viernes, 13 de noviembre de 2009

Los que me alimentan (I)



Selección de Comentarios.









Danny - J. el discrepador





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La verdad.

La verdad, para algunos, no siempre tiene la apariencia de lo evidente.
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El “Hombre Nuevo”: el progre, el antisistema...

Si la población mundial crece desenfrenadamente, es lógico que el número de idiotas se multiplique; pero que controlen casi todos los medios y tengan altos cargos, de cualquier tipo y en cualquier sitio, es preocupante para el destino de esta especie.
Con tanto desarrollo tecnológico y con tantos medios de comunicación es difícil no enterarse de todo lo que se crea, lo que se descubre y se aporta. A su vez, el individuo tiene a su alcance la posibilidad de mostrar sus habilidades innatas o adquiridas. La mesa está servida, ¿qué pasa con aquellos que no tienen nada que decir u ofrecer y sólo cuentan con la capacidad de ser pretenciosos? Pues en tales circunstancias se engendra ese prototipo de “Hombre Nuevo”, sin rostro, que por llamar la atención se ha convertido en una masa devastadora, que intenta arrebatarle al hombre aquello que le diferencia de los animales.
También conozco a gente lúcida, culta y talentosa, gente con diversas virtudes que probablemente por ciertos desórdenes relacionados con la autoestima terminan, tristemente, siendo partidarios, (a veces aliados), de estos movimientos de imbéciles en acción, de éstas hordas depredadoras cuyo objetivo último es poner un velo a su mediocridad.
Pero la vida en sociedad es el resultado de la necesidad de sobrevivir, y si estamos diseñados para eso, espero que se imponga la sensatez y el sentido común que nos ha permitido llegar hasta aquí.

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Blog y debate.

...Muchos debates presenciales terminan en discusión, probablemente porque, además de otras razones, la inmediatez inhibe el pensamiento lúcido y de ahí que no se acierte con frecuencia en el argumento, (somos muy raros). Las probabilidades de que eso ocurra a través del blog son pocas y esto ofrece una gran ventaja para la moderación y el acierto.

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La vanidad..

...Vanidosos somos todos! Pero por naturaleza, no por malos hábitos. Quiero creer que conceptos como trascendencia y perpetuidad, (hablando en términos evolutivos), son cimientos de esa carga tan pesada. Hoy lo que ocurre es que con tanta información nuestra vanidad se exhibe de formas más diversas que antes. Pero siempre ha estado ahí, el hombre intentando darle sentido a una vida aparentemente finita y usando todos los recursos a su alcance. Es cierto que varía bastante el modo en que se manifiesta entre unos individuos y otros, pero sabemos que eso depende de la complejidad de las redes neuronales de cada cual.

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La soledad.

Resulta extenuante el ejercicio de abstracción que supone recordar la propia soledad cuando no te sientes solo. El cerebro automática y alegremente ha decidido que la soledad NO EXISTE ; por tanto, no se comprende.
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viernes, 6 de noviembre de 2009

What Color Is Love

Son pasadas las 12 del mediodía. Hace ya más de seis horas que martillo y martillo sobre la decisión de acostarme de inmediato, de no permitirme transitar otro día sin aprovechar la luz del sol, esa luz que se cuela hay rato por entre las rendijas de la persiana, de esa persiana que no me atrevo a abrir porque eso sería romper definitivamente la noche, la misma noche que me malcría hace tantos años, que me acurruca, me alcanza la guitarra y el libro, o me arrastra red adentro por los enmarañados pasadizos repletos de tentaciones de la Internet.
Cada minuto igual, “ya me acuesto”... tan... “ni un segundo más”.. tan tan tan... “bueno, un último vistazo al correo”...

Entonces, un mail, con archivo adjunto y
Asunto: "Rubencito, Brodeco!!!" (lo que excluye toda posibilidad de uno de esos empalagosos pps).
Voy al remitente, Enrique Collazo Pérez, y adivino: ¡buena música!
Leo de inmediato:

Asere, Ud. y yo tenemos... (privado) ...del todo, por ello es que esta vez le disparo un temazo inclasificable de un niche yuma que tiene un vozarrón del tiempo de la esclavitud, especial para el blues, pues es un autentico lamento la voz del tipo, y a la vez con una sensualidad de 7 pares. El tipo se llama Terry Callier y ya es temba pues esta dando guerra -interrumpida- desde los 70, pero ahora ha vuelto con nuevos bríos y con una vozaza añeja y envolvente que te eleva, te transporta Man! Espero que Ud. que tiene unas guatacas del recontracoño divino admire esta obrita maestra como yo. Un abrazote Tiger!!! Collo

Hace más de 70 minutos de eso. He cambiado el martilleo por este otro “ruido” que, no sabiendo como agradecer al Collo que me lo haya regalado (porque ya es mío, como la noche), he decidido compartir aquí.
Gracias, Collo. Lo he escuchado ininterrumpidamente desde entonces.
Te abrazo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

¿La gente no aprende, la gente no piensa?

¿Podría esto llegar a suceder en Cuba?

I
En este post : ¿Las elecciones alemanas desmienten la nostalgia comunista? ... su autor, Albert Splugas,  plantea que, "observando los resultados de las elecciones (en las que apenas un 20-30 % votan a los herederos del antiguo régimen) es difícil  tomar en serio la encuesta que revelaba que una mayoría de alemanes del este siente nostalgia por el comunismo.”.

Me da un susto hondo y triste: será minoritario, sí, pero es un porcentaje enorme. Porque ¿quiénes pueden sentir nostalgia de aquellos años de comunismo en la RDA?   Las personas cercanas a los altos círculos de poder, los que se beneficiaban de aquel régimen eran apenas unos cuantos. El resto era pueblo, pueblo puro y pelao'. O sea, gente que no tenía libertad, que vivía vigilada las 24 horas, que no podía expresarse libremente, ni poner sencillamente un negocio y buscarse la vida, ni largarse o regresar cuando le diera la gana adonde le diera la gana, ni escuchar la música, ver la película o leer el libro que se le antojara, ni educar a sus hijos como entendieran apropiado, ni prosperar o negarse a lo que no le gustara sin correr el riesgo de ir a parar a la cárcel o al paredón.
O esas cosas son importantes, y pesan, o algo en mi mente no anda bien. Ya sé que una cosa no quita la otra, mucho menos en mi caso: algún golpe que me dí de pequeño en la cabeza me hace tener fe aún en que la cordura conduce a los humanos irremediablemente hacia la búsqueda de la felicidad, incluso como auto-protección ante la idea inminente de la muerte, y que a esa felicidad se llega sólo a través de la libertad, de la libertad, de la libertad... (anda, ya me duele la cabeza).

Me entristece, me asusto y no entiendo ¿La gente no aprende, la gente no piensa?
Comienzo por lo segundo: la gente no quiere pensar, la gente no tiene tiempo para pensar, pero sobre todo la gente no sabe pensar. Nacemos, nos enseñan muchas cosas, pero no nos enseñan a pensar.
¿Tampoco aprende por sí sola la gente?  Si, pero las cosas elementales: debo comer, ver la tele, dormir cómodamente, pasar el menor trabajo posible. No, la gente no aprende por sí misma porque tampoco sabe aprender. No nos enseñan a aprender. Quienes tienen en sus manos el poder para legislar y propiciar que se enseñe a pensar y a aprender solo legislan y propician lo que saben. Y hace muchos años que quienes ostentan ese poder dejaron de ser grandes pensadores, hombres cultos, humanistas, pedagogos, inventores, escritores, científicos, hasta poetas. En algún momento los hubo.

