lunes, 23 de abril de 2012

Organigrama Empresa Paco (Actualizado)

El “organigrama de empresa” que con humor describe esta foto sólo puede ocurrir de modo natural en una empresa estatal o costeada por el estado, donde el dinero es de los contribuyentes no del que contrata y paga los salarios.
Evidentemente para abrir el hueco sólo es necesario Paco.
Paco debe ganar una porquería, puesto que hay que pagar a los otros también. Que probablemente hasta ganen más que Paco.
En una empresa privada, por ejemplo mía, trabajaría sólo Paco. Los demás irían a la p... calle, como corresponde.
Esto me permitiría incluso, con el dinero que me ahorro, pagar más al que más trabaja, a Paco en este caso. Para que lo haga mejor, por supuesto, lo que me beneficiaría a mí. Y a Paco, que estaría feliz.
Puesto que ahora tengo más dinero, invertiré en mi empresa de huecos para hacerla crecer y ofertaré más trabajo, de abrir huecos exclusivamente, por supuesto.
Los otros tíos que aparecen en la foto y que ahora están en el paro podrán tomar esos nuevos trabajos de abrir hueco.
Aquellos a quienes no les guste o no quieran tal trabajo pueden ser mantenidos por  quienes consideren injusto que yo haya echado a la calle a esos zánganos.

Evidentemente esto no sucede así. En prácticamente todas las empresas, privadas y estatales, se repite la estructura que vemos en la foto. Seguramente en la mía terminaría siendo así.  ¿Por qué?

Lo que ocurre realmente es que la ley no me permitiría despedir a esos inútiles que son precisamente a quienes defienden los sindicatos y quienes conforman la estructura burocrática de la sociedad de bienestar que es el sistema de organización mediante el cual los zánganos se apropian del fruto del trabajo de Paco y mío y se lo reparten como les place vociferando que es un derecho de ellos porque la justicia consiste en despojar a los que más se esfuerzan de la riqueza que crean y repartirla entre los menos capaces en función de unas necesidades que encima son elegidas y decididas por los políticos que gobiernan y controlan todos los aspectos de la vida privada y social de los ciudadanos que no se enteran que cuando obtienen más de lo que producen es porque alguien se lo está quitando a otro que lo produjo tal como hacen los parásitos con un animal más grande hasta que todos entran en catarsis cuando el animal se enferma o muere o se cansa como ya nos ocurre a Paco y a mí...


Actualización... Mi hijo ha escrito este comentario que me parece imprescindible para completar el post.


Lo que esta diciendo la foto es que la empresa sobrevive gracias a los obreros, mientras ellos son los pobres que tienen que sudar y son maltratados con bajos sueldos. La foto habla de la clase obrera, que "sostiene" a los demás.

A las personas que piensan igual que el que hizo la foto, hagamos un proceso de pensamiento fácil: Cual de todos esos departamentos es la causa de la producción en una empresa? Cual hace que todo lo demás sea posible?
El ultimo en esa cadena de causa y efecto es el obrero, al que han reemplazado por maquinas desde que las maquinas existieron, y lo seguirán haciendo. Y el primero en la cadena ni siquiera es mencionado.

Todos los departamentos en la foto son necesarios en una empresa grande, con muchos proyectos. Dependiendo del tamaño de la empresa, seria mas o menos interés del empresario principal, invertir o malgastar su dinero en departamentos donde le dividen el trabajo con el fin de hacer las cosas mas eficientes..
Esa foto es una manipulación, ya que el trabajo de fuerza bruta en si no es la única forma de trabajo. 


.

lunes, 2 de abril de 2012

Cuervos

A quienes piensan que los gobernantes son la solución y no el problema que genera las crisis, les recomiendo que traten de encontrar un político que posea apenas la mitad de la capacidad, inteligencia y pragmatismo que tiene el cuervo del primer vídeo para encontrar solución a un problema.
Lamentablemente, los escasos políticos con grados básicos de inteligencia que de vez en vez suelen aparecer (existen, no lo duden) invariablemente se comportan del mismo modo que lo hace el cuervo del segundo vídeo, primero con su pariente el águila y especialmente con el hombre que intenta procurarse su sustento.





.

sábado, 17 de marzo de 2012

Otro lugar común

Gisela Baranda inaugura su web "Desde mis 35 metros cuadrados.
Lo hace con un post que comienza diciendo:
"... es más una metamorfosis que un alumbramiento, mis 35 metros se ensanchan, se extralimitan.
Una vez más, toda magia necesita un acto de fe y tanta fiesta merece un tema especial, quienes me conocen saben que soy fiel y terca, así que recurro a un amigo."
 y entonces recurre a mí... ¡!
 Agradecido y sorprendido, que no "sin saber qué decir", he dejado en su web este comentario a sus palabras, que aquí acompaño de esa instantánea en que aparecemos Judith y yo, recuperada por Gisela para su post:


"Me he quedado sin música…
De inmediato me doy cuenta, Gise, de que eso es también un lugar común. No la frase, por ingeniosa que parezca (que también) sino el gesto de mudez adonde conduce la alabanza, esa aparente parálisis de frases apropiadas con que agradecer. Por supuesto, la causa es (¿qué esperabas?) otro lugar común: la contradicción que creamos cuando ocultamos nuestra íntima certeza de que el reconocimiento es justo, mientras públicamente simulamos la pose de humildad que los códigos al uso nos exigen mostrar. Es en ese punto donde nos quedamos “sin palabras”, cosa que es totalmente falsa: en realidad nos quedamos abrumados, reticentes ante la obligación que nos impone la “cosa social” de actuar hipócritamente.
Y ahora, ya liberado…
Estoy tremendamente conmovido de que hayas inaugurado tu web refiriéndote a mí. Es un detalle importante que acaricia mi ego, pero lo que realmente elevo a la altura de mi autoestima es lo bien que lo has hecho… ya sabes, lo que repito una y otra vez: qué bien escribes, qué bien observas y luego qué bien escribes lo que observas. Me siento privilegiado.
Gracias, Gisela, amiga."
Para leer todo el "discurso de inauguración" que me dedica Gisela en su nueva web sigan este link:

.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Todos bajo sospecha.

Fue maravilloso estar allí, en “lo mismo”, en lo que somos...
Mabel Cuesta, escritora cubana, profesora de la University of Houston, amiga enorme presentó su libro “Inscrita bajo sospecha”  (Betania, 2010) en el bar “La Ida”, en Malasaña, en Madrid, el pasado jueves 22 de diciembre a las 6:30 de la tarde.
Me pidió que cantara algunas de mis canciones, como hace cada vez que podemos coincidir. Un honor que no sé ni pretendo describir.
Una hermosa reseña de lo sucedido la pueden leer en este post de Gisela Baranda en su blog “Desde mis 35 metros cuadrados”.  Fue precisamente ese post el que provocó en mí estas reflexiones que apunto con prisa, sin intención alguna de ser definitivo ni cerrar el posible debate al respecto. Y que tienen como premisa este fragmento de Gisela (el subrayado es mío):
"María José enlazaba sus palabras con sonrisas, Mabel leía sus cuentos por encima de la algarabía del bar, Rubén y Judith cantaban sus canciones amadas y rotundas, conversamos, comentamos, reímos… y la magia volvió cauta y familiar a rondar sobre nuestras cabezas."  
Éramos nosotros “la algarabía del bar” aquella tarde. El bullicio, los raros, lo infrecuente. Nosotros fuimos “el ruido”  y casi el estorbo del pasado jueves en La Ida. Y no hay que pedir perdón por ello como tampoco nos correspondía pedir silencio. Para los clientes del bar y para el bar mismo lo habitual era lo que ellos hacían: beber, conversar, reír y todo lo que se hace en un bar y es lo propio de un bar.
Qué diferencia existe entre hacer la presentación de un libro en un bar y hacerlo en un apartado rincón del Parque del Buen  Retiro o en el salón de alguno de nuestros hogares. La respuesta es: justamente nuestro afán de protagonismo y cierta dosis de exhibicionismo y esa fe alegre y común a todos los mortales en que lo que hacemos es importante y definitivo, acaso lo más. Con nuestros poemas, canciones, risas y credos ocupamos un espacio diseñado para otras cosas, para luego marcharnos con la sensación de ser unos incomprendidos.
Es así que creamos nuestro particular elitismo los intelectuales y los artistas. Así imponemos ambiguas definiciones de la otredad, la alteridad, lo otro. Y así, marginando a los otros, nos marginamos nosotros mismos, otorgándonos una supuesta superioridad que no es más que una actitud defensiva y una manera ¿sutil? de evadir nuestra equivocación. ¿De dónde nos viene esa creencia en que somos los abanderados de la sociedad o la cabeza o punta de lanza de la historia y el progreso del hombre? ¿De dónde que debemos ser escuchados cuando lo decidamos y no cuando lo decida quien ha de escuchar? ¿Qué hacíamos presentando en un bar no diseñado para ello un libro de poesía y cantando canciones intimistas y “raras”?
No nos basta con sentirnos bien, necesitamos mostrarlo. Recuerdo cómo en Cuba, cuando alguien hace una fiesta en casa (incluso muchas veces sólo cuando está contento), abre las puerta o las ventanas o el balcón, y enfila hacia la calle los altavoces del tocadiscos o la casetera o la radio y  conecta a todo volumen la música... ¡que se enteren!, ¡transmitimos!... ¡esto es lo que soy esto lo que me gusta ea a disfrutar conmigo!!!
No hay mucha diferencia entre eso y la actitud de siempre, de año tras año, de una y otra vez  pretender realizar presentaciones de libros, conciertos de íntimas canciones para la reflexión, exposiciones de arte con nuestros afanes como altavoces enfilados hacia esas calles sorprendidas que son tantas y tantas personas a quienes no interesa nuestra fiesta. Está claro que no llegamos a ser mendigos atravesados en las aceras implorando ayuda, pero no estamos muy distantes de huelguistas o indignados que claman derechos que no siempre les corresponden.
Fue bueno estar juntos, incluso estar juntos allí. Pero no era estrictamente necesario hacerlo en  aquel sitio. Y conste que la amabilidad del dueño del local y de su personal fue total y mucho la agradecemos. 
Sí, fue maravilloso estar allí, en "lo mismo", en lo que somos... pero...
Suerte que Mabel es una escritora y comunicadora muy especial. ¡Y hasta cantó haciéndome feliz una mía canción! 
En cualquier caso, a partir de hoy, como siempre hice en Cuba, ofrezco mi casa, mi pequeño pero suficiente salón para cuanta presentación literaria o musical o artística suceda, o casi. Y también recomiendo aquello que insinué: un parque, un rincón de este basto universo donde estemos los que queramos, sin molestar a nadie para culparlos después de nuestras molestias, sin involucrar a quienes no desean ser involucrados en nuestros modestos o trascendentales asuntos. 


