Vivía ya en estas hermosas tierras castellanas y consumía, con la misma resignada y sensiblera dulzura de un viejo tango hecho bolero (*), el último café colado con ingredientes exclusivamente cubanos.
Con enorme dificultad me desprendía de todo lo que había sido yo mismo hasta ese momento. Festejaba deshacerme de lo malo. Pero me destrozaba descubrir cómo el destierro convertía mi tesoro, mi familia, mis amigos, hogar, vida toda, en lastre del que tendría necesariamente que deshacerme si pretendía materializar algún sueño posible y labrar un futuro digno.
Bajo el torbellino de aquellos meses flaqueaba mi expectativa de algún acontecimiento que pusiera mi cuerpo a salvo de recibir el nuevo siglo con los pies en Europa y la cabeza en Cuba.
Con enorme dificultad me desprendía de todo lo que había sido yo mismo hasta ese momento. Festejaba deshacerme de lo malo. Pero me destrozaba descubrir cómo el destierro convertía mi tesoro, mi familia, mis amigos, hogar, vida toda, en lastre del que tendría necesariamente que deshacerme si pretendía materializar algún sueño posible y labrar un futuro digno.
Bajo el torbellino de aquellos meses flaqueaba mi expectativa de algún acontecimiento que pusiera mi cuerpo a salvo de recibir el nuevo siglo con los pies en Europa y la cabeza en Cuba.
Pero sucedió: logré reunir a mis hermanos conmigo. Y, con ellos, a mi cuñada de nombre de flor, Amarilys, sumergida en una ancha camisa bajo la que ocultaba el temor a que las autoridades cubanas no la dejaran viajar si descubrían su avanzado estado de gestación. El día que los abracé en el aeropuerto cayó deshecha la taza de aquel último café que el vértigo de la separación hacía ya interminable.
Fue un tiempo hermoso y desgarrador, en el que el pasado se tornó neblinoso desde la impronta de un presente vertiginoso y confuso. Muchos sueños se materializaban a poco de ser soñados. Y la esperanza.
Pero cuando verdaderamente comenzó nuestro futuro, nuestra nueva vida, fue el día que nació Daniela. Mi dulce sobrina. Nuestra primera raíz española.
Una vez comienzan a nacer los hijos del destierro, los conceptos de patria y tierra o país adquieren cada una su verdadera y exclusiva acepción. Y pierden esa condición de sinónimos a la que una vida sin la experiencia de la emigración suele reducirlos.
Desde Daniela nuestra Patria es la familia. Ella amplificó con su llegada nuestra identidad. Nos devolvió el hábito de la búsqueda y el aprendizaje cuando, aún sin cumplir los cincos años, desde su plato de frijoles negros o de tostones, nos rectificaba vocabulario, construcciones verbales viciadas aunque habituales en el otro lado del océano, diferencias entre las “s” las “c” y las “z” , y mucho más desde un tempranísimo exquisito manejo del más escrupuloso castellano.
Fueron aquellos los primeros síntomas de una prodigiosa lucidez que ha sido uno de los grandes orgullos de nuestra Patria a lo largo de todos estos años. Y que en mi personal opinión tuvo su disparo de salida en esta elocuente viñeta que comparto:
Recibí una solicitud de Daniela hace dos días, pidiéndome un post acerca de la Jornada Mundial de la Juventud y los sucesos alrededor de la visita del Papa a Madrid. Anoche, mi hijo me mostró un artículo sobre el tema, que me hizo recordar la petición de mi sobrina. Se lo comenté:
Os recomiendo el artículo: "Visita del Papa a Madrid".
Por supuesto, lo suscribo plenamente.
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(*) "El último café", tango hecho bolero
Fue un tiempo hermoso y desgarrador, en el que el pasado se tornó neblinoso desde la impronta de un presente vertiginoso y confuso. Muchos sueños se materializaban a poco de ser soñados. Y la esperanza.
Pero cuando verdaderamente comenzó nuestro futuro, nuestra nueva vida, fue el día que nació Daniela. Mi dulce sobrina. Nuestra primera raíz española.
Una vez comienzan a nacer los hijos del destierro, los conceptos de patria y tierra o país adquieren cada una su verdadera y exclusiva acepción. Y pierden esa condición de sinónimos a la que una vida sin la experiencia de la emigración suele reducirlos.
Desde Daniela nuestra Patria es la familia. Ella amplificó con su llegada nuestra identidad. Nos devolvió el hábito de la búsqueda y el aprendizaje cuando, aún sin cumplir los cincos años, desde su plato de frijoles negros o de tostones, nos rectificaba vocabulario, construcciones verbales viciadas aunque habituales en el otro lado del océano, diferencias entre las “s” las “c” y las “z” , y mucho más desde un tempranísimo exquisito manejo del más escrupuloso castellano.