¿Quiere esto decir que yo sí me creo capaz de pensar y de aprender? En lo absoluto, más bien soy lento para ambas cosas. Pero, por si pudieran (para mentes suspicaces) resultar ofensivas mis tristezas anteriores, hablaré entonces de reflejos condicionados. Diré que estoy amaestrado, que es pura y simple experiencia. La de haber vivido bajo la dictadura comunista y de saber que ya nunca dejaré de ser víctima de ello. Una experiencia que es no sólo mía, pero que al menos yo he decidido no tirar al cajón del olvido como parece hacer ese 20-30 % de ciudadanos alemanes y sé que muchísimo personal más que ha pasado por situaciones similares, cubanos entre ellos, incluso algún amigo.

Me entristece y asusta, porque vislumbro una situación similar en una Cuba futura. La nostalgia de cierta cantidad de compatriotas por estos últimos cincuenta años de “revolución” se pondrá de manifiesto, primero, entre la parte más crédula y olvidadiza del pueblo y, poco a poco, comenzará a ser utilizada por los listillos de siempre para hacer carrera política y llegar al poder. Por último, lo más repugnante: la reinvención de todo este período por parte de oportunos historiadores e intelectuales de toda índole, a muchos de los cuales ya se les ve chapoletear entre la crítica al capitalismo, del que disfrutan a plenitud, y el lanzamiento de discretas señales a determinados individuos, grupos y asociaciones que poco a poco se perfilan como posibles futuros poderes en la isla. Visión de mediano y largo alcance de esas aves de rapiña que saben que las arcas del estado cubano volverán, ya en tiempo no muy lejano, a estar repletas de dinero de “nadie”.


II
No  basta vivir en libertad para aprender a ser libre. Mucha gente necesita que, además, se le explique cómo hacer uso de la libertad y qué sentido tiene.
La persona libre no entiende que alguien no sepa cómo vivir en libertad. La persona realmente libre y decente es incapaz de  pretender “imponer” la libertad al prójimo. Para ello tendría que explicarla e ideologizarla.  Y donde hay ideología no hay libertad.
Entonces aparecen ellos, los políticos, los líderes, los salvadores. Han encontrado un vacío, una grieta, una vulnerabilidad en el sistema democrático. Ellos sí se toman el trabajo de explicar la libertad. Y de tergiversarla y manipularla, por supuesto. Pero eso no lo nota mucha gente; recuerden: la gente no piensa.
De resultas, toda esa gente y mucha más termina creyendo que existe un modo de obtener la libertad y de llegar a la felicidad que no requiere esfuerzo alguno: que otros nos lleven a ellas, que otros nos las consigan, nos las envuelvan y nos las envíen a casa. Que otros repartan la libertad y la felicidad a partes iguales entre todos. Y, claro, quién sino esos políticos, esos líderes y sus mediocres gobiernos.

Pero así está diseñado el mundo, así lo hemos diseñado. Y el problema a estas alturas radica en saber elegir el mal menor. Si pensáramos o aprendiéramos de los fracasos y los golpes recibidos nos evitaríamos caer una y otra vez en las inescrupulosas garras de nuestros propios errores, y con ello conseguiríamos mantener a reguardo a nuestros hijos.
Mas, no hay remedio; ahí están esos nostálgicos de medio mundo, desorientados, desamparados, buscando en el pasado lo que no son capaces  de vislumbrar en el futuro porque el presente está lleno de incertidumbres; y porque, aunque en la tele, en las escuelas y desde los distantes balcones del poder se les cuenta que la felicidad y la libertad son "derechos inalienables", nunca se les dice que esos derechos no se dan silvestres, sino que hay que plantarlos, cultivarlos y conservarlos bien protegidos en ese invernadero apenas sin usar que es nuestra responsabilidad.

Algo habrá que se pueda hacer para que los cubanos conservemos siempre, fresca en la memoria, la desolada imagen de este brutal tsunami de familias separadas, destierro, humillación, esperanzas rotas, sentimientos divididos, muerte, impotencia y espera, larga espera a que nos hemos visto sometidos durante cincuenta años.
La nostalgia por un pasado lleno de tristezas es una cobardía; la cobardía de no querer adentrarnos en ese futuro que se anuncia oscuro y vacío y llenarlo de nuestra luz, como se merece.

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jueves, 29 de octubre de 2009

Ella canta. Él toca el violín.

Ella canta. Él toca el violín. Y, aunque también toca el piano y compone y orquesta: Él, toca el violín.
Si bien se conocen y admiran mutuamente, e incluso coincidieron en las escuelas de artes de La Habana, cada cual ha tenido su propia carrera y muy escasas veces han coincidido en escenarios. Yo sé de una vez en Madrid. ¿Tal vez alguna más en este último año en Miami donde actualmente viven ambos?.
Musical y humanamente cada uno de ellos es un universo. Infinitos. Si los hago coincidir aquí es porque, cuando el mundo aprieta y no hallo el modo de saciar las ganas de liberarme tocando la guitarra, hay un sueño que me calma: el sueño de estar encerrado en un cuarto con ellos dos durante muchas horas, sirviendo de alucinado, frágil y manso puente sobre el que deslicen toda la música que son capaces de conjurar. Es uno de mis más recurrentes y hermosos sueños. Y también uno de esos melancólicos, improbables hasta que tuve que abandonar la isla, fraccionados mi pequeño gran mundo profesional, mi familia, mis amigos; todos un único cuerpo mío diseminado por medio mundo.
La música casi les queda pequeña. Es juguete en sus manos. Pero no como elegante casita de muñecas o estáticos soldaditos de plomo, sino como uno de aquellos enigmáticos artefactos chinos o rusos, básicos o no básicos o dirigidos que caían en nuestras manitas de pequeños y que, después de un par de días, saciados y curiosos, comenzábamos a desarmar lentamente hasta convertirlos en un amasijo de tuercas y trozos de lata, que nunca más conseguíamos rearmar.
Y en ese punto se hace luz la diferencia: Gema Corredera y Pedro Alfonso pueden desarmar la música en piezas mínimas, casi indescifrables para otros, e inmediatamente volverla a recomponer. Incluso, pueden convertir el puzzle derramado en otro artefacto distinto y tranquilamente volver a desarmarlo. Eso les permite no aburrirse ni aburrir jamás a nadie. Y sin caer en la irrespetuosidad de hacerle perder su esencia, el ánima con que ha sido creada. Esto, que parece y debiera ser el primer y fundamental artículo de la Constitución en el probable País de la Música, requiere de mucho talento, alta sensibilidad y, por supuesto, de estudio y profesionalismo.
Ella canta, él toca violín y sé que se conocen muy poco. Aun. Pero, musicalmente, tienen más rasgos en común que dos gemelos parecido. Y de ellos el más disfrutable es ese discretísimo y muchas veces irónico guiño al humor, al buen humor con que recrean casi toda la música que interpretan. Amén de la capacidad de improvisar, dibujar y desdibujar lo creado por otros o por ellos mismos. Y no hablo de jazz, ese universo populoso y fértil donde la improvisación tiene su paraíso. Que también. Hablo de dos músicos que están unos grados más allá de géneros musicales, de respetables conceptos academicistas, más allá de todas las convenciones, pero también un grado antes del rebuscamiento y la pedantería de los superdotados.
Ellos ven la música, no solo la escuchan. Como vemos el semáforo y, ante el color amarillo, vamos disminuyendo la velocidad para no colisionar, los escuchas musicar y percibes que conocen y manejan a su antojo todo el enrevesado tráfico de los sonidos, y que se mueven en ese anárquico mapa como nos movemos el resto en una amplia autovía.
Y si, aun en este punto, a algún buen conocedor de músicos talentosos pudieran parecerle notablemente frecuentes estas maneras que apunto, les aseguro que lo que consiguen Gema y Pedro a partir de todo lo anterior, no se aprende, no se estudia, no se ejercita.
Conseguir estremecer el alma y curar espantos y ejercer el amor solía ser patrimonio de brujas y de ángeles en viejos cuentos. También la música lo consigue cuando quien la ejecuta está abducido por esa pócima de poesía conque Dios nos premia a todos, pero que sólo en algunos se manifiesta.
No creo que estas dos criaturas sean conscientes siquiera de la verdadera dimensión de lo que provocan en quienes hemos tenido la suerte de escucharlos. Tampoco puedo garantizar que, como a mí, a todos les resulte seductora su música.
Pero sé que seríamos muchos más a estremecernos si este absurdo circo que es la vida moderna renovara de vez en vez su triste espectáculo o alternara, al menos, los protagonistas.
Y, ojo, tampoco descarto que ambos hayan sido puestos ahí tan sólo para que, cuando el mundo aprieta, pueda yo soñar un cuartito mágico donde, en su música, refugiarme.
Sólo propongo que anoten ambos nombres, y que si tienen la oportunidad alguna vez de verlos en la cartelera de un teatro, de un club, de una tarima o en un banco de parque (que el diablo son las cosas), no lo piensen dos veces, procuren escucharlos. Son dos enormes artistas que les harán sentir cuánto mejor puede ser la vida gracias a gente como ella, Gema Corredera, la que canta, y él, Pedro Alfonso, el que toca el violín.