.

lunes, 22 de agosto de 2011

Teoría y práctica de la intolerancia.


La noche del viernes, mientras atravesaba Madrid, pude observar de cerca a muchos de los participantes en la católica  Jornada Mundial de la Juventud.
Por las aceras, en los parques, en cada semáforo desfilaban ante mi coche. Organizados en grupos, uniformados en banderas, camisas de igual color y otros elementos por el estilo...
Qué vimos en realidad los que viajábamos en el coche: Montones de jóvenes. Muy jóvenes. Muchos menores de edad. Cantando, coreando, riendo alegres... ¡No protestando contra “nada”!  Marchando en doble negativo, diría mi hijo: “no contra nada” “no contra nadie”. Sólo cantando en alegría.
“Qué refrescante, después de estos meses”, decía mi hermano.
Felices de estar juntos, ilusionados en su fe, seguros, inocentes... ingenuos... ¿errados? ¿importa? 

En estos días he leído no pocos artículos referidos a este evento católico que reunía a todos esos jóvenes. Mi interés se centró en conocer las razones por las que un notable número de personas repudiaban de manera radical todo lo relacionado con la Jornada, el Papa, la Iglesia Católica, Dios... Mucho de lo que leí arremetía de manera bastante agresiva contra ellos.    

A tales artículos llegué por diferentes vías. Cito algunas:
Este por correo electrónico: “HeilBenedicto está en Madrid. Supongo que los madrileños sensatos habrán sacado a sus hijos de la ciudad hasta que pase el peligro. ¡Huid niños!, debería leerse a cuatro columnas en la portada de los diarios.
Este también por email: Me ha causado un cierto estupor saber que se han colocado cientos de confesionarios en el parque del Retiro de Madrid con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI... Son esos confesionarios los que, con razón, indignan a los indignados, mientras a ellos tratan de impedirles que confiesen su indignación.
Diario en Internet: “El antiguo nazi, quizá agobiado por una nostalgia senil de cuando paseaba marcialmente su uniforme de las Juventudes Hitlerianas, de botas y correaje militar, y saludaba brazo en alto, a la romana, a cuanta cruz gamada se le pusiese por delante, no quiere morirse sin antes experimentar la sublime sensación de ese viaje místico que debe de ser el baño de masas, al mejor estilo de los dictadores a los que la Iglesia ha servido tan obsequiosamente a lo largo de la historia.”
...
En principio estimaba una pérdida de tiempo tomar en cuenta lo que consideraba simples opiniones, por agresivas que fueran. Todos tenemos opiniones y libertad para exponerlas. ¡Y hace tanto calor!

Pero no me ha sido posible pasar por alto algunas imágenes publicadas en internet (dónde si no) que, en mi opinión, testimonian precisamente la puesta en escena de las insidiosas tesis que cada uno de esos artículos citados enuncian.
 Reproduzco por ello aquí algunas muestras de esos mismos artículos con sus opiniones “hechos materia”, las versiones “prácticas” de aquellas “teorías”, su ejecución... y su consagración.

Actos contra jóvenes religiosos por manifestantes ateos anticatólicos en Madrid.




Y aquí mi personal opinión acerca de estos hechos.

Esos rostros despreciables que acosan, agreden, insultan, escupen, golpean a esas personas absolutamente pacíficas, son también los rostros de quienes escriben aquellos artículos que he citado (y de muchísimos textos más). Como de aquellos autores son también estos rugidos, este  odio y la tan repugnante conducta de quienes insultan y agreden a esos jóvenes físicamente. Y tras ellos se insinúan también, de manera furtiva, los escurridizos rostros de quienes confirman esos  manifiestos cargados de odio y provocación  re-enviandolos por correo, recomendando, publicitando y con ello suscribiendo cada opinión ... (“No soy yo quien lo ha dicho, pero lee esto”...)

Estos últimos son los que provocan en mí la mezcla de indignación y tristeza que me ha llevado a escribir estas palabras. Porque algunos son personas que conozco, amigos incluso nada sospechosos de ser capaces de realizar o incitar siquiera a tales actos. Sin embargo les entusiasman esos alegatos y me los envían. También esta vez, como tantas otras, podría sencillamente concluir que "seguro existe un por qué” soportando esa actitud, aunque yo continúe sin entenderlo. Y punto. Podría una vez más la búsqueda de ese “por qué” precisar de una reflexión previa de mi parte, supuestamente alejada de prejuicios y superficialidad, una prudente y serena reflexión en la que sopesara motivaciones, culpas, entorno familiar y crianza complejas que de alguna manera los exculpara un tanto... incluido alguna atenuante quizás, tipo “los emails fueron enviados antes de que ocurrieran los hechos que esas imágenes denuncian”... etcétera...  Claro que podría, también esta vez...

¡Pero no me da la gana!  Si quiero ser objetivo y honesto no puedo correr el riesgo de alterar la realidad. Y esa cristiana tendencia a la piedad que padezco, y que es común a tanta gente, me puede inducir a cometer una injusticia. Porque cualquier intento de justificar o atenuar la responsabilidad de quienes agredieron a esas personas es una nueva agresión que estas reciben. Sin contar que, en ese caso, el que ahora agrede soy yo.

 Tampoco me vale decir que esos agresores son ignorantes, víctimas ellos también de años y años de una educación perversa, de manipulación y adoctrinamiento por parte de padres o tutores errados o de malvados políticos e ideólogos. No me vale, porque en ese caso estaría menospreciando el respeto que merecen tantos otros que también han sido víctimas de ese mismo adoctrinamiento y lo han superado y son incapaces de llevar a cabo actos tan despreciables.

La verdad está ante mis ojos, la evidencia ante la mirada de todos: la repulsiva condición de estos intolerantes que agreden a sus semejantes, y su responsabilidad, es compartida en igual proporción  por manifestantes, autores de esos provocadores alegatos y divulgadores activos y pasivos de aquellos.   

Y punto.
...


Dicho esto...

Los cubanos hemos vivido a lo largo de todos estos años esas mismas actitudes. Los actos de repudio llevados a cabo en 1980 contra quienes decidían marcharse de la isla y del comunismo eran semejantes a estos actos de repudio a esos creyentes cristianos. Y el odio, el desprecio, los golpes y escupitajos a “la escoria” porque no “creían en la revolución” son estos mismos golpes y escupitajos contra estos jóvenes católicos simplemente porque creen en Dios.
También así trataron los fascistas a los judíos en la Alemania nazi.

Digo además...
Pienso en mi hijo, en mis sobrin@s, en los hijos de mis amigos educados en el respeto más absoluto a la libertad propia y ajena. Podría alguno de ellos decidir libremente participar en la JMJ. Y recibir tales insultos y escupitajos o golpes simplemente por ejercer su libertad de expresión y de credo...
Pienso entonces en mi reacción, la más visceral, que es la que corresponde según el código de justicia que aprendí y ejercí de niño y luego y más en mi barrio de Pueblo Nuevo, en Matanzas, en Cuba... y pienso en mi supervivencia y la de los míos y en el honor y el respeto a las personas y a su libertad... y en mi aversión a la impunidad de los violentos... y en la respuesta que considero adecuada a cualquier agresión personal.


Comprendo ahora y no me extraña que en este país hace no mucho se haya desencadenado una guerra civil.
Tal y como, desde 1980, comprendí y tampoco me extraña esa otra guerra civil que nos tiene enfrentados a los cubanos hace ya 52 años.


