResponderEliminarGracias, mi niña, por tu comentario y tu beso.
Percusionista, más claro ni el agua. Pero, me has hecho meditar acerca de lo difícil que también debe de resultar ser únicamente público.
ResponderEliminar________________________________________________
Anónimo 01:14 Nos has mostrado un caramelo y lo has escondido. Es evidente que algunos otros, además de esos “nuestros amigos y amigas” confiamos y disfrutamos también. ¿Puedes contar algo más? ¿Hay más caramelo?
Gracias a ti por comentar.
Resultado de las subidas de tono... Aclaremos primero que hablamos en términos musicales: amenacé a Osmandy, cantante y percusionista de nuestro trío, con subirle el tono de la canción “Fiebre de ti”, que interpreta magistralmente, por enviarme sus opiniones por mail y no exponerlos en el blog; como ven funcionó, para beneficio de todos dado su excelente comentario...
ResponderEliminarPues bien: Osmandy, si el resultado de las subidas de tono son reseñas como la que has escrito acerca de Tony Pérez, ya te puedes ir operando pues terminarás convertido en Il Castrato de la Salsa.
Coincido plenamente contigo y estoy seguro que esa maldición que refieres y que aleja a los músicos cubanos de los espacios que les corresponden no puede durar eternamente. Si la música, a nivel internacional, no atraviesa su mejor momento es porque la mediocridad se instaló durante muchos años en los lobbys que controlaban esta industria. Esta “crisis de la música” no es tal. Lo que existe es simple bancarrota del negocio del disco. Los músicos están ahí, repletos de proyectos, de sueños, de talento y de ganas de trabajar. Sólo hay que respetarlos tanto como se disfruta de ellos.
Gracias por tu comentario y tu reseña. ¿Traerá polémica? Deseo que sí
Gracias a ti, Julio, por tus bendiciones, por tu comentario y por estar siempre ahí.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Rubén, lo que está en crisis es el negocio sin escrúpulo de los mediocres que controlan la industria. Algún día la verdadera y buena música será reconocida como tal y caerán los mitos (anglosajones y latinos)que han tratado de imponerle al público, (tristemente manipulable en el 110% de las veces) durante tanto tiempo.
ResponderEliminarDe Tony, solo tengo que decir que lo considero uno de los grandes músicos cubanos (¡¡¡que no son pocos!!!) y que tuve el privilegio de compartir con él la grabación de un disco en Cuba hace ya algunos años. En cuanto pueda te enviaré el tema en el cual toca el piano, creo que es Te perdono, de Noel Nicola. Abrazos.
Gracias a ti, Rubén... La escena es surrealista. La he vuelto a ver, a escuchar. Puras perplejidad y magia. Gracias a ti, insisto. A ver si tengo tiempo para intentar acompañarla con alguna imagen en verso. No hace falta, para nada, pero quién sabe si todavía aparece algo más en esos evocadores vacíos, quién sabe si,
ResponderEliminarcon suerte, algún vacío más... Te abrazo. Jorge
Hemos estado muchas veces así,pero que musico no? lo mas bonito por lo menos en mi caso, es que disfrutamos lo nuestro tanto que basta una muchacha u otra persona con un poco de atencion para hacerlo mejor.Disfrutamos con lo que hacemos porque sabemos que lo hacemos bien y lo gozamos y decimos al final... hoy lo hemos hecho mucho mejor y eso que no habia nadie si no,seria ya lo maximo...jajaja..gracias por este video mi hermano.
ResponderEliminarAngel..
Gracias, Archie, por el comentario y por el tema “Te perdono” que me has enviado.
ResponderEliminarY, con tu permiso: estoy seguro que para Tony Pérez fue también un privilegio compartir contigo la grabación de ese disco que refieres. Lo único que no “te perdono” es que no hagas referencia del disco en cuestión: ¿se puede comprar o escuchar en algún sitio de la red? ¿está disponible de alguna manera?
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Jorge, yo también vuelvo una y otra vez a la escena. A veces por sorpresa, sin decidirlo casi. Trato de imaginar qué sucedería si no volviera nunca más.
Confirmado: el vino da alas.
Y tienes razón: “quién sabe si todavía aparece algo más”
Abrazos.
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Ángel, eso que dices: “hemos estado muchas veces así, pero qué músico no?” fue lo primero que vino a mi mente cuando vi el video. Después de toda una vida en estos menesteres sabemos cuán poco determinante es una sala llena o una multitud clamorosa para realizar la mejor actuación, alcanzar el mayor disfrute o conseguir la más sublime interpretación. No hay relación directa entre la cantidad, incluso la calidad del público y el hecho artístico mismo.
Y pensé también como, desde nuestra más temprana infancia, una y otra vez Danny, tú y yo hemos conocido de la entrega absoluta, tanto en el patio de una vieja casa como en un anfiteatro ante miles de personas, y en ambos repetidos casos hemos ¡sabido! de la en ese instante incuestionable realidad: “esta, la de hoy, ha sido la mejor actuación de nuestras vidas”.
Una cosa más: que hayas comentado en el blog me ha llenado de dicha. Muchas gracias, mi hermano, por estar acá conmigo, con todos.
Muyyyyyyyyyyyyyyyyy buenooooooo. Me encanta el piano, disfruta de este
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=yvBC3NCXI
http://www.youtube.com/watch?v=yvBC3NCXI3k
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