Y ahora, con perdón, aunque sé que lo que corresponde es una muestra en fenomenales videos grabados en espectaculares teatros, sonido surround y calidad de nominados a Grammy, lo que cuelgo dista de ser profesional: videos de cámaras no profesionales, sonido ambiente en primeros planos, montaje en computadoras caseras. A quienes esas cosas importen, que se salte estas y vaya directamente a Youtube, o a http://www.pedroalfonso.com  donde hay cosas de mayor calidad. Pero a mí la naturalidad y humildad con que estos músicos amigos se entregan, sin melindres ante la "contaminación ambiental", me conmueve al tiempo que los eleva otro grado en la escala de mis favoritos.
Mister Violín
Gema y Pavel

"Gema Corredera", acompañada por Son de Oro en La Reina de Cuba, Madrid, julio 2006. A la guitarra: Rubén Aguiar Muñoz; piano: Leo Herrera, bajo: Danny Aguiar Muñoz, friscornio: Yaure Muñiz, congas: Ángel Aguiar Muñoz.



Pedro Alfonso al Violín. Temas: Flamenco en Dos Patas, autor: Pedro Alfonso.
"Inolvidable", "Dos Gardenias". Participan: Judith Rodés (cantante, percusión menor), Osmandy Fuentes (bongoes ), Pedro Pablo Rodriguez (cajón, percusión cubana), Arturo Mena (piano, teclados),Rubén Aguiar Muñoz (guitarra y bajo). Invitado: KIM (guitarra). Concierto con Amadito Valdés. SEUL, KOREA, Agosto de 2007.


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miércoles, 28 de octubre de 2009

Siete estaciones hasta LAZARODICE

Les cuento cómo hice el viaje. Les recomiendo las siete paradas. Y les sugiero lo realicen en sentido contrario.
Me subí a la red en la Estación Central Cuba Inglesa. En uno de sus andenes pasan una muy buena serie: Crónicas del Aeropuerto, cuyo autor Denis Fortun, ha realizado esta linda Entrevista a Margarita García Alonso, la Chiquita Mala que me tenía guardado de sorpresa, mira qué boleto para un viaje directo a ese trocito de Matanzas que se ha instalado lo más al sur del planeta que ha podido: Lázaro Riera con su LAZARODICE acabadito de sacar del horno. ¡Qué honor!.


Cosas así dice en su blog LAZARODICE

"Si cuentas las veces que quisiste abrazar a tus padres y no pudiste, las veces que engañaste a tu paladar inventando guayabas y mangos, el guarapo que te falta y el mar que solo te quedo en las venas, entonces estás en condiciones de exigirle a la mentira el castigo que se merecen".

Mucha suerte, amigo.

lunes, 26 de octubre de 2009

Las riendas

Para cerrar el post anterior.
Reflexiones de cuatro hombres casados que se encontraban solos y consiguieron ¿pensar?...
Pensador 1 - ¿Cómo hemos conseguido los hombres llevar las riendas de este carro durante siglos y siglos?
Pensador 2 - ¡Cuánta soberbia en esa afirmación! ¿De verdad cree alguien que hemos sido los hombres los conductores?
Pensador 3 - ¡Claro que hemos sido los hombres! ¡¿No ven el desastre a nuestro alrededor?!
Pensador 4 - Ssss...Silencio, por favor, que no acabo de comprender este video...

Estoy en Puerto Loeches sin Judy.

Supongo que todos los cubanos de mi generación (+ -) leyeron el relato de Isaac Asimov que parodio en el título de este post: "Estoy en Puerto Marte sin Hilda".
Si no fue así no pasa nada, yo lo leí por todos ellos, incluso puede que hasta dos veces por cada uno. Fue hace muchos años, cuando tenía más tiempo para leer que libros a mano. Justo lo contrario que hoy día.
El título siempre me ha resultado tan ¿poético? ¿romántico?, ciertamente atractivo, que llevo más de tres décadas conviviendo con el sueño de encontrarme, de pronto, absolutamente sólo en una estación espacial, recostado en un largo sillón, los brazos en alto cruzados tras mi cabeza, los pies sobre la mesa de mandos llena de botones y mis ojos contemplando los millones de astros y estrellas que tiritan tras la pantalla de cristal que me separa de la noche interestelar. Y esperando. Solo eso: esperando el momento de reencontrarme con mi mujer.
Del relato recuerdo poco, pero con toda certeza sé que no tiene nada que ver con mi sueño. El único punto de coincidencia con el protagonista de la historia es que me encuentro y estaré alejado de mi mujer por unos días. Ella está en Cuba, visitando a la familia, dándose un baño de amor y aliviando un tanto, con su presencia y unos pocos euros, la espera y el estómago de aquellos rehenes de los más antiguos e insaciables secuestradores del mundo occidental.
¿Qué sucede cuando un hombre casado, de pronto, se encuentra solo en casa ante la perspectiva de que esa situación se extenderá durante más de una semana?. Sumémosle que ese hombre no tiene absolutamente nada que hacer durante ese tiempo, ni trabajar, porque trabaja junto con ella, ni vacacionar, porque todos los ahorros de ambos, y algún préstamo adicional, han sido destinados a cubrir la parte del rescate correspondiente a este año y ya está en la isla.
Pues, sucede que se está solo. Solo. Soooolo.
Y el problema, lógicamente, no es estar solo (cuánto hombre solo no hay en el mundo), sino que yo, a estas alturas, ¡ya no sé estar solo!.
¿No existe un "Manual para el Hombre Casado cuando se encuentra Solo"?. No lo creo y, si existiera, seguramente hiciera recomendaciones del tipo: lea, escriba, piense, haga dieta... Pues, lo mismo: ya no recuerdo cómo se escribe o se lee o se piensa sin que una dulce pero firme voz me reclame cada 10 minutos, "pipo, un momentico, ayúdame a tender la ropa", o "qué estás haciendo?. Y ¿DIETA? ¿Ahora que tengo a mi disposición ¡turrones, galleticas dulces, helados de chocolate, latas de leche condensada!, sin que nadie me controle, dosifique o me descubra de madrugada en la cocina abarrotándome a hurtadillas de todo ello?.
Y eso no es todo; inmediatamente después que asumes que estás solo viene el desconcierto: ¿a qué hora se come en esta casa? ¿a qué hora se duerme y se levanta uno normalmente? ¿hay que bañarse todos los días?. Desconcierto que no compensan siquiera las presuntas ventajas de tal situación: que nadie se molesta ni te dice nada por el reguero de ropa por el cuarto, la sala y el propio baño; tasas de café y copas amontonadas en el fregadero; laticas de cerveza diseminadas por los rincones, todas las luces y la tele encendidas todo el tiempo; y lo más notable: horas sentado en el water leyendo tranquilamente sin que de pronto se abra la puerta y la dulce voz, ahora con el tono exacto entre una súplica y una orden, te pregunte: "¿te falta mucho?".
Una cosa sí que estoy disfrutando: he dejado de afeitarme... me he dejado la barba. No sabía que la tuviera tan canosa; pero me veo interesante, atractivo, paso largo rato ante el espejo pensando: ¿y si la fuera a recibir al aeropuerto así, con esta barba?.
En ese punto me doy cuenta de lo horrible que sería que me rechazara, de las ganas que tengo de que regrese ya y de lo hermoso que resulta ver como con cada hora que pasa se acerca más el día de abrazarla de nuevo largamente mientras ella me pregunta: "¿qué has hecho en estos días?". Y que venga el bateo que venga.