.

sábado, 20 de agosto de 2011

Cold As Snow

Sucedió en las postrimerías del pasado siglo. (Esto de que “el siglo pasado” sea en realidad mi Siglo XX aún no lo asimilo del todo) 

Vivía ya en estas hermosas tierras castellanas y consumía, con la misma resignada y sensiblera dulzura de un viejo tango hecho bolero (*), el último café colado con ingredientes exclusivamente cubanos.

Con enorme dificultad me desprendía de todo lo que había sido yo mismo hasta ese momento. Festejaba deshacerme de lo malo. Pero me destrozaba descubrir cómo el destierro convertía mi tesoro, mi familia, mis amigos, hogar, vida toda, en lastre del que tendría necesariamente que deshacerme si pretendía materializar algún sueño posible y labrar un futuro digno.

Bajo el torbellino de aquellos meses flaqueaba mi expectativa de algún acontecimiento que pusiera mi cuerpo a salvo de recibir el nuevo siglo con los pies en Europa y la cabeza en Cuba. 

Pero sucedió: logré reunir a mis hermanos conmigo. Y, con ellos, a mi cuñada de nombre de flor, Amarilys, sumergida en una ancha camisa bajo la que ocultaba el temor a que las autoridades cubanas no la dejaran viajar si descubrían su avanzado estado de gestación. El día que los abracé en el aeropuerto cayó deshecha la taza de aquel último café que el vértigo de la separación hacía ya interminable.

Fue un tiempo hermoso y desgarrador, en el que el pasado se tornó neblinoso desde la impronta de un presente vertiginoso y confuso. Muchos sueños se materializaban a poco de ser soñados. Y la esperanza.

Pero cuando verdaderamente comenzó nuestro futuro, nuestra nueva vida, fue el día que nació Daniela. Mi dulce sobrina. Nuestra primera raíz española.

Una vez comienzan a nacer los hijos del destierro, los conceptos de patria y tierra o país adquieren cada una su verdadera y exclusiva acepción. Y pierden esa condición de sinónimos a la que una vida sin la experiencia de la emigración suele reducirlos.

Desde Daniela nuestra Patria es la familia. Ella amplificó con su llegada nuestra identidad. Nos devolvió el hábito de la búsqueda y el aprendizaje cuando, aún sin cumplir los cincos años, desde su plato de frijoles negros o de tostones, nos rectificaba vocabulario, construcciones verbales viciadas aunque habituales en el otro lado del océano, diferencias entre las “s” las “c” y las “z” , y mucho más desde un tempranísimo exquisito manejo del más escrupuloso castellano.

Fueron aquellos los primeros síntomas de una prodigiosa lucidez que ha sido uno de los grandes orgullos de nuestra Patria a lo largo de todos estos años. Y que en mi personal opinión tuvo su disparo de salida en esta elocuente viñeta que comparto:

Conversábamos a la mesa, luego de un espléndido atracón de comida cubana en familia, en nuestra casa de Madrid junto al río Manzanares. Más allá del balcón, la habitual vista del estadio de fútbol “Vicente Calderón” nos sugería la nostálgica imagen de otro estadio, el de baseball, que asomaba tras la ventana del despintado apartamento, también junto a un río, el "San Juan" de Matanzas, Cuba, que habíamos abandonado apenas unos años atrás. 
Alrededor de la niña en su pequeño trono, una tribu de nueve indocumentados, incrementada con los invitados o aparecidos habituales, disponíamos de arsenal suficiente para bombardear el fuerte de los olvidos con cualquier cantidad y tipo de municiones en forma de recuerdos y pareceres.  
La conversación derivó, suceso habitual, hacia uno de tantos disparates que, de manera constante, regalaba en aquella y todas las épocas el señor Castro a los cubanos. Algo como que "un cubo de lentejas tiene la misma cantidad de proteínas que un filete de res" (un bistec, como decimos en Cuba) “NO necesitamos comer carne”...

Los criterios que esgrimía eran tan absurdos que alguien casi entra en cólera:

- ¡Es indignante que un presidente sea tan infantil!
Daniela, que escuchaba y que aún no cargaba siete años, se dirigió a todos increpando con estricto acento castizo:
- Por favor, ¿me podéis explicar qué tiene de malo ser infantil?
           ...

Recibí una solicitud de Daniela hace dos días, pidiéndome un post acerca de la Jornada Mundial de la Juventud y los sucesos alrededor de la visita del Papa a Madrid. Anoche, mi hijo me mostró un artículo sobre el tema, que me hizo recordar la petición de mi sobrina. Se lo comenté:

- Daniela me ha pedido que escriba sobre este asunto y no he tenido tiempo, tomaré este de referencia porque me gusta mucho y...

- No te preocupes – me dice mi hijo – ese es el artículo... –

- ¿Qué quieres decir? -

- Es de ella el post, de Daniela... Te ha enviado un email -
Y de vuelta a mi ordenador leo:

“Tío, te pedí que hicieras una entrada en tu blog sobre la JMJ, pero aun así no pude resistirme a escribir un post yo misma. Me he creado un blog en el que intentaré escribir de vez en cuando (espero que la inspiración esté de mi lado) y el cual he comenzado con este post sobre la visita del Papa.”
Cold As Snow es el blog que inaugura mi sobrina Daniela:    (http://friocomonieve.blogspot.com/)

Os recomiendo el artículo: "Visita del Papa a Madrid".  
Por supuesto, lo suscribo plenamente.

____________________
(*) "El último café", tango hecho bolero

sábado, 11 de junio de 2011

50

Esta mañana, transparente y única como todas, me ha sorprendido sobresaltado ante la perturbadora noticia de que mi esposa, desde hoy 11 de junio de 2011, está casada con un señor de ¡50 años!
Me tengo que replantear seriamente el matrimonio, pues no me gustan las mujeres que andan con viejos. Sobre todo las que son tan hermosas, sensuales y nobles. Siempre he tenido la impresión de que estas, las pobres, no tienen muy claro lo que hacen. O que el fulano tiene mucho dinero. O que, evidentemente, esa mujer nunca ha tropezado con un tipo como yo.
Lo tengo decidido: puesto que está claro que ninguno de esos tres casos es el mío, esta semana misma hablo con mi esposa y, o me da un argumento convincente acerca de qué hace casada con un tío tan antiguo, o me divorcio.

Mi hijo todavía no sabe que, mucho tiempo después, este será el primer cumpleaños que recuerde de su padre. Los hijos, no importa la edad, tienen invariablemente la impresión de que los padres siempre han sido viejos. Lo digo como hijo. Y como padre. No son justos los hijos que cuando cumplen 50 años exclaman:
- “Carambarecuerdo cuando mi padre cumplió esta edad... ¡Diablos! ¡pero él era ya un viejo cuando aquello!” -
Decidido: puesto que ese ha sido hoy exactamente mi caso, esta tarde me hago 20 fotos con mi chiquillo para que, mucho tiempo después, vea que su papito era tan joven como él, o más, el día que cada uno en su momento cumplió 50 años.

Mis hermanos anoche me lanzaban miradas de compasión con gesto resignado. Al felicitarme llegadas las 12, me parecieron un tanto desorientados, entre afligidos y conscientes de lo irremediable de la nueva rara situación. Ambos más jóvenes que yo, no conseguían evitar mirar desde cierta culpa. Algo así como se mira a un conejillo atropellado en la carretera.
Les comprendo: es la primera vez que tienen un hermano con la edad de Papá.

El resto de la familia se reunirá hoy conmigo en plan compromiso familiar, pasando por alto que, puesto que mi padre está al otro lado del océano, pegado a un teléfono en Cuba, han sido convocad@s en homenaje al segundo más viejo de la tribu y Cacique en funciones.
Que yo cumpla 50 años no altera en nada sus circunstancias personales y colectivas:
Mis cuñadas seguirán creyendo que los únicos hombres que existen son mis hermanos y, puesto que a estas alturas, como toda mujer moderna, deben estar convencidas de que todos los hombres somos iguales, estarán sorprendidas de que yo no las ignore. Pues no, hoy no. Es algo complicado de explicar.
Mis sobrinas pequeñas se darán ese baño de primas que no tiene igual en la tierra.
Mis sobrin@s mayores, cobijados por sus satélites naturales, recuperarán nuevamente por un rato el protagónico que resulta de ser, junto a mi hijo, el centro cronológico de la familia.
Los primos nos darán su casa, su bondad y sus oraciones sin faltar al amor.
Todos en la certeza de que a la tercera cerveza me quedaré dormido en el sofá y me despertaré con mi deshilachada melena convertida en una cómica trenza diseñada y confeccionada por mis sobrinas y aplaudida por todos.
Y me querrán. Incluso tan pobre.

Mis amigos al parecer han comenzado a darme, desde ya, tratamiento de jubilado. Últimamente ni se molestan con mis insultos ni se insultan porque no me ocupo de ellos, de escribirles, de llamarles y a veces ni de insultarles. Son la gran ausencia, ya demasiado larga y al parecer irremediable.

