lunes, 22 de agosto de 2011

Teoría y práctica de la intolerancia.


La noche del viernes, mientras atravesaba Madrid, pude observar de cerca a muchos de los participantes en la católica  Jornada Mundial de la Juventud.
Por las aceras, en los parques, en cada semáforo desfilaban ante mi coche. Organizados en grupos, uniformados en banderas, camisas de igual color y otros elementos por el estilo...
Qué vimos en realidad los que viajábamos en el coche: Montones de jóvenes. Muy jóvenes. Muchos menores de edad. Cantando, coreando, riendo alegres... ¡No protestando contra “nada”!  Marchando en doble negativo, diría mi hijo: “no contra nada” “no contra nadie”. Sólo cantando en alegría.
“Qué refrescante, después de estos meses”, decía mi hermano.
Felices de estar juntos, ilusionados en su fe, seguros, inocentes... ingenuos... ¿errados? ¿importa? 

En estos días he leído no pocos artículos referidos a este evento católico que reunía a todos esos jóvenes. Mi interés se centró en conocer las razones por las que un notable número de personas repudiaban de manera radical todo lo relacionado con la Jornada, el Papa, la Iglesia Católica, Dios... Mucho de lo que leí arremetía de manera bastante agresiva contra ellos.    

A tales artículos llegué por diferentes vías. Cito algunas:
Este por correo electrónico: “HeilBenedicto está en Madrid. Supongo que los madrileños sensatos habrán sacado a sus hijos de la ciudad hasta que pase el peligro. ¡Huid niños!, debería leerse a cuatro columnas en la portada de los diarios.
Este también por email: Me ha causado un cierto estupor saber que se han colocado cientos de confesionarios en el parque del Retiro de Madrid con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI... Son esos confesionarios los que, con razón, indignan a los indignados, mientras a ellos tratan de impedirles que confiesen su indignación.
Diario en Internet: “El antiguo nazi, quizá agobiado por una nostalgia senil de cuando paseaba marcialmente su uniforme de las Juventudes Hitlerianas, de botas y correaje militar, y saludaba brazo en alto, a la romana, a cuanta cruz gamada se le pusiese por delante, no quiere morirse sin antes experimentar la sublime sensación de ese viaje místico que debe de ser el baño de masas, al mejor estilo de los dictadores a los que la Iglesia ha servido tan obsequiosamente a lo largo de la historia.”
...
En principio estimaba una pérdida de tiempo tomar en cuenta lo que consideraba simples opiniones, por agresivas que fueran. Todos tenemos opiniones y libertad para exponerlas. ¡Y hace tanto calor!

Pero no me ha sido posible pasar por alto algunas imágenes publicadas en internet (dónde si no) que, en mi opinión, testimonian precisamente la puesta en escena de las insidiosas tesis que cada uno de esos artículos citados enuncian.
 Reproduzco por ello aquí algunas muestras de esos mismos artículos con sus opiniones “hechos materia”, las versiones “prácticas” de aquellas “teorías”, su ejecución... y su consagración.

Actos contra jóvenes religiosos por manifestantes ateos anticatólicos en Madrid.




Y aquí mi personal opinión acerca de estos hechos.

Esos rostros despreciables que acosan, agreden, insultan, escupen, golpean a esas personas absolutamente pacíficas, son también los rostros de quienes escriben aquellos artículos que he citado (y de muchísimos textos más). Como de aquellos autores son también estos rugidos, este  odio y la tan repugnante conducta de quienes insultan y agreden a esos jóvenes físicamente. Y tras ellos se insinúan también, de manera furtiva, los escurridizos rostros de quienes confirman esos  manifiestos cargados de odio y provocación  re-enviandolos por correo, recomendando, publicitando y con ello suscribiendo cada opinión ... (“No soy yo quien lo ha dicho, pero lee esto”...)

Estos últimos son los que provocan en mí la mezcla de indignación y tristeza que me ha llevado a escribir estas palabras. Porque algunos son personas que conozco, amigos incluso nada sospechosos de ser capaces de realizar o incitar siquiera a tales actos. Sin embargo les entusiasman esos alegatos y me los envían. También esta vez, como tantas otras, podría sencillamente concluir que "seguro existe un por qué” soportando esa actitud, aunque yo continúe sin entenderlo. Y punto. Podría una vez más la búsqueda de ese “por qué” precisar de una reflexión previa de mi parte, supuestamente alejada de prejuicios y superficialidad, una prudente y serena reflexión en la que sopesara motivaciones, culpas, entorno familiar y crianza complejas que de alguna manera los exculpara un tanto... incluido alguna atenuante quizás, tipo “los emails fueron enviados antes de que ocurrieran los hechos que esas imágenes denuncian”... etcétera...  Claro que podría, también esta vez...