Bueno, esa es la situación cuando me llega vía mail este video, de un consejero matrimonial que, de modo muy peculiar, explica el por qué de la mayoría de los problemas entre el hombre y la mujer.
Historia de dos cerebros. Mark Gungor.

sábado, 24 de octubre de 2009

4:13

No sé cuánto más se puede hacer en menos tiempo.
No sé cuántos otros artistas pueden ser capaces de concentrar más de 300 años de música, ritmos, gracia y maestría en una sola pieza.(1)
No sé en manos de cuántos otros músicos se puede poner tamaña criatura.
No sé cuánto le debemos a Paquito D'Rivera, seguramente el músico más querido por los músicos cubanos (raza poco cariñosa, pero agradecida), porque él es el punto de confluencia, la nota en la que coincidimos todos: es el más grande.

Paquito D'Rivera, Romero Lubambo, Jazzahn Sebastian Jazz...
To Brenda with Love, Samba de Orfeu y Preludio en do menor de Bach.(2)
Eso, y todo lo que verán, en solo ¡4:13 minutos!.



(1) Conste que la pieza no es solo lo que escuchamos, que es bello y tremendo ... la pieza es la conjunción de aquello con los modos de Paquito, el espectáculo de su virtuosismo, su humor, el atrevimiento de tocar el saxo con una sola mano mientras dirige con la otra, su juego en escena, la complicidad con los músicos, que de fuera sentimos es complicidad con nosotros, cosa que él sobradamente sabe...

En fin, si esto es lo que se siente ante youtube ¿qué nos habremos perdido por no estar en ese teatro?

Y, ya puesto, una confesión:
Mientras disfrutaba una y otra vez este video de Paquito D'Rivera, me ha estado acechando otra imagen: la carrera de 100 metros planos en la que Usain Bolt rompió los límites de la velocidad humana cronometrando 9.58 segundos. Aunque la proporción parece justa y las emociones semejantes, me temo que la hazaña de nuestro músico supera la del jamaicano, toda vez que el record deportivo puede llegar a ser superado.

(2) Los datos son los que pude extraer de los comentarios en youtube. Si hay algún error, ruego me aclaren.

martes, 20 de octubre de 2009

LIBERTAD

LIBERTAD.
Total y absoluta LIBERTAD.
La LIBERTAD no es ni puede ser de a poquito.
L I B E R T A D
Nada raro, nada subversivo: solo LIBERTAD.
Nada con signo ideológico: solo LIBERTAD.
Nada extraordinario, ni caro, ni costoso: solo eso con lo que nacemos, solo eso con lo que nos vamos: LIBERTAD.
Simple y sencilla L I B E R T A D


Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.

jueves, 15 de octubre de 2009

De Festival

Ando de Festival en Colombia.
Es bueno ver, conectar.
Y ¡tan bueno! desconectar.

Enviado desde mi dispositivo BlackBerry® de Orange.
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lunes, 12 de octubre de 2009

Labores domésticas.

Las dos únicas labores domésticas que realmente disfruto son cocinar y planchar. Pero eso es solo la mitad de la verdad; completarla pasa por la confesión de que los únicos momentos de ocio de que dispongo transcurren mientras cocino o plancho (generalmente una camisa que debió estar lista, pero que solo a última hora aparece, llena de arrugas, a retar mi desacreditada puntualidad).
En la misma medida en que mi futuro se comprime, y desaparecidas ya aquellas maravillosas horas durante las que me abandonaba en los brazos del aburrimiento y la desidia, comienzo a asumir cómo prescribe también el espacio que tenía reservado al ocio en estado puro, ese inapreciable impaz que siempre tuvo como destino la más absoluta contemplación, y que mi mujer define como "estar en la bobería".
Ahora, los espacios de ocio, (ya saben, mientras plancho o cocino) los he destinado a escuchar. Escuchar es un acto que deliberadamente defino como contrario a la meditación. Escuchar me proyecta hacia fuera; algo así como escapar un poquitín de este señor en el que ando y chupar, como una esponja, lo que me de más placer o me aporte algo de luz y entendimiento.
Meditar, en cambio, es un camino en sentido inverso, un viaje al interior de este mismo señor, a urgar en oscuras cavernas donde se hayan, en iguales dosis, esos mismos placer, luz y entendimiento, pero de cosecha propia.
Puesto que el acto de meditar no goza de muy buena reputación en estos tiempos de tanta premura, (ahí tienen a mi mujer), hay gente muy seria que aconseja simplemente escuchar. Directamente se saltan la meditación. Supongo que sea porque, mientras uno escucha, puede ir haciendo tranquilamente alguna otra tarea (ahí me tienen a mí), cosa que meditando es más peligroso (la de veces que me quemé mientras... las dos cosas). Estos sabios coinciden en que escuchar es fuente de conocimiento y de auto-realización y, de algún modo, compensan la omisión al acto de meditar, con la sugerencia, qué digo sugerencia, con el mandamiento de que lo primero e imprescindible para la gnosis, el equilibrio y la armonía, es escucharse a sí mismo. O sea, escuchar hacia adentro.
No me voy a adentrar en cuestionamientos y/o discusiones que seguramente ni tienen fin ni conducen a nada. Seguramente no hay malas intenciones en esos gurús de la retro-modernidad (vaya, que eso no es nada nuevo), ni pretenden saltarse y obviar la diferencia entre meditar y escuchar. Yo pienso que es mas bien un acto de condescendencia por su parte, para con ese 99% de los humanos que, tanto si prestan oídos hacia adentro como si lo hacen hacia afuera, solo se escuchan a sí mismos.
Tampoco es mi intención hacer méritos ni vanagloriarme de haber conseguido, con los años, escuchar verdaderamente, aislar mi propio mundo, aplacar mi ego y conseguir eso que señalo como carencia del género humano: no escucharse más que a sí mismos. El caso es, por un lado, que luego de estar toda la vida en los escenarios haciéndo música, y, por otro, haciendo honor a mi codición de cubano cuando estoy en familia ó con amigos y compatriotas, entiéndase casi todo el tiempo gritando en lugar de conversar, pues he terminado padeciendo "Tinitus ". Y es un horror tratar de meditar, y mucho menos de escucharse a sí mismo en esas condiciones. Además de las oscuras cavernas y el aislamiento, nadie puede imaginar ¡¡el ruidazo!! que hay allá adentro. De mi voz interior se escucha apenas un leve susurro, tan quejoso y tenue que apenas si me interesa saber si le queda algo aun por decirme.
Aclarado esto, volvamos a mis momentos de ocio...
En la cocina solo admito otra presencia: la radio. Y de la radio los debates políticos y una mínima parte de las noticias. Odio escuchar música en la radio. Mi impotencia ante la agresividad estética de quienes hoy día eligen lo que se emite por las ondas hace que se me quemen los frijoles, la yuca me quede cruda ó le ponga comino al arroz con leche.
Mientras plancho, escucho música. La que tengo en mi PC. La que yo elijo.
No sé si el tipo de camisa o el color o la dificultad en el planchado son inconscientes condicionantes a la hora de elegir la música que quiero escuchar, pero, cada vez más, y probablemente porque mis camisas ya tienen todas ese toque de uniformidad arrugoso y amarillento tan frecuente en el escaparate de los pobres, la elección se reduce a dos únicos géneros: el bolero cubano de victrola y el tango.
Aunque el tango suele ser más frecuente. Y dentro del tango: Goyeneche. La mayor parte de mis camisas son de planchado Goyeneche.
Planchar una camisa dura 5 tangos Goyeneche, si es de mangas cortas.
Ojo, no digo que esa sea una medida exacta e igual para todos. Es que yo "me voy del aire". Me pierdo. Me fundo con la Orquesta de Troilo y la interpretación del "Polaco", momento que parecen aprovechar los pliegues de las camisas para cambiar de hospedero, y siento que me voy arrugando y pierdo la compostura, el sentido del tiempo y rara vez no termino llorando. Así como lo leen (si es que alguien está leyendo).