Y al final quedo Yo. Desorientado y configurado con los mismos sueños de siempre (es lo bueno que tienen los sueños no cumplidos) Crecido de dudas y deudas. Con menos certezas cuántos más años dejo atrás. Preguntándome acerca de la responsabilidad que me aseguraron llegaría con los años (nunca me dijeron con los cuántos años) Y preguntándome aun ¿cuándo voy a madurar? ¿por qué continúo haciendo muecas delante del espejo? ¿hasta cuándo seguiré aplazando la compra de una muda de ropa bien cara, de esas que no dejan lugar a dudas acerca de tu ideología? ¿cuándo dejaré de andar haciendo chistes a toda hora acerca de todo de manera irreverente y despiadada y con absoluta carencia de tacto y sin atender a la realidad de las arrugas que seguramente tengo y todos ven pero a las que no rindo el respeto que merecen o que merezco por culpa de mi absoluta carencia de un apropiado sentido del comportamiento? ¿para cuándo aquello de ser un adulto no cronológico sino real y necesario?

Hoy cumplo 50 años y tengo mi hambre y la razón ancladas en los 18. No elijo esa edad al azar: lo único que me advierte de la conveniencia de cierta contención es lo ineludible que resultan cada vez más las Garras de La ley del Hombre. Cada día más próximas esas garras a cuanto toco y se me aproxima. Cada día más falsas , más absurdas, más ilegítimas. Sigo queriendo luchar contra esas garras, porque creo que es uno de los pocos buenos motivos por los que luchar. Y lo haré, aunque cada mañana, como esta de hoy, una interior voz amiga, bromista y seria, me advierta:
Cuidado, todo lo que diga el Gobierno puede ser usado en tu contra.

Hoy, al cumplir 50 años, descubro que he recuperado algo que creí agotado hace mucho tiempo: mi Futuro, aquel sobre el que una vez canté que había pasado ya.
Hoy que cumplo 50 años he descubierto que tengo un Futuro nuevo. Y este no dejaré que me lo arrebaten. Esta vez no lo dejaré escapar.
Cumplo 50 años sabiendo que estoy empezando a vivir.
Quiero estudiar.
Quiero ser libre.
Y quiero estar con los míos otros muchos años.

Rubén A.M.
Junio 11 de 2011

viernes, 8 de octubre de 2010

El Nobel que quiero para mí

Caminaba yo bajo mi abundante y despeinada melena (“agresiva”, como imponía mi configuración estética para aquella Cuba de los primeros 80s), junto a dos amigos que me superaban, cronológicamente, en más de una década, intelectualmente, en más de una vida. En acceso a la información, en menos de dos horas.

- Le dieron el Nobel a Lech Walesa – escuché que decía P a A...

A mi cabeza asomaron, confundiéndose en el orden, un par de preguntas: “¿Ese quién es?” “¿Qué habrá escrito ese tipo para que le den el Premio Nobel?”
No tenía idea de qué significaba aquel nombre ni de quién era su dueño, por tanto no se me ocurrió relacionarlo con el Nobel de la Paz. “Algún escritorzuelo desconocido más”, intuí penetrante.

- ¿Cómo lo supiste, por aquí o por allá? – preguntó A.
- Por allá... ¡¿por dónde va a ser?! – apuntó P, bajando la voz.

Aquí” se refería a la prensa o la radio cubana. “Allá”, la radio de Miami, de “afuera”.
Entonces intervine yo. Sacudiendo la melena y poniendo voz de enterado mientras dejaba entrever la combativa indignación que correspondía espeté:

- Compadre, dime una cosa, ¡¿qué ha escrito el Malesa ese pa’ ganar el Premio Nobel de Literatura?!

No recuerdo nada más de aquel momento. Juraría que mis amigos se miraron y cambiaron cortésmente de tema.

Mi confusión tenía un soporte lógico y comprensible: en los círculos en los que me movía en aquellos años se hablaba de arte y de literatura, de música y amor. Nos intercambiábamos versos, canciones, sueños y novias. La vida toda era, para mí, aquello que vivíamos. De política sabía, sobradamente, tan sólo aquello que me habían inyectado en vena durante toda mi vida desde la primaria, en la prensa única oficial revolucionaria, en círculos de estudio políticos, en discursos, desfiles, domingos rojos, escuelas al campo y, de modo más sutil, bebiendo pergas y pergas repletas de nuevatrova, series telesocialistas, cine tercermundista presentado como arte verdadero y alternativo al “decadente imperio hollywoodense”, filosofía marxista-leninista, principios revolucionarios, ética socialista...
Nausea real evocar tanta tontería y maldad juntas.
En aquellos tiempos no tenía idea, entre otras tantas cosas, de la existencia de montones de escritores que yo jamás había leído y de otros más aún que ni sospechaba que existían. La asignación del Nobel de Literatura (eso creía yo) a un escritor desconocido (si lo era para mí lo era para todos), no podía ser más que otra de esas tretas y montajes del imperialismo siempre dispuesto a fabricar falsos literatos como recurso desesperado para enfrentar la incuestionable superioridad de los intelectuales socialistas.
Cuánta soberbia produce el comunismo en sus ignorantes feligreses, yo el que más en esos años (definitivamente, a esas alturas, ignorante más que devoto)
Aún así, pocas horas duró mi ignorancia, gracias también a la radio de “allá”. ¡Nobel de la Paz! La melena se me compuso de la vergüenza pensando en la conversación con mis amigos; tanta que aún hoy me sonrojo al recordar aquello. Bueno, francamente no tanto, puesto que lo confieso y me produce aparatosa gracia mi extrema ingenuidad.
Una vez puesto al día sobre quién era realmente Malesa y la verdadera dimensión del premio por él recibido, recuerdo que me emocioné profundamente.
En aquel momento el Nobel a Lech Walesa tuvo consecuencias fundamentales en mi vida: descubrí que había un movimiento en Polonia que renegaba del comunismo, un movimiento de obreros, simples trabajadores que se rebelaban dentro del sistema. Y ha sido esa la única vez que he considerado el Nobel, en lo personal, un premio realmente útil: me enteré que el comunismo era vulnerable (se enteró un montón de gente a mi alrededor y sospecho que en medio mundo); me enteré que el futuro luminoso que nos esperaba (del que la Europa Socialista era una especie de versión beta previa a la inminente y definitiva consumación Pro del paraíso comunista), tenía zonas muy oscuras también allí donde hasta ese momento todo se me antojaba perfecto, sólido y seguro.
Aún no entendía muchas cosas, pero el horizonte se llenó de colores, de matices inesperados. En esa época comencé a componer.

Hoy me ha sorprendido gratamente la noticia de que le ha sido otorgado a Mario Vargas-Llosa el Premio Nobel de Literatura 2010.
Es la primera vez, desde que Lech Walesa recibiera el Nobel de la Paz, que este premio me emociona. Antes del ochenta y tres era yo muy joven y muy creído para “aceptar los pareceres de generaciones pasadas” (ignorancia aparte). Después, nunca la ceremonia de los Nobel me ha parecido precisamente inocente o menos tendenciosa que lo recomendable como para enternecerme de modo favorable con sus dictámenes. Más bien todo lo contrario.
Hasta hoy, que he sentido sincera emoción y alegría. Si algo caracteriza la asignación del Nobel de Literatura es que, siendo el premio supuestamente más prestigioso y cumbre en la carrera de un escritor, esté tan permeado de imperdonables olvidos que ofende. Aún así no puede uno dejar de ser víctima de sus propias e íntimas vanidades, aunque estas estén conformadas por circunstancias que no controla: como tantas veces hemos comentado mi buen amigo poeta Alfredo Zaldivar y yo “el premio Nobel que siempre he querido para mí es que se lo den a Mario Vargas Llosa y a Milán Kundera”. Ya tenemos la mitad del premio.
Me alegro profundamente por el autor de La fiesta del chivo y Elogio de la madrastra; pienso que merece este premio y que existen sobradas razones para que se le haya otorgado.
Menos claro tengo cuáles han podido ser las razones de la Academia Sueca: ¿Por qué le conceden el Nobel ahora a Mario Vargas Llosa cuando ya parecía un hecho que nunca lo recibiría? Imposible saberlo a ciencia cierta. Hace muchos años que el gran escritor peruano es uno de los más importantes intelectuales del planeta, con una obra mucho más sólida que la mayoría de los que han recibido este premio en los últimos 30 o 40 años, por no decir “todos”. Pero, también es sabido que sus preferencias y posiciones ideológicas no comulgan con los postulados de los miembros de la Academia Sueca. ¿Qué puede haber ocurrido? ¿hay que creer en un vuelco ideológico? ¿en un sincero ataquito de justicia?
Habrá que esperar a otros premios. En cualquier caso este servidor, canalla y conspiranoico, no puede dejar de pensar en una suerte de lavado de imagen por parte de los miembros de la Academia Sueca ante el desacierto que resultó el Nobel de la Paz otorgado el pasado año al Comandante en Jefe del Ejército de los Estados Unidos, Mister Barack Hussein Obama.
Y no es que crea yo que estos doctos personajes han decidido corregir los criterios desde los que eligen al afortunado de entre los candidatos de cada año, ni que sientan vergüenza propia o ajena por algún que otro premio polémico otorgado en alguna que otra determinada ocasión (hablamos de quienes han concedido premios de la paz a Yasser Arafat y a Al Gore; hablamos de quienes ignoraron a Kafka y a Joyce y a Proust y a Borges)
Pienso, no quiero evitarlo, si no será que se están muriendo los akademikomsomoles que tradicionalmente decretan qué autores son dignos de exhibir en su curriculum esa medalla con el visto bueno del Iluminado Comité Sueco para la Canonización de Intelectuales Afines al que pertenecen, el tan exclusivo santificador Premio Nobel de Literatura.
Si así fuera no estaría nada mal, aunque sospecho que la entrega de curriculums por parte de komsomolkandidatos a los puestos vacantes ya deben estar congestionando los servicios de correo de Estocolmo. Este mundo está repleto de Intelectuales Afines, gente necesaria para hacer respetar los dictados de lo políticamente correcto.
Seguramente se trata de un lavado de imagen, pero no voy a disimular mi contentura aunque Vargas Llosa no necesitaba de este premio, pues pertenece, por derecho propio, al exclusivo club de los grandes de la literatura universal.
Y porque no ha hecho concesiones en su defensa de la libertad.
Y porque es de esos pocos poquísimos intelectuales indiscutibles que nunca nos han dado la espalda a los cubanos.