¡Pero no me da la gana!  Si quiero ser objetivo y honesto no puedo correr el riesgo de alterar la realidad. Y esa cristiana tendencia a la piedad que padezco, y que es común a tanta gente, me puede inducir a cometer una injusticia. Porque cualquier intento de justificar o atenuar la responsabilidad de quienes agredieron a esas personas es una nueva agresión que estas reciben. Sin contar que, en ese caso, el que ahora agrede soy yo.

 Tampoco me vale decir que esos agresores son ignorantes, víctimas ellos también de años y años de una educación perversa, de manipulación y adoctrinamiento por parte de padres o tutores errados o de malvados políticos e ideólogos. No me vale, porque en ese caso estaría menospreciando el respeto que merecen tantos otros que también han sido víctimas de ese mismo adoctrinamiento y lo han superado y son incapaces de llevar a cabo actos tan despreciables.

La verdad está ante mis ojos, la evidencia ante la mirada de todos: la repulsiva condición de estos intolerantes que agreden a sus semejantes, y su responsabilidad, es compartida en igual proporción  por manifestantes, autores de esos provocadores alegatos y divulgadores activos y pasivos de aquellos.   

Y punto.
...


Dicho esto...

Los cubanos hemos vivido a lo largo de todos estos años esas mismas actitudes. Los actos de repudio llevados a cabo en 1980 contra quienes decidían marcharse de la isla y del comunismo eran semejantes a estos actos de repudio a esos creyentes cristianos. Y el odio, el desprecio, los golpes y escupitajos a “la escoria” porque no “creían en la revolución” son estos mismos golpes y escupitajos contra estos jóvenes católicos simplemente porque creen en Dios.
También así trataron los fascistas a los judíos en la Alemania nazi.

Digo además...
Pienso en mi hijo, en mis sobrin@s, en los hijos de mis amigos educados en el respeto más absoluto a la libertad propia y ajena. Podría alguno de ellos decidir libremente participar en la JMJ. Y recibir tales insultos y escupitajos o golpes simplemente por ejercer su libertad de expresión y de credo...
Pienso entonces en mi reacción, la más visceral, que es la que corresponde según el código de justicia que aprendí y ejercí de niño y luego y más en mi barrio de Pueblo Nuevo, en Matanzas, en Cuba... y pienso en mi supervivencia y la de los míos y en el honor y el respeto a las personas y a su libertad... y en mi aversión a la impunidad de los violentos... y en la respuesta que considero adecuada a cualquier agresión personal.


Comprendo ahora y no me extraña que en este país hace no mucho se haya desencadenado una guerra civil.
Tal y como, desde 1980, comprendí y tampoco me extraña esa otra guerra civil que nos tiene enfrentados a los cubanos hace ya 52 años.


.

4 comentarios:

  1. Gracias, Rubencito, por tu valentia de tomar partido por el Ejercito de Dios y encima DECLARARLO; en estos tiempos "modernos", donde ya se torna peligroso creer en El.

    Tiempo de reflexion para todos.

    Saludos,
    Niurka

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  2. Rube, consigues con tus siempre certeras palabras ser la voz de todos aquellos,que siendo muchísimos, no tenemos el talento de plasmar con tal perfección las mismas ideas. Personalmente me he sentido aliviada cuando he leído éste último artículo, más bien"vengada", has salido "cual caballero de brillante armadura" como dices en unas de tus canciones,para acabar con tanta falacia suelta en las calles y la prensa de éste país. Gracias

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  3. Niurka, es cierto que se torna peligroso en estos tiempos creer en todo aquello que no sea “políticamente correcto”.
    De cualquier modo todas las creencias de las personas de bien son igualmente respetables, incluidas las "creencias" de ateos y laicos. Por eso no son el objeto de mi reflexión. Es la violencia, en este caso la generada por las ideas, las que sean, lo que denuncio.
    Un placer que pases por aquí y comentes.
    Gracias.

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  4. Amarilys:
    Cada vez que la rabia me permite un rato de reposo, vuelvo a descubrir que es la ignorancia, la horrible educación y la pereza para querer curarse de ellas las que ocasionan que tanta gente termine manipulada, desorientada y participando en una ceremonia de violencia que difícilmente pueda compensar sus carencias. Sin la incitación de quienes lideran la opinión, sin sus irresponsables manifiestos contra todo lo que no coincida con sus criterios, probablemente el ambiente estuviera más saneado y la violencia verbal y física no tuviera el protagonismo que cada vez más adquiere en España.
    Pero ese “sin” no parece que vaya a aparecer en la vida pública y privada. Así que sólo nos queda denunciar todo aquello que pueda descomponer nuestra convivencia.
    Y leer, indagar y curiosear mucho, como sé que haces.
    Gracias por tu emocionado comentario.

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