Toda esta esta historia no es mas que el tímido argumento que va a acompañar estos temas que dejo aquí, con verdadera ilusión y sin segundas lecturas: no tienen que ponerse a planchar para escucharlos.
Solo algunos detalles más. Tengo un montón de camisetas Piazzola y algunas chaquetas Gardel, pero los pantalones son todos Rolando Laserie. De vez en vez el Beny y Blanca Rosa Gil, sobre todo en invierno, para quitarle el "frior" a la ropa interior.
Ahora, la locura viene cuando debo ponerme una enorme camisa azúl de cuello chino con un Levi implanchable que tengo: la combinación de tango y bolero, Vicentico Vadés, Rolando la Serie, "El último café" y "Las cuarenta".
Una vez al año aparece alguna cortina, y con más frecuencia, alguna que otra sábana. Claro, que una sábana tiene distinto tempo, cadencia, tamaño, vaya, otro perfíl. En ese caso la música clásica es imprescindible. Y, por supuesto, sinfonías, conciertos, obras de larga duración. Guardo recuerdo de una sábana con un hueco de contornos quemados en forma de plancha, por culpa de uno de esos discos de Clásicos Populares, donde solo hay selecciones de pasajes y movimientos de obras mayores. Cada tres o cuatro minutos abandonaba la plancha para elegir...
Finalmente, casi a modo de confesión... Suelo planchar algunas prendas a mi mujer... ella asume que es la modernidad, el hombre compartiendo las labores domesticas... no sabe que son esos tangos... esos boleros.. por nada del mundo me pierdo esos momentos si puedo evitar perdelos. Cuando voy de visita a casa de los amigos o la familia y veo una plancha, me pongo tangoso, abolerao, entre tristón y sabiondo... nostálgico y lloroso... y feliz.

Paquito D’Rivera en el blog de Zoe Valdés


Paquito D’Rivera: Como es, y no como ellos quieren que sea…

En el Blog de Zoé Valdés

jueves, 1 de octubre de 2009

Las cosas en su sitio

I - Gorky Aguila, el elegido.

He estado escuchando un montón de canciones (y entrevistas) de Gorky Águila, líder de la banda cubana "Porno para Ricardo" y nuevo "elegido" para buena parte del exilio cubano (el tradicional, el de los marielitos, el post-caída-del-comunismo y el mas reciente, el de los renegados y desorientados hijos de la revolución), que coincide casi en pleno en tomarlo de bandera artístico-musical, o parecido, probablemente con el noble propósito de enfrentar tantos años de novatroviservilismo pro-revolucionario. El chico tiene gracia, ideas claras y probablemente el coraje e intransigencia dignos de un nuevo Maceo, dispuesto a resistir cualquier cantidad de revolubalasos sin doblegarse.

Ahora bien, la verdad es que como artista, como cantante, como propuesta estética para enfrentar a la sofisticada banda sonora de la revolución de los Castro, su comunismo, el socialismo y la izquierda en general, el muchacho tiene todas las de perder, y con él tiene garantizada el exilio cubano la continuidad de esta triste derrota que dura ya cincuenta años. 

En lo personal me cae muy bien este compatriota. Pienso, además, que es respetable y respeto su particular propuesta de manifestarse a través de ese original performance que resulta de la simbiosis entre sus canciones y el personaje que él mismo es, apuesto a que de modo natural. 

Pero, Gorky no es una alternativa estética ni artística a ese montón de profesionales de la música y la trampa que disfrazan y edulcoran la tanta mentira de dictadores y demagogos con nobles combinaciones armónicas, melódicas y literarias y, sobre todo, desde una infraestructura de mercado, política nacional e internacional insuperable.



II - La canción hace la verdad.

Una bella melodía y un hermoso texto de amor hacen que millones de personas mitifiquen a quien los ha creado. El autor se convierte ya en personaje. Y ese personaje es, a esos tantos ojos, noble, sensible, romántico, sincero y termina siendo querido, adorado muchas veces por esas multitudes. Si ese hombre va y le dice a esas multitudes - "Soy feliz... vivo en un país libre, cual solamente quiere ser libre..."-, le van a creer y van a soñar con ese país. Y si, encima, ese hombre les cuenta eso con melodías casi tan bellas como aquella primera, podemos asegurar que va a ser muy difícil probar lo contrario, aunque se tenga la razón y ese hombre sea realmente un mentiroso, hipócrita y oportunista. 

Ese hombre, ese autor, ese artista existe realmente, multiplicado, por cierto, y no hay modo de hacerlo confesar (ya veremos por qué): solo podemos intentar desenmascararlo. Pero para ello hay que conquistar a las mismas y a otras multitudes, me temo que con ¿bellas canciones? ¿hermosos textos?  Lo seguro es que lo que contemos hemos de hacerlo con una banda sonora de igual o mayor calidad que la del personaje en cuestión.


III - Los principios y la conveniencia.

En este punto hay que hacer notar dos cosas: 

1- esta banda sonora tiene sus propios cánones, sus leyes, su particular lenguaje. No vale que un gran cantante de ópera o una estrella de la canción ligera o la salsa realicen una cruzada de sinceridad, con las mejores intenciones del mundo, para conseguir el noble fin de desenmascararlo. No funciona: hay que usar el mismo lenguaje, hablar el mismo idioma para que se te entienda; o sea, canción de autor, nueva trova, ese tipo de música que cuenta con el respaldo de esa peligrosísima clase que controla los hilos de la historia actualmente: los intelectuales. Hay que usar los códigos de este género, porque eso, Dios sabrá por qué, le procura a quien lo ejercita cierto hálito de credibilidad, de solvencia, yo diría que hasta permite hacer profecías desde la arrogancia de quien cree tener la verdad.