miércoles, 28 de julio de 2010

La soledad del pianista del fondo



Lo está dando todo.
Un poco, tal vez, porque se siente observado ya por medio mundo (o porque “por si acaso”) a través de esa cámara (pongamos que de fotos en modo “hacer grabación de video”), testigo para la eternidad de este momento único y espléndido, y gracias a la cual ahora podemos disfrutar de su interpretación.
Un mucho porque él es así: lo da todo cuando toca. Lo cuentan quienes le conocen. Y lo intuimos quienes le hemos escuchado o visto frente al piano en ocasiones.

Lo está dando todo aunque el local está vacío... o casi... o peor: las cuatro personas que consigo contar ocupando una mesa a la derecha ni siquiera miran hacia el rincón donde se encuentran “un pianista y un conguero tocando”.
Lo está dando todo ante sí mismo, para sí mismo y para su conguero. Y, por supuesto, para la chica, la única que observa y escucha.

Se me antoja que la chica es la verdadera protagonista de la escena. Ella sola llena todo ese teatro del universo para quien hace también su interpretación el excelente pianista. Es ella quien se eleva, flota desde esta versión que realiza Tony Pérez de “Levitando”, tema compuesto por Ramón Valle, otro extraordinario músico.
En ella, en la chica, está concentrado todo un intenso y multitudinario manojo de admiradores, fans o simples disfrutadores del buen hacer y del talento de este músico que en la Cuba de los 90, una época repleta de excepcionales ejecutantes del piano, consiguió destacar, muy joven aún, con sus aportes en los modos de interpretar, orquestar y crear-recrear desde ese instrumento.
En ella, en la chica, también estoy yo, exaltado y gratamente rendido a su talento, como ahora mientras lo escucho y lo veo. Y está el amigo, pianista, compositor y musicólogo Fernando Rodríguez “Archi”, quien, evidentemente conmovido también, ha enviado un mail con el link a toda su lista de contactos, entre los que me encuentro, con este Asunto: ¡¡esos músicos cubanos!!‏...

Importante ver el video: forma parte de lo que se escucha, aunque sólo escucharlo sería suficiente. Verlo, al gran pianista, y ver a la chica viéndolo es un detalle agregado que se nos concede, como cuando compramos un objeto valioso y caro y nos regalan por ello y con él una joya igual de valiosa e impagable.
Se concentra Tony Pérez antes de comenzar a tocar, marca el tiempo para el conguero y entra en la música, casi literalmente. Y desde dentro la amasa como un panadero a su futuro pan, la moldea como haría un escultor con el barro húmedo, dibuja trazos de ella y la llena de colores como un pintor, pero también la baila, la agita y la acuna y la besa, todo a un tiempo, todo en cada único y diferente instante.
Nada le distrae, nada le interrumpe, nada existe fuera de su música. Ni siquiera el flaco impresentable que con fingida indiferencia simula organizar un tanto el local ¿a la espera de clientes? mientras se va aproximando, hasta conseguir finalmente lo que en realidad le interesa: alcanzar la mesa de mezclas y bajar el volumen del piano.

Pero, nada distrae al pianista, nada le interrumpe, nada existe fuera de su música.
Ella, la chica, continúa mirando con aumentada atención; observa concentrada, disfruta medio sonriendo medio sabiéndose observada también, en breve y para siempre, por todos los que no estamos ahí... aún.
Ella mira dejándose mirar y asumiendo su rol de único testimonio físico de nuestra presencia desde este virtual “otro lado” del local, entonces futuro, hoy real y eterno gracias a la cámara, que es youtube.

¿Es ella la novia, la esposa, la probable pero enamorada chica del pianista? Quiero creer que sí, sería bello que así fuera. Pero, sería también un tanto aburrido y para algunos hasta vulgar.
Pongamos entonces que la chica es tan sólo la acompañante, en cualquiera de esas categorías anteriores, del dueño de la camarita de fotos “en modo video”, que filma para él, para nosotros, para la historia. De este modo, con el mayor de los respetos, puedo pedir prestada, para mi personal disfrute de este pequeño “film” (así lo denomina el mismo autor y probable dueño de la camarita y de la chica), a la bella y solitaria muchacha que mira, con el objeto de evocar una hermosa escena de una serie de televisión sobre la vida del compositor francés Hector Berlioz, que vi hace más de veinte años y que, aunque ya no debe parecerse a la versión original, me niego a abandonar.

En la escena que recrea mi memoria, el atormentado y romántico músico tiene un encuentro con una chica serenamente hermosa que no le pertenece. Conversan tranquilamente sobre temas intrascendentes, mientras van quedando atrapados en una larga e intensa mirada. Entonces él, de súbito, le pide a la muchacha que se quede inmóvil, detenida en el acto de contemplarlo. El apasionado compositor, pluma en mano, toma un papel y comienza a escribir música sobre este, dibujando a la chica en espontáneas e improvisadas melodía y armonía, como haría un pintor con trazos y colores, una suerte de Goya de los sonidos. Así hasta cubrirlo por completo con una extraordinaria pieza de amor. La escena ofrece, como protagonista principal, la música que va creando Berlioz y que se escucha mientras este la va delineando en el papel.

Así veo que toca Tony Pérez en el video. Así escucho cómo lo mira la chica.
El flaco impresentable aparece de nuevo y, esta vez sin disimulo, baja aún más la música. También así es ese oficio. Tony Pérez toca igual a Beethoven que a Ramón Valle que al propio Tony Pérez. Es de los que tiene un probable espacio en la historia de la música cubana. Pero eso en sí mismo no es intercambiable por una cesta de comida, algunas prendas para cubrir el cuerpo y protegerlo del frío y del qué dirán, o unos cuantos billetes con los que costear una habitación donde descansar y ducharse. Es el suyo un oficio inestable, sin garantías y a duras penas regulable. Pero, es también un oficio al que es imposible renunciar y del que es inútil pretender desligarse, y que se lleva hasta el final como una mancha en la piel o un tatuaje. El oficio de la música es como una condición de la que no te puedes desprender y seguir siendo tú mismo.
Eso ayuda a que una vez más nada le distraiga, nada le interrumpa, nada exista fuera de su música. Ni siquiera el flaco sonidista o miscelaneo o encargado del salón o simple camarero que vela porque no se moleste a los clientes.

Tony Pérez y los artistas como él tocarán a Gershwin y a Chopin y a Pérez Prado con la misma entrega, rigor, pasión y virtuosismo, en el Carnegie Hall de New York, en el Green Street Grill en Boston o debajo de un puente. Basta para ello que haya que tocar. Igual ante una pequeña cámara de fotos que ante una multitud.

A veces le bastará estar vivo para que un buen músico toque como el más grande.

A veces le bastará, como lo demuestra Tony Pérez en este video, que una muchacha le mire.

viernes, 11 de junio de 2010

Es 11 de junio


Es 11 de junio. La combinación de día y mes que más familiar me resulta: nací un día como hoy.
No tenía pensado realizar una entrada al blog a propósito, ni mucho menos. Para aplacar mis cada vez más crecidas necesidades de conexión con quienes amo, resulta que me ocupo cada año de recordar a todos los que puedo de entre ellos, algunos días antes, de que están a punto de “hacerme saber” que no se han olvidado este día tan particular.
Pero, sucede que he disfrutado tanto en las últimas 72 horas recibiendo felicitaciones, chistes, bromas, conjuros, ofrendas, proposiciones de ayuda espiritual... y cariño y buena energía, que no me resisto a dejar testimonio aquí de la tanta felicidad que me han procurado mis tan querid@s y conmovedor@s loc@s, diseminad@s por medio mundo, pero adherid@s a mis posturas como a través de un infinito o elástico umbilical cordón de afecto y de ternura.
Y, ciertamente, confieso que me es imposible contener cierto incontrolable ensanchamiento del ego.
Gracias a todos, por su cariño y por acudir a “mi llamado”.

Quiero, de modo especial, destacar dos “felicitaciones” que me han conmovido particularmente, hasta la mudez, el sonrojo, la lágrima. Y compartirlos con todos. Y públicamente agradecer tan incalificables regalos.

Mabel Cuesta, y su blog “De Nueva York a Matanzas
Julito Font y su proyecto radial en internet “ANANTA

Les invito a visitarlos, pues es también mi intención ofrecer a quienes no los frecuentan la posibilidad de disfrutar de sus personales proyectos.

