Los días en Cuba suelen transcurrir lentos, calurosos… Igual la vida, que no deja de ser la resaca de los días acumulados en ese anárquico trastero que llamamos recuerdos. Pero los días de Cuba son los días del mundo... y en cada rincón del planeta cada quien carga su propia pereza, su definitiva rutina de vivir... su personal canción, su "Crónica". Aunque sea ya 2017. Exilio. Poesía. Música. Y el hombre asfixiado en la rutina de las normas. ...Transcurría 1992... lento... caluroso... Mi balcón de entonces pendía sobre el Boulevard de la Calle Medio que atraviesa el centro de la ciudad de Matanzas... Mi ocupación favorita de cada mañana, en los minutos previos a mi tardío encuentro con Morfeo y la cama, consistía en observar desde tan privilegiado mirador a los hombres que pasaban, uno distinto cada vez, apenas el tiempo que tardaba en consumir mi último cigarrillo de la ya extinta madrugada.Vi todo tipo de personajes. Me sumergí con ellos en la marea humana que apresuraba a diario su incorporación a la jornada de trabajo. Me confundí entre sus pasos sus prisas sus parecidas camisas y miradas. Eran los mismos ritual y estética del otro hombre que habitaba el caserón que era mi hogar entonces, el padre de mi chica.Mi canción Crónica es una viñeta que retiene ese instante del hombre único que configuré con todos esos hombres que hoy vienen a mi mente cada vez que siento añoranza de humo... o cuando canto esta canción...
(Pedro Alfonso toca el violín en el momento de este "Crónica" durante el concierto... ¡Incalificable! ... Primero, porque es ese músico irrepetible que sabemos... Pero quizás también porque sabe de esos personajes de entonces, cuando apenas nos separábamos él y yo... hasta la tarde aquella que se largó “adondefuera”...)
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