y 2 - para llevar a cabo esta batalla hay que hacer acopio de una valentía semejante a la de Gorky y asumir ciertos riesgos, algo que la mayoría de los músicos no están dispuestos a correr (porque hay que comer, por supuesto, no por otra cosa). El riesgo: si te metes con la izquierda vete buscando otra profesión. En todos lados del mundo por igual: si eres músico y te metes con la izquierda, no trabajas. Si no trabajas no cobras. Si no aceptas de vez en vez subvenciones, pagos de los presupuestos del estado, dinero que los contribuyentes... (no, eso suena muy técnico): dinero que el pueblo, los pobres, los ricos y las multitudinarias clases medias consiguen trabajando y cuyo destino queda en manos de los políticos más astutos; si no entras en ese juego te queda tan solo buscar otro oficio ó prostituir tu talento usándolo en lo que sea y vendiéndolo barato (entiéndase llegar al punto incluso de tener que cantar esas mismas canciones, de esos mismos personajes, algunas de las cuales se detestan, para ganar el pan y poco mas). Y es que las giras, las galas, los teatros, los festivales, las fiestas en ciudades y pueblos, los conciertos solidarios, los premios anuales, los encuentros de Word Music, etcétera, se costean con las subvenciones que los gobiernos de cada país, ciudad, pueblo, municipio o barrio, destinan de las arcas estatales para la "cultura", lo que ellos deciden que es “cultura”. Y de ello es de lo que viven los músicos; la mayoría, no los pocos Juanes, Madonnas, Shakiras, etc. que trabajan en otro "sector". Esto ocurre incluso en Estados Unidos, donde ni siquiera hay Ministerio de Cultura, pero donde otras instituciones, ONG ó asociaciones consiguen subvenciones para lo mismo. Este tipo de cosas es algo que no se le ocurre a quien piense que el éxito depende del esfuerzo personal, la creatividad, el libre intercambio también en el mercado de talentos, la capacidad de adaptación a los vaivenes de este mundo. Esto es cosa de sociatas, con perdón.

Por tanto, no hay modo de vivir de la música si no entras en ese circuito. Porque no hay alternativas. Así que, si hay que cantar loas a la izquierda, "venga, dónde tocamos hoy".

Nos hallamos ante un tema muy complejo: la contradicción entre los principios (y sus consecuencias para el estómago) y la conveniencia (y sus consecuencias para el corazón). Tema para otro momento.



IV - La música y la libertad.

Mi conclusión es que, si Gorky tiene el coraje de enfrentarse abiertamente al duro régimen de la isla, es también porque no posee una propuesta altamente artística que ofrecer, y porque, además, lo sabe.

En otras palabras: no va a poder vivir solo de la música, por lo tanto va a usar la música para procurarse lo que más placer le da y más necesita: libertad. 

Lo aplaudo y le deseo toda la suerte del mundo.

Pero, me interesa más ir al otro personaje, el de la cuestión.


V - Silvio Rodríguez: Las cosas en su sitio.

Ya sabemos lo que sienten por él sus adoradores. Por ello me fui a buscar a los detractores, y enterarme, internet mediante, también de las objeciones. Resumo lo que encontré: "Silvio Rodríguez es un individuo carente de ética, oportunista y malvado y un hipócrita mentiroso; no hay más que observar lo que dice en sus canciones y compararlo con su modo de vida para saberlo".

Como norma, los que lo adoran hablan del artista, los detractores hablan del hombre. 

Tratemos de poner las cosas en su sitio: Silvio Rodríguez no tiene antecedentes estilísticos como creador de canciones, en Cuba no. Rompedor de esquemas, poco influido por la tradición (a pesar de lo que él mismo diga posando de humilde continuador), es un compositor que no viene de ningún lado de dentro de la isla. Musicalmente no tiene un solo punto de contacto con nada de lo hecho anteriormente en Cuba: ni la trova tradicional, ni el son o el mambo, ni la canción lírica o el feeling, la guajira o el bolero, mucho menos la rumba o la comparsa, por lo que tiene muy poca relación con esas cosas que ponen límites a la creatividad absoluta. Para colmo es un excelente poeta, con la contención apropiada para saber y conseguir delimitar entre un poema y un texto de canción. Y nadie ha podido llegar a convertirse en real continuador suyo, una vez conocidas sus propuestas, pues no es posible, porque es un camino cerrado que él mismo abrió. Aproximársele es tener que imitarlo: no hay género musical, es solo exploración, creatividad, propuestas. Es un creador constante, tremendamente talentoso e innovador. Muchos de sus temas están en la cima de la cancionística universal. Y ahí estarán. 

Pues resulta que todo ello, unido a ciertas circunstancias que todos conocemos (los inicios de la revolución cubana, el "florecimiento" de las dictaduras en latinoamérica, el enfrentamiento en todos lados del planeta de los jóvenes con los padres, las nuevas corrientes musicales encabezadas por Los Beatles, la liberación sexual, etc.) proyectaron a Silvio de manera tal que acabó haciéndose rico y famoso.

Ahora bien, todo eso, aunque le ha venido genial al gobierno cubano, no consta que haya sido procurado originalmente por Silvio para después ofertarlo y ponerlo al servicio de ese gobierno, sino más bien usar las ventajas que proporciona al gobierno para satisfacer sus propios intereses. Porque, además, es un tipo inteligentísimo, (y la inteligencia al servicio de los intereses propios suele funcionar de manera casi perfecta), que sabe y cuenta con que la gente decente no usa armas del estilo de las suyas y, por tanto, nunca habrá combate cuerpo a cuerpo, y todo lo que se le cuestione entrará siempre en el campo de la especulación. De hecho, la buena cantidad de porquería panfletosa que también ha compuesto, es evidente que ha sido para estar "arriba de la bola", de "su" propia bola: ser millonario en la isla, hacer lo que le da la gana en ella (estudios de grabaciones, productoras, viajes adonde y cuando le plazca, etc., todo eso que le estaría negado si fuese un ciudadano común y corriente, como le está negado a la casi totalidad de sus compatriotas en la isla). 

La Revolución le da la cobertura perfecta para hacer lo suyo y realizarse: toda la izquierda del mundo y buena parte de la derecha le compra su música, le da dinero, lo hizo y lo mantiene rico. ¿Cómo o para qué va a cambiar eso? ¿para estar éticamente tranquilo?... No, eso no parece que vaya con él. Por otro lado, lo que tiene lo ha conseguido con determinado discurso musical, estético e ideológico, ¿sería o no criticable que abandonara ese discurso ahora que es rico? Seguramente nunca pensó que pudiera llegar a esta situación privilegiada, y no me parece que la haya buscado; pero ¡es que se ha hecho rico cantándole a los pobres!... Podría argumentar y de hecho lo hace, que es, sencillamente, consecuente. Pero hay trampa en ello: en el punto en que está cualquier actitud que adopte es consecuente.

¿Qué haría yo si estuviera en su lugar?, ¿qué haríamos los demás?  Creo que, en ese sentido, está metido en un lío.


VI – El discurso perfecto.

Pero, eso no es todo: este hacedor de canciones ha hecho mejor publicidad de la revolución comunista cubana que el propio Fidel Castro... Él, Silvio, ha sido el discurso perfecto para promocionar aquella aventura, convirtiendo, a los ojos del mundo y con buenas canciones, la fiebre de poder de algunos pocos individuos en una causa hermosa y justa.

Ideología cantada, embellecida con excelente música ("Fuera de la música, todo, incluso la soledad y el éxtasis, es mentira. Ella es justamente ambos, pero mejorados" - Cioran). Los Castro y los Guevara no habrían llegado a ningún lado sin ese abrecaminos con guitarra. Apenas se les conocería mas que como grises figuras que militarizaron un país noble e ingenuo y poco más, porque poco más hubieran podido hacer. 

Escuchar "Ojalá", "Oh, melancolía", "Mariposas", mascullar "Tu me recuerdas el prado de los soñadores", susurrar "Cómo gasto papeles recordándote", tiene el mismo efecto que una droga que no deja percibir la realidad, te aleja de la verdad, te envuelve y no quieres saber de nada, porque la belleza nos puede conducir al abismo con una sonrisa en los labios.