Está claro que cada año estoy más indefenso.
.

jueves, 13 de mayo de 2010

Humor en Cuba, por PP Pelayo

El amigo PP Pelayo, en su blog, publica una breve semblanza de los primeros años de “La Seña del Humor de Matanzas”, para poner algo de luz en esa parte de la cronología de lo que constituyó una nueva manera de hacer humor escénico en Cuba y que, por reciente (¡cuánto daño sigue haciendo Gardel!), aun conserva los empecinados lados oscuros de las cosas que se resisten a morir (que es lo que sucede cuando algo pasa a formar parte de la historia).
Lo está presentando por entregas (ya va por la segunda) y, tanto en sus entradas como en los comentarios que suscita, se va delineando el perfil de ese momento en que la escena humorística cubana sufrió una transformación.

Argumenta PP Pelayo el por qué de sus artículos:

Me di cuenta que existían pequeñas lagunas en la Historia de esos años y que algunos escribían esa Historia a su conveniencia, tergiversando la realidad a su antojo, sin contar otros chanchullos, típicos del ser humano, que han deformado muchas cosas.
Entonces el motivo de estas líneas es, obviamente, aclarar ciertos puntos en la Historia del humor escénico cubano entre los años 1984 y 1991. Años que viví con mucha intensidad como humorista en La Isla. Insisto: sólo me referiré a esos años y a esa manifestación artística, porque fui testigo presencial. Lo que sucedió después de septiembre de 1991 sólo lo sé por lo que me han contado, porque desde esa fecha he vivido en Santiago de Chile y no tengo derecho a “meter la cuchareta” en esa otra Historia
.”


La tempestuosa juventud que padecía yo en aquellos años me impedía observar, con la perspectiva apropiada, lo que a mi alrededor se iba cocinando. Vivía, sin mirar hacia atrás, pero tampoco hacia delante. Y consumía todo lo que aquel bosque de creatividad y amor que era La Seña del Humor, generaba. Por eso mis recuerdos de aquellos años son un caos total. No es que no existan, es que no consigo hacer coherente cada recuadro, cada viñeta que se me antoja lo vivido. Como un sueño, intenso y eterno, pero un sueño de otro al que me han permitido entrar para que conozca la felicidad.

Les dejo un par de fotos.
En la primera, encima, el Dúo “Violín y Silvestre”, mi guitarra y yo junto al genial músico y violinista Pedro Alfonso, en el Teatro Nacional de La Habana, durante el número de La Seña "El Hombre y su Instrumento".
La segunda es una reseña en la prensa de nuestra participación en un festival del humor, pero, considero ese recorte una “joyita” porque en él se puede leer el titular de la noticia que publicaban debajo de la que hace referencia a nosotros. No se lo pierdan.
Hagan clic en las imágenes para verlas ampliadas.

Les invito a que visiten la web de PP Pelayo y lean los artículos y comentarios. Y si alguien tiene alguno o un recuerdo, una foto, una denuncia, un chisme que aportar, ruego no se lo calle, pues la memoria suele ser traicionera cuando uno es tan joven aún, como Pelayo y Aramís Quintero, los principales instigadores de las revueltas generadas en las maneras de hacer humor escénico en Cuba gracias a ese hijo que engendraron junto al entrañable Moisés Rodríguez y que se llamó La Seña del Humor de Matanzas.

(I Parte) Algunas puntualizaciones sobre la historia del humor en cuba, durante los años 80.

(II Parte) Algunas puntualizaciones sobre la historia del humor en cuba, durante los años 80.

jueves, 6 de mayo de 2010

EL POEMA

Luego de tanto tiempo alejado del blog quiero retomar esta relación con un poema, el único poema "de otro" que me sé de memoria. Eso es todo un detalle, pues mi memoria es tan mala, falsa y traicionera como las mujeres en los boleros de victrolas.

Este es, para mí, EL POEMA. Desde él se resolvieron muchas de aquellas insolentes conjeturas estéticas y filosóficas que intentaban hurtarme las brujas asesoras del gran cacique y secuaces que reinaban y aún en la isla. Conjeturas cuya ausencia de solución, por otra parte, me auguraban un futuro de "hombre nuevo" en el que creí adentrarme durante algunos años y hacia el que orienté toda mi juvenil energía.
(No he conseguido dejar de imaginarlas, a las brujas, parapetadas tras la "joven poesía revolucionaria" con que a mansalva bombardeaban mi rusticidad cada instante cada día)

 


Es de Machado este poema total, poema thriller que, como las más espléndidas películas de mi memoria (sí, esa misma), lo tiene todo: vida, muerte, miedo, suspense... y sorprendente happy end.

Las dudas que pudieron quedar en mí, tras conocer estos versos, las solventó poco después un voluminoso poemario de Pessoa que me propinó un nocaut absoluto del que jamás he querido recuperarme.

Antonio Machado y Fernando Pessoa, no en ese orden, bastan para contar al Hombre.

 



Daba el reloj las doce... y eran doce
golpes de azada en tierra...

... ¡Mi hora! —grité— ... El silencio
me respondió: —No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Dónde están los caballos

Conocí a Lázaro Horta porque Dios tuvo el detalle de hacernos crecer en el mismo barrio, con los mismos amigos, las mismas novias y el mismo extravagante capricho de querer hacer música. Aunque a estas alturas aún no sé si lo hemos logrado, nadie puede decir que el intento no se ha hecho. Lázaro, que al principio cargaba un acordeón que nunca supe de dónde salió, no ha podido levantar jamás las manos de las teclas desde el día que tropezó con un piano.
Recorrimos juntos millas y millas de sueños, música, risas y alguna memorable discusión de la que salimos ilesos gracias a su nobleza, su cariño y su talento para saber estar. Y fuimos inseparables durante muchos años. No existía el aire, el agua, ni el tiempo, pues todo lo que respirábamos y bebíamos en aquel eterno instante en el que estábamos detenidos era música, música, música. Años después supe que en los provincianos pasillos de la maledicencia se murmuraba que ¡éramos novios!.. No era para menos, ¿puede alguien creer que dos tíos anden juntos las 24 horas del día sólo en la tontería de la música? Y, horror, ¿qué no habrá pasado por aquellas cabezas y lenguas cuando cierto día nos dimos de bruces con el genio, el ingenio y el violín de Pedrito Alfonso y comenzamos a ser Trío en nuestra apasionada orgía musical?

Ha pasado mucho tiempo y, salvo el espacio físico que existe hoy entre nosotros, todo en el alma se mantiene intacto.

Esto no es una entrevista como merece el cantante preferido de mi ausente y dulce madre. Apenas tocaré algunas cuestiones para que Lázaro Horta, con quien no he vuelto a hacer un concierto desde hace más de 15 años,
nos dedique un rato
y nos cante el cuento
de esos tantos cantos
que de cuando en cuando
unos cuantos tembas
tontos como antaño
recordamos tanto...

- La primera pregunta que surge es una que hace más de 40 años me estás haciendo tú a mí: “Rubencito, ¿tú nunca vas a cambiar?”. Pero no te la voy a responder porque hoy, aquí, el que pregunta soy yo.
Pero, claro, mijo... cada vez que me miro al espejo me sorprendo lo pa’ bajo que va todo. Te confieso que hago mis rutinas de ejercicios para detener el impacto de los cambios físicos que ha hecho el tiempo en mí. Ahora, si me miro por dentro, créeme que la transformación interior ha sido enorme. Tengo menos miedos y eso me ayuda a enfrentar la vida con lo que trae día a día. Ya sé orar y ha crecido mi fe y todo eso hace una gran diferencia con aquel muchacho inseguro que recuerdo. Si, Rubén, he cambiado compadre, el reto diario es en hacerlo notar.

- Preséntate.
Lázaro Horta, hijo de Mario Luis Horta y Migdalia Vento, oriundos de Matanzas, Cuba. Me crié en Pueblo Nuevo, un barrio cerca del Río San Juan. Estos detalles aparentemente insignificantes hacen la diferencia (me diferencian) de quién podría haber sido si hubiera nacido o me hubiera criado un poco más al norte, en la ciudad de West Palm Beach, Florida, en Los Estados Unidos…Mi Padre se cuestionó en los años 60, como muchos cubanos, si valía la pena permanecer en Cuba después de que el desgobierno cubano le quitara la pequeña bodega que tenía para sustentarnos, y mi mamá fue la que dijo que no lo seguiría. Todo esto me define como cubano, matancero y guajiro, porque tampoco nací en la capital, ni siquiera en el segundo piso del Vedado, como dicen por acá. Así que canto en español, digo malas palabras por mi ascendencia española y hago alardes cuando juego al dominó con mis amigos… ¿Qué más me puede definir?

- ¿Adónde fue a parar aquel acordeón?
Papi se apareció un día con el acordeón más grande del mundo. Yo tenia 9 años y lo había conseguido dando a cambio una goma de su viejo Chevrolet. Ni te digo lo emocionado que estaba. Fue el instrumento que me dio la posibilidad de hallar mis primeros acordes y componer algunas descanciones con letras de rompe y rasga que yo creía que eran las mejores del mundo, por lo menos eso decía mi abuela. Ahora mi viejo acordeón permanece arriba del escaparate de la casa de mi madre, como una reliquia intocable del que fuera el primer instrumento que tocó “mi hijo”, como suele llamarme Migdalia para celo de mis hermanos. Se ha reducido, empequeñecido por el paso de los años y ahora resulta casi increíble que en aquel tiempo yo casi no lo podía cargar. Gracias, Papa, no te olvido entrando por la puerta de casa con aquel acordeón rojo.