Fueron aquellos los primeros síntomas de una prodigiosa lucidez que ha sido uno de los grandes orgullos de nuestra Patria a lo largo de todos estos años. Y que en mi personal opinión tuvo su disparo de salida en esta elocuente viñeta que comparto:
Conversábamos a la mesa, luego de un espléndido atracón de comida cubana en familia, en nuestra casa de Madrid junto al río Manzanares. Más allá del balcón, la habitual vista del estadio de fútbol “Vicente Calderón” nos sugería la nostálgica imagen de otro estadio, el de baseball, que asomaba tras la ventana del despintado apartamento, también junto a un río, el "San Juan" de Matanzas, Cuba, que habíamos abandonado apenas unos años atrás.
Alrededor de la niña en su pequeño trono, una tribu de nueve indocumentados, incrementada con los invitados o aparecidos habituales, disponíamos de arsenal suficiente para bombardear el fuerte de los olvidos con cualquier cantidad y tipo de municiones en forma de recuerdos y pareceres.
La conversación derivó, suceso habitual, hacia uno de tantos disparates que, de manera constante, regalaba en aquella y todas las épocas el señor Castro a los cubanos. Algo como que "un cubo de lentejas tiene la misma cantidad de proteínas que un filete de res" (un bistec, como decimos en Cuba) “NO necesitamos comer carne”...
Los criterios que esgrimía eran tan absurdos que alguien casi entra en cólera:
- ¡Es indignante que un presidente sea tan infantil!
Daniela, que escuchaba y que aún no cargaba siete años, se dirigió a todos increpando con estricto acento castizo:
- Por favor, ¿me podéis explicar qué tiene de malo ser infantil?
...
Recibí una solicitud de Daniela hace dos días, pidiéndome un post acerca de la Jornada Mundial de la Juventud y los sucesos alrededor de la visita del Papa a Madrid. Anoche, mi hijo me mostró un artículo sobre el tema, que me hizo recordar la petición de mi sobrina. Se lo comenté:
- Daniela me ha pedido que escriba sobre este asunto y no he tenido tiempo, tomaré este de referencia porque me gusta mucho y...Y de vuelta a mi ordenador leo:
- No te preocupes – me dice mi hijo – ese es el artículo... –
- ¿Qué quieres decir? -
- Es de ella el post, de Daniela... Te ha enviado un email -
“Tío, te pedí que hicieras una entrada en tu blog sobre la JMJ, pero aun así no pude resistirme a escribir un post yo misma. Me he creado un blog en el que intentaré escribir de vez en cuando (espero que la inspiración esté de mi lado) y el cual he comenzado con este post sobre la visita del Papa.”Cold As Snow es el blog que inaugura mi sobrina Daniela: (http://friocomonieve.blogspot.com/)
Os recomiendo el artículo: "Visita del Papa a Madrid".
Por supuesto, lo suscribo plenamente.
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(*) "El último café", tango hecho bolero
Qué bonita nota, amigo. Cómo la entiendo y la comparto. Me pasaron cosas tan parecidas... En fin, ahora creo saber que nuestro "movimiento" fue más "leve" de lo que parecía, porque Cuba, y, sobre todo, La Habana, a pesar de todas las manipulaciones orquestadas desde estamentos socio-políticos y económicos en los últimos 150 años, fue siempre españolísima. Más, tal vez mientras menos quiso. Escribí hace poco en un poema: La Habana, esa Castilla púber de líquidos contornos y agitados crespos... Ahora comienzo a presentir, sin embargo, un proceso que está llevando al país a un escenario cultural más inquietante: una cierta "haitinización" de la isla. Claro, es lo que tiene el hombre nuevo: si se pone, se pone. Recordemos que el primer hombre nuevo americano se creó en Haití. Mira, escribí esto hace poco en un consabido blog donde el articulista comentaba sus inquietudes de raíz greco-latina en la Cuba de los ochenta: "Curioso comenzar por el principio en una isla donde parecíamos destinados a inventarlo todo… Interesante reseña. Dijo Anaxágoras: “El sol excede en tamaño al Peloponeso”, pero en Cuba el sol apenas era un accidente al margen del ego, del chovinismo y de la ceguera. Cuba, esa isla prodigiosa donde por segunda vez se proyectó el hombre nuevo en América (el primero ya se había proyectado y construido en Haiti 170 años antes) Mira qué curioso, ahora Cuba ha logrado constituirse en una prolongación hispano hablante de Haití. Sólo falta un “pedraplén” que una físicamente tierras de tan reconocido pedigrí genitor… Ah, y decidir cuál sería la capital y cuál la religión oficial… Me gustó la reseña. Entonces alejado de ustedes, compartía las mismas inquietudes. Cuando leo cosas inteligentes todavía me ronda cierta esperanza. Quién sabe si estamos a tiempo de, como dijo Empédocles: “sacar del Hades el vigor de un hombre muerto...
ResponderEliminarGracias, hermano. Y mucha suerte a Daniela con su blog.
Muchísimas gracias tío. Como ya dije en un comentario en mi blog, significa mucho para mí tu apoyo. Espero escribir de nuevo muy pronto.
ResponderEliminarUn abrazo,
Daniela.