Pero también la belleza puede convertir la infamia y la mentira en una dulce nana para dormir a ingenuos e ignorantes.  "La era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor...", "Te convido a creerme cuando digo futuro...", "El rey de las flores tiene su pueblo en un bosque muy remoto, dos pulgadas detrás del sol...", "Allí ame a una mujer terrible... Allí aprendí a quitar con piel el frío y echar luego mi cuerpo a la llovizna...". La música con que se arropan estas frases, las canciones resultantes y su discurso, son imbatibles si no se usan esas mismas armas para desenmascarar la mentira que ocultan.
VII - Estética de la Verdad vs. Estética de la Mentira.

Mientras cerremos los ojos (o los oídos, en este caso) al hecho de que Silvio Rodríguez es un excelente artista y sus canciones son bellas; mientras ignoremos que la gente le cree precisamente por la calidad de esas canciones, estaremos perdidos, perdidos en la tarea de hacernos escuchar, de hacer escuchar la verdad de tanto espanto. 

Para no perdernos definitivamente hay que enfrentar esa belleza con otra belleza igual o superior. Hay que encontrar una estética de la verdad, porque él, Silvio, gobierna en y desde la estética de la mentira. Y veinte o treinta de sus canciones, de tres minutos cada una, nos han costado, a los cubanos, más de cincuenta años de dolor.


VIII - Juanes y final.

Sin Silvio, Juanes nunca hubiera ido a cantar a Cuba. No hay más que ver antiguos videos en youtube del colombiano cantando y tocando (muy bien por cierto, cosa que no hizo en el concierto) canciones "increíbles" de Silvio Rodríguez. No hay más que escuchar en sus propias canciones, prescindibles todas, los fragmentados ecos de algunas de aquellas aventureras soluciones armónicas del primer Silvio y hasta no pocos de sus desafortunados vicios en el modo de cantar.

Ese afán de “Paz” de Juanes, no es más que el ¿secreto? deseo de cantar con Silvio, "el más grande monstruo de los cantautores".


No será acusando a Silvio Rodríguez (y junto a él al séquito de bufones que le hacen coro), de oportunista, hipócrita y mentiroso, como conseguiremos mostrar al mundo la historia real de estos recientes cincuenta años en nuestro país. Mucho menos si tenemos en cuenta que incluso una respetable cantidad de cubanos, con hambre allá ó con la barriga llena acá, cuando lo escuchan a propósito o casualmente, olvidan penurias o bienestares seguros de estar viviendo o haber vivido “en un país libre, cual solamente quiere ser libre”.

El macho en la música cubana

Esto, inicialmente fue un comentario que escribí sobre un artículo en el blog Cuba Inglesa, cuyo editor decidió publicar.
Agradeciendo, lo reproduzco aquí de rebote.



El macho en la música cubana

Muy buen artículo el de Enrique Collazo. Leyéndolo, re-escuchando la canción de David Calzado y recordando el surtidísimo repertorio del que podemos tirar para referirnos al tema, viene a mi cabeza una “iluminada” tesis que elaboré en mi juventud (o sea, hace muy poco), alrededor de este asunto. La idea central es la siguiente: El único logro real de la revolución ha sido la emancipación del macho cubano, la liberación de la esclavitud a que lo tenía sometido la “atrasada cultura seudo republicana”. Y la canción cubana es un perfecto tratado histórico que confirma ese cambio.

Me explico: desde la música de victrola hasta la Nueva Trova y la Timba (no conozco el reguetón ni el hip hop cubanos, pero sospecho que han de estar en la misma cuerda) ha habido una evolución en los textos e incluso en las melodías y performances que describen muy bien esta liberación. Una imaginaria curva ascendente comienza con aquellas canciones del macho herido, abandonado, traicionado por la mala mujer que lo deja llorando en los bares, o sea, el Macho Tarrúo: “un amigo mío en mi propia casa me vino a robar”... o “tú eras rico y mi novia un día por ti me dejó”... o “pides que perdone tus agravios /.../ yo no te guardo rencor / yo te recibo en mis brazos / pídele perdón a Dios...”. Orlando Contreras fue el mayor tarrú de la época.

La curva avanza, y el Feeling da fe de unos ligeros síntomas de soberanía, aunque sobresale cierto énfasis en la integración, el Macho Suficiente: “no necesito ir al cielo si, alma mía, la gloria eres tú”... “contigo en la distancia, amada mía estoy”... “me da tristeza contemplarte, triste, sola...”.

Así, sube y sube, haciendo más tarde contar a Juan Formell esa especie de portazo de Nora que es “Chirrín Chirrán, que ya se acabó; Chirrín Chirrán, que ya terminó”, en la que nuestro Macho Redimido, como el (la) personaje de Ibsen, ya decide por sí mismo.

Finalmente la curva alcanza su punto más alto en la liberación total, el Macho de Nuevo Tipo o Macho Revolucionario, Macho Rebelde Inmortal, Macho Combatiente, Macho Macho.

Es en ese momento que aparece el Combo de los Juglares de Palacio, vaya, la Nueva Trova, para dejar constancia de este Nuevo Macho: “Ojalá pase algo que te borre de pronto”... “Créeme cuando te diga que el amor me espanta, que soy feliz abriendo una trinchera”... “Olvídame muchacha, olvídame... ahórrate el sollozo y la impaciencia para cuando te ocurra por segunda vez”... “te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar”.

Han pasado los años y he tenido que actualizar mi tesis, pues, lamentablemente, junto con la crisis y bancarrota de la revolución, la curva cae estrepitosamente pregonando el desplome del macho cubano, justo cuando llegamos al ejemplo que pone Collazo de Calzado, “busca un temba que te mantenga”, y que explica muy bien.

Al final sólo queda esa especie de Macho Cabrón Posesivo, que tiene también su ejemplo más patético (perdón: poético) en aquel “la prefiero compartida... no es perfecta, más se acerca a lo que yo simplemente soñé”, de Pablo Milanés.

viernes, 14 de agosto de 2009

El hombre, el honor, la luna.

Creo en el Hombre, pienso que su naturaleza es bondadosa, pero que agoniza carcomida por la ignorancia, ese virus inmutable que se multiplica a la misma velocidad que el acceso a la información.
Dicho esto...

(I)
Entre las emociones que habitualmente descolocan mis primeros y más densos días de julio, dos destacan este año: el reencuentro con unos apuntes garabateados por mí hace casi 20 años, y el cerrado aniversario 40 de la llegada del hombre a la luna.
Me debatía entre la tentación de citarme, asumida tal pedantería, colgando una reflexión sobre la honra, y la agitación que me provoca aun el recuerdo de aquella noche de mi niñez, junto a mis padres y mis hermanos, escuchando cómo nuestro viejo radio negro pitaba* los primeros pasos de Neil Amstrong sobre la luna.
Enfrentado a esos dos temas tan distintos, (soy muy indeciso... ¿o no?) se me iban las horas contemplando la pantalla y sin poder teclear una palabra completa. No lograba armonizar con aquel apunte acerca del honor, sosteniendo motivos mas bien estéticos, y no se me ocurría, entretanto, nada original acerca del viaje del hombre a la luna.
No creo en el azar. Por eso sé que, a pesar de tantos días intentándolo, no llegué a concretar nada sobre alguno de los dos temas porque finalmente iban a converger, como todo en la vida, en un mismo punto, motivo, noticia, reflexión...
El apunte:
Uno de los más altos atributos humanos ha desaparecido hacia esta última mitad del Siglo XX: la honra. El catador de que me sirvo para concluir tamaña tragedia es la certidumbre de que ninguna de las personas que he conocido a lo largo de mis treinta años, se ha sentido jamás deshonrada.
Me confirmo en ello, actualizo la edad: 48, y apunto a la cualidad: el honor.
Aunque la honra y el honor son sinónimos en español, en ocasiones se hace distinción entre ambos términos. No es mi intención entrar en valoraciones al respecto, por lo que tomo en referencia el que más me atrae de ellos:
El honor, atributo que considero practicamente extinguido, y que me remite, en una primera y probablemente única lectura, a los antiguos caballeros medievales, sus códigos y normas, y sus homólogos orientales, los samurais, para quienes la perdida del honor conducía al Hara- kiri y cuyo código dicen que señala: "cuando se pierde el honor, es un alivio morir; la muerte no es sino un retiro seguro de la infamia".