- ¿Cuantos años llevas tocando el piano?
El piano vino porque la batería me tenía aburrido. Eso fue en la Escuela de Artes de Matanzas. Yo estudiaba percusión, pero siempre estaba en los cubículos de piano. Recuerdo que una de las primeras canciones que intente aprenderme era aquella que decía…"En cada cuadra un comité, en cada barrio, revolución"…Era lo que escuchaban los muchachos de otros niveles de música en la escuela; así que en lo que va y viene le estoy dando piñazos al piano por lo menos hace 39 años…!coño!.

- Recuerdo discos de vinilo y enormes libros repletos de partituras con música de Barry Manilow, Billy Joel, Michael Legrand. Dos preguntas: ¿Cómo llegaron aquellos libros a Cuba, a tus manos? ¿Te sirvieron de algo, aparte de marcarte como un joven con ciertas “debilidades ideológicas”?
Jejeje…En aquellos tiempos nosotros no concebíamos no pertenecer a la Juventud comunista y defender con gritos y aspavientos, como buenos cubanos, aquella cosa en la que nos habían formado, por lo que cuando vinieron los primeros cubanos de “la comunidad” yo tocaba en un combo que se llamaba “Los Tigres 76”…ese nombre se lo puse yo, para que quede claro. Cantábamos canciones de Los Pasteles Verdes, Los Iracundos y alguna que otra canción de José Valladares (sin comentarios), aquí es cuando me atrevo a decirte, “Rubén…Coño, algo he cambiado no”…En el combo teníamos a un baterista que era el dueño de los instrumentos y con el había que morirse porque sino…”me llevo la pelota”…Este tenía una prima “gusana” que trajo unos libros y discos de artistas norteamericanos que yo conocía cuando escuchaba la WQAM con los radios rusos y aquello fue la revolución cultural del combo. Me aprendí las canciones de Barry Manilow y de Billy Joel y los amigos nos decían que nosotros las tocábamos mejor que ellos..!Ay!, si no fuera por los amigos…Recuerdo al grandísimo músico cubano Oriente López en el Teatro Hubert de Blanc mirando los acordes que le estaba bajando al piano y una vez más agradecí a los yumas poder alardear de mis habilidades con los libros del enemigo.

- ¿En qué momento se coló en tu vida esa cosa “tan ajena”: la música tradicional cubana?
Un día estaba a la salida de mi escuela y conversaba con el presidente del Taller Literario que después resultaría ser uno de mis mas grandes amigos, el Señor Alfredo Zaldívar, y este me instaba a que montara algo de Barbarito Diez. Yo no pude hacer otra cosa que reírme e inquirirle que yo no iba a cantar canciones de ese viejo parao’ como una estaca, aburrido y otras porquerías más que se me ocurrieron en aquel momento. La ironía de la vida, que a veces tarda mucho tiempo en revelarse, hizo que en mi primer disco producido, arreglado y cantado por mí hallan cuatro canciones que inmortalizara la sin igual voz de Barbarito…Fue un proceso de reconocimiento que vino también al codearme con personajes como Rubén Aguiar que le metía a la trova en la misma costura y me enseño de primera mano a la guitarra en la pequeña sala de su casa en San Vicente, Pueblo Nuevo, la sutileza de canciones como Longina, La Tarde, Perla Marina y otras tantas que impactaron para siempre mi modo de seleccionar lo que quiero cantar…si no están a esa altura…que las cante Alfredito Rodríguez, un icono también de nuestra cultura cubana. He dicho.

- Cantaste, como casi todos, mucha “nuevatrova”. ¿Aportes? ¿Desengaños?
Todo, absolutamente todo forma…No provengo de una familia culta, ni de intelectuales, ni de clase media, por lo que todo ha devenido en un esfuerzo por encontrar “la forma” de formar de la mejor manera posible mi vocación por la música y el decir. La difusión mediática de aquellos años en que los Beatles estaban prohibidos y que Julio Iglesia y los Formulas Quinta eran los reyes de la radio, y que la música más cercana a lo tradicional que se escuchaba era un programa que mi madre oía cuando “cosía para fuera”, con los éxitos de las películas mejicanas cantadas por Pedro Infante, Jorge Negrete, entre otros, hizo que yo repitiera lo “popular”. Me encantaba cantar aquello de …”Hipocresía, morir de sed teniendo tanta agua”…Pero, bueno, Rubén, si he cambiado, compadre…La nueva trova fue el despertar, el descubrimiento de una manera diferente de expresarme en la palabra cantada. Pablo Milanes, Silvio Rodríguez, Noel Nicola y tantos otros que impactaron de manera definitiva mi universo comunicativo dieron al traste con lo que de alguna manera trato de ser ahora cuando canto o compongo alguna canción…trato de imitarlos, son una referencia ineludible de mi formación musical. No, ningún desengaño relacionado con la música porque es de lo que estamos hablando. No me desviaré del tema señalando a que Partido Político están afiliados estos autores. Quiero despertar en el siglo XXII y recordarlos sólo por canciones como Yolanda, Te Perdono o Rabo de Nube…Lo demás, créeme que no me aporta…Por cierto, no recuerdo cual era el nombre del Emperador o Rey de Austria cuando Mozart compuso sus monumentales conciertos y Sinfonías.

- Eres, también, compositor, arreglista, productor. ¿Alguna preferencia?
He tratado en la música hacer un poco de todo y créeme que aunque lo disfruto lo he tenido que hacer para sobrevivir. Me hubiera gustado más dedicarme por entero a cantar, respaldado por un grupo musical donde el pianista fuera Julio Font ( Matancero que vive en Paris), por Danny Aguiar en el bajo y haciendo únicamente para mí los arreglos de mis canciones (Matancero que vive en Madrid), en la batería Tavera (Matancero que vive en Canadá), en el violín, el monstruo de los monstruos, Pedro Alfonso (Matancero que vive en LaYuma) y nutriéndome de canciones de Rubén Aguiar (Matancero que vive en España), Raúl Torres (Matancero que vive en el mundo), Frank Pablo Laucerica (Matancero que vive en Miami ), y así. El extra que le pongo a mi condición de cantante son intentos que distan mucho (y no lo digo por modestia) de lo ideal que hubiera sido todo para mí si no anduviéramos de parias por el mundo.
Preferencia?...Un concierto con todos ustedes en el Teatro Sauto y viviendo de esos talentos que Dios nos ha dado y que lamentablemente nuestro país no ha sabido (en presente) retener.


- Has sido líder de agrupaciones vocales. Cuéntame del Cuarteto Kairos.
Kairos es uno de los grupos que más satisfacción me ha dado en mi carrera. Fue mi primera relación con los negocios de Dios, que siempre son buenos, aunque tú necesariamente no lo seas y créeme que hay una gran diferencia. Fue el comienzo de mi relación con Jesús de Nazaret, que perdura. Con el grupo probaba mis arreglos vocales, mis canciones. Era un taller donde aprendí un poco de todo, que me ha servido para continuar insistiendo en ser un instrumento en las manos de Dios para dar un mensaje a través del talento que Él ha depositado en mí. A veces llego a la Iglesia (donde sirvo y trabajo para Dios) aburrido, obstinado, con sueño y sin ganas de cantar, y resulta que cuando termina el servicio lo que menos espero es que alguien se me acerque y me diga…- No sabes, Lázaro, cuanto me ha emocionado tu canción, cuánta carga negativa he soltado hoy gracias a tu interpretación. - Reconocer que Dios te usa a pesar de ti es de una satisfacción sin limites. En eso estoy.

- ¿Te interesa aún el trabajo coral? ¿Algún viejo sueño en el trastero?
Hace como dos semanas me llamó de Canadá un director de Coro que tenía en su poder un Aleluya que compuse en Cuba hace ya varios anos y que estreno el Grupo Kairos. Fue una sorpresa y aun mayor cuando me envió un cheque por eso, y dije…Aleluya yuya. Estoy en la inmediatez del diario vivir, lo que quiere decir que arreglo para voces y las uso en mis propias producciones. En mi disco Mi Herencia Cubana le hice un arreglo a voces, a manera de introducción, a la romanza de Gonzalo Roig dedicada a Matanzas y a Dulce Embeleso de Miguel Matamoros. Ahora acabo de terminar una canción de Julio Font que se titula “Te amo” a la que le añadí ocho voces cantadas todas por mí. Hay que ahorrar gastos. Este capitalismo no es fácil.

- Qué prefieres ¿cantar o tocar el piano?
Ha pasado el tiempo y ya una cosa está estrechamente vinculada a la otra. Ahora tengo el poder de rubatear donde me da la gana, cambio los acordes, manipulo el tiempo, la melodía la estiro. Es bastante cómodo hacer esto y no depender de un instrumentista con el cual tienes que ensayar, que es el caso también de acompañar a un cantante, por lo que si de preferencia se trata me quedaría con esta dualidad.