(II)
Como la figura de un puzzle, el honor solo puede completarse si encajamos en él un monton de diferentes piezas, con sus propias formas y medidas, entre las que destacan: la lealtad, la generosidad, el afan de justicia, el sentido de la vergüenza, la modestia, la templanza, la caridad, la exigencia a nosotros mismos, el respeto, el decoro, la dignidad, la honradez, la integridad...
La agresión al honor pone en tela de juicio cualquiera de estas cualidades o a todas en conjunto. Aunque no tengo noticia de que alguna vez haya sido un atributo generalizado en el hombre, una lectura superficial de las más tempranas inclinaciones en todos los mortales que hayan tenido una normal adolescencia y primera juventud, me hicieron suponer alguna vez que la tendencia natural del humano es el crecimiento espiritual y adquisición cada vez mayor de hermosos valores y su manifestación.
¿Me equivoqué? ¿o sencillamente el honor no es realmente una cualidad necesaria o engrandecedora del alma humana?.
Tampoco es mi interés debatir (en realidad lo que no tengo es tiempo para ello) la actualidad de este atributo, su función o conveniencia en estos tiempos que corren: a mí su carencia me parece un paso atrás en la evolución del hombre, y punto. Tampoco intento juzgar o señalar siquiera el nivel de la decadencia en el humano ó las razones que nos han traido a esta situación. El señalamiento está hecho. ¿Provocación, obviedad? Tómese como quiera. Ahí está.
Tan solo una acotación, necesaria e imprescindible si pretendo ser honesto: no todo está perdido aun. Mejor: no todos estamos perdidos.
Y es, en este punto, donde convergen los citados motivos del comentario:

(III)
Cuarenta años después de haber pisado la luna por vez primera en la historia, vuelven sus principales protagonistas a ocupar espacio en las primeras páginas de la prensa, en la radio y la televisión mundiales, vuelven a ser noticia, los homenajes y agradecimientos, pero vuelven también los aberrados de turno (nótese mi toma de partido: ABERRADOS), reaparecen estos personajillos, (camuflando su antiamericanismo en ese casi institucionalizado oficio de "activista antisistema" y amparados por la libertad de expresión que solo ese sistema al que se oponen les permite), con su pretención no solo ya de poner en duda que Neil Armstrong, Michael Collins y Edwin "Buzz" Aldrin, hayan pisado realmente la luna, sino acosándoles y agrediéndoles con insultos.

El honor no es un título nobiliario, ni un nombramiento o diploma, no es algo que se le pueda otorgar a una persona: el honor se posee ó no. Y me reafirmo en la opinión de su practicamente total extinción, dejándoles en este video, como excepción que lo confirma, una muestra de como salda la afrenta un hombre de honor:
un individuo interfiere a "Buzz" Aldrin , de 79 años, segundo hombre en pisar la luna, diciéndole que aquello fue una farsa, que es un mentiroso... sin tener en cuenta que hay aun quienes poseen, lucen e irradian honor.



(*) el gobierno de Cuba interfiere la señal de las emisoras de radio que emiten sus programas desde Estados Unidos, y consigue que se escuche un pitido en el receptor cuando se sintoniza la emisora... lo que no consigue es que no las escuchen los cubanos.




sábado, 8 de agosto de 2009

I Believe

El Rockefeller Center, situado en la Quinta Avenida de Manhattan, Nueva York, es un espectacular complejo de 19 edificios dentro de los que se encuentran prestigiosos teatros, importantes sedes, estudios de televisión, oficinas, tiendas, restaurantes, bares, conectados entre sí subterráneamente por túneles. El Radio City Music Hall, el Associated Press Building, el Simon & Schuster Building, el International Building con su famosa escultura Atlas, el jardin Channel Gardens, el British Empire Building, La Maison Française y la Lower Plaza, con su pista de hielo para patinaje y la escultura Prometeo.

Todo impresionante a la vista. Enorme. Respetable.

Pero, nada en todo el complejo resulta tan conmovedor y sólido como una placa a la entrada, sobre la que hay grabado el texto de un discurso de John Rockefeller Jr, un credo, ante el cual toda la física dimensión del complejo queda reducida a una simple labor de faro, al que se le ha asignado la humilde tarea de señalizar y guiar hasta allí a todo el que visite la Gran Manzana, para mostrar el sueño de un hombre, su humana magnitud, muy alejada de la aparente ostentación conque se alzan esos hermosos edificios.

Al tiempo que mi hijo nos traducía a mi esposa y a mí las palabras grabadas en la placa, mis ojos comenzaron a ver, en cada uno de los muros de hormigón, el entramado de sudor y sueños sobre los que fueron construidos.

Yo creo
Creo en el valor supremo del individuo y en su derecho a la vida, la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Creo que todo derecho implica una responsabilidad; toda oportunidad, una obligación; toda posesión, un deber.

Creo que la ley fue creada para el hombre y no el hombre para la ley; que el Gobierno es el servidor del pueblo y no su amo.

Creo en la dignidad del trabajo, ya sea intelectual o manual; que el mundo no le debe a ningún hombre la subsistencia, pero que le debe a cada hombre una oportunidad de ganarse la subsistencia.

Creo que el ahorro es esencial para llevar una vida ordenada y que la economía es un requisito primordial de una sólida estructura financiera, en el gobierno, los negocios o en la vida privada.

Creo que la verdad y la justicia son fundamentales para un orden social perdurable.

Creo en el carácter sagrado de una promesa, que la palabra de un hombre debe tener tanto valor como su firma; que el caracter -no la riqueza, el poder o la posición — es el bien supremo.

Creo que la prestación de servicios útiles es el deber común de la humanidad y que sólo en el fuego purificador del sacrificio es consumida la escoria del egoísmo y se libera la grandeza del alma humana.

Creo en un Dios todo sabiduría y todo amor, con cualquier nombre conque se le conozca, y que la entrega más alta de toda persona, la mayor felicidad y la utilidad más amplia provienen de vivir en armonía con Su voluntad.

Creo que el amor es la cosa más grande del mundo; que sólo él puede vencer al odio; que la justicia puede y triunfará sobre la fuerza.

JOHN D. ROCKEFELLER JR.
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I Believe
I believe in the supreme worth of the individual and in his right to life, liberty, and the pursuit of happiness.
I believe that every right implies a responsibility; every opportunity, an obligation; every possession, a duty.
I believe that the law was made for man and not man for the law; that government is the servant of the people and not their master.
I believe in the dignity of labor, whether with head or hand; that the world owes no man a living but that it owes every man an opportunity to make a living.
I believe that thrift is essential to well ordered living and that economy is a prime requisite of a sound financial structure, whether in government, business or personal affairs.
I believe that truth and justice are fundamental to an enduring social order.
I believe in the sacredness of a promise, that a man’s word should be as good as his bond; that character — not wealth or power or position — is of supreme worth.
I believe that the rendering of useful service is the common duty of mankind and that only in the purifying fire of sacrifice is the dross of selfishness consumed and the greatness of the human soul set free.
I believe in an all-wise and all-loving God, named by whatever name, and that the individual’s highest fulfillment, greatest happiness, and widest usefulness are to be found in living in harmony with His will.
I believe that love is the greatest thing in the world...
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