- Un hijo actor y otro ya estudia en una escuela de música. ¿Hubieras deseado para tus hijos otra profesión?
Qué te puedo decir…Nunca he pensado seriamente en “qué es lo mejor para mí que mis hijos sean”. Creo que es de un egoísmo desmedido y morboso. Cuando Aniel ( Mi Príncipe Mayor) empezó a ir a Talleres de Teatro me pareció fantástico, porque sé que no tenia condiciones musicales y míralo ahora, es actor de uno de los Grupos de Teatro para niños más prestigiosos de Cuba y el mundo: Las Estaciones. Lo de Gabriel, se pasó de liga con la musicalidad. Yo solía jugar con él cuando tenia tres o cuatro años, a repetir melodías y siempre me dejaba pasmado hasta que él se aburría de repetir y me decía….”Papa, is my turne now”….entonces me tocaba a mi repetir lo que él inventaba. Ojalá que alcancen la felicidad tan grande que me ha dado a mí encontrar en la música una manera de vivir y ser.

- Profesor, dibujante. ¿Si no fueras músico?
Pintor. Mi gran amigo Yovani Bauta se aterrorizó cuando vio en mi casa una pintura hecha por mí. Yo diría, como Nerón…No saben qué pintor murió en mi aquella tarde.

- Tu disco Mi herencia cubana (Colibrí Récords, 2006) ¿es el final de una etapa ó un nuevo punto de partida?.
Pretendo continuar con Mi herencia Cubana y llevarla a dos proyectos más donde abarcaré la etapa del bolero, la canción propiamente dicha, el feeling y después una última donde estarán mis canciones y la de mis contemporáneos y ahí estas tú de lo que no hay remedio. Esta trilogía musical será un resumen de todo el repertorio tan ecléctico que he estado cantando todos estos años y que estará organizado de esta manera.

- El exilio, ¿lección o bendición?
Fue la decisión más difícil de mi vida y la mejor. Todos los días me levanto con un sueño realizable donde lo único que me limita soy yo mismo y eso…es bueno.

-Para el hombre: ¿Matanzas o Miami? ¿Cubano o Americano?
Tengo una banderita delante de mi computadora que si la volteas por una parte esta la bandera cubana y por la otra cara la bandera de Los Estados Unidos. Cuando me levanto y me siento a trabajar me pregunto, - ¿Cómo te sientes hoy?”... en dependencia de cómo anda mi estado de ánimo viro la bandera. Hoy, no sé por qué extraña coincidencia, está por el lado cubano. Debe ser porque debía recordar algunas cosas de mi vida pasada que abarcaron 38 años viviendo en Matanzas, Cuba. Llegar, por otro lado, a los 48 y sentirme tan orgulloso de este país que me hizo un ser humano auténticamente libre, de espíritu y de acción!... Cuba es y será mi eterna referencia emocional y Matanzas un refugio al que volveré cada vez que visite a mi Madre en Pueblo Nuevo... ¿Te había dicho que Miami es la ciudad más linda del mundo?

- ¿Para el músico?
Para el músico, música. Bendita música, citando a Serrat.

- ¿Algún proyecto inmediato?
Mañana voy a ver si tengo deseos de seguir haciendo un arreglo que me encargaron y que no me gusta para nada, pero me pagan.

- Regálame alguno de tus famosos despistes.
Mi fama entre mis amigos no es precisamente como buen músico ni mucho menos. Lo que más los hace recordarme son mis repetidos despistes y los cuentan a manera de chiste en las tertulias que organizamos. El que más le gusta contar a mi hermano es el del día que estábamos comiendo en el restaurante “La Carreta” ( símbolo culinario de la comunidad cubana en el exilio) y se me acercaron dos muchachas y una de ellas con evidente alegría me dice:

- ¡Lázaro Horta!

Yo, al ver tanta muestra de cariño y sin reconocer a la exaltada muchacha, me levanté de la mesa, le di un beso y le dije:

- ¡Oye!, ¡qué bueno verte¡ - Evidentemente fingiendo que la conocía.

Yo trataba por todos los medios de hallar una pista que me condujera a la ubicación de esta persona; busqué desesperadamente en los archivos de mi memoria, pero la conversación se tornaba cada vez más intrincada y no lograba dar pie con bola de con quién estaba conversando tan animadamente.

Mientras tanto, sentía una incomodidad en la mesa donde se encontraban mi hermano y Ernestino (viejo y gran amigo). Después supe que, a mis espaldas, hacían apuestas de que yo no recordaba quién era la muchacha.

- Veinte dólares a que no sabe quién coño es. Decía mi amigo conocedor de mis despistes.
- No chico, no puede ser que él no se acuerde, si fíjate cómo le habla. - Ripostaba mi hermano, en mi defensa.

De pronto, una luz en mi mente y le dije raudo y sin pensarlo más:

- Oye, ¿y tu hermana la que toca el chelo?

Ella abrió los ojos, después los cerró y, poniendo cara de asombro, me dijo:

- ¡Lázaro Horta!, la que toca el chelo soy yo. – Exclamó, casi gritando.

Nos tuvimos que ir del restaurante sin comer porque a mi hermano y a Ernestino les dio un ataque de risa que no pudieron contener y aun más cuando vieron mi cara de circunstancia al tratar de enmendar mi equivocación con infructuosos esfuerzos que empeoraron la situación.


- De un viejo correo tuyo, donde me contabas algunos de estos despistes y otras anécdotas, elijo la última, justo para cerrar diálogo.

!Autosuficiente yo!

Recuerdo mis años en Cuba y aquella energía de mi adolescencia junto a amigos con los que compartía los mismos deseos de escalar la montaña del éxito artístico. Nos creíamos los mejores y para nosotros estábamos inventando todos los códigos musicales de nuestra época, sin competencia, desarrollando un ego difícil de superar.

El tiempo se encargó de ponerlo todo en su justo sitio y bajarnos los humos que habíamos adquirido a través de los años por nuestra ingenuidad e inmadurez.
La llegada a Miami se encargó de sepultar para siempre algún rastro de la otrora autosuficiencia.

Mi hijo Aniel se graduó de actor en La Habana y estoy orgulloso de lo que logró por sí solo sin la ayuda de nadie; ni siquiera hice una llamada telefónica a ninguno de mis influyente amigos del medio artístico para que “le tiraran un cabo”. Todo lo hizo por si solo y creció como hombre en todo ese tiempo.

Mi otro hijo, Gabriel, tiene 12 años y es ocurrente para expresarse. Vive en Atlanta y ha resultado tener evidente talento para la música. Desde muy pequeño ya jugábamos a los intervalos musicales de manera que yo le decía:

- Gabriel, ahora repite después de mí. Y le cantaba un intervalo musical.

Así sucesivamente el repetía con asombrosa precisión y yo le iba complicando la melodía hasta que me paraba y me decía:

- Now, It’s my turn papá.

Entonces cambiábamos los papeles de alumno profesor.

Hace poco vino de visita a mi casa de Miami y me propuse grabar dos canciones con él, para tenerlas como recuerdo de familia. Luché mucho para convencerlo y finalmente me dijo que sí, con la única condición de que no se la enseñara a nadie.
Le prometí, con los dedos cruzados en mi espalda, de que así sería y empezamos a hacer la maqueta con los instrumentos para después finalmente ponerle la voz.

Elegir las canciones fue una tortura china. Yo trataba de influenciarlo con algunas propuestas que me parecían idóneas para su voz, pero él permaneció firme en su decisión de cantar las canciones que ya previamente había elegido. Así que trabajé en uno de los arreglos y se lo mostré para saber su opinión.
Lo oyó muy seriamente y me dijo una palabra en inglés que no necesitó traducción dada la cara que puso cuando la dijo. Pude deducir que, para él, el arreglo no tenia ¡swing!.

- Es solo un demo para nosotros, Gabriel, please.

- Ok, go. Me dijo, muy americano él.

Empezamos la grabación y les digo con mucho orgullo que hizo una toma de voz perfecta. Yo lo miraba asombrado y erizado y al final le di un beso emocionado y lo abracé fuertemente.

- Gaby, !que bien lo has hecho hijo mío!. Le dije eufórico.
- Si. Me dijo desinteresadamente.

No obstante, quise ser perfeccionista y le dije presuroso:

- Gaby, qué te parece si repetimos esta frase para que te salga mejor, si?

Miró sus zapatos, relajó los hombros como cansado, alzó los ojos a mí y me dijo profesionalmente:

- Déjame escuchar y te digo si tengo que repetir.

!Autosuficiente yo!? ¿Se habrá cumplido aquello de que “de tal palo tal astilla?”

Todavía llamo a mi amigo de la vida Rubén Aguiar y cuando sale al teléfono le digo:

- Por favor, ¿hablo con el mejor compositor del mundo?

A lo que él me responde:

- Sí, por supuesto. De seguro hablo con el mejor cantante del mundo.

...

Aunque Lázaro no lo crea, según mi propia teoría de probabilidades, no es disparate pensar que quizás uno de los dos esté equivocado en su apreciación.
________________________________________________________________________

“Dónde están los caballos”, es tema de la autoría de Lázaro Horta, dedicada a su padre enfermo de Alzheimer.