"Dos riberas" es canción de una historia real. Historia hermosa y triste. De otros y mía. De amor y dolor, como todo buen amor.
Muy pocas veces he podido cantarla completa pues no tengo defensa ante esta canción. Se me encima, cada vez que recurro a ella, con todo el derrumbe de mi mundo, esa caída hacia otro Rubén que fue la década del 90' del Siglo XX, que comenzó quitándome a mi madre y, sin detener, separándome de mi hijo, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mi tierra, de mi comida, de mis sueños y mis rabias, de mi futuro de cantor y una probable adultez y del cabal cumplimiento de aquella reposada vejez junto al río, frente al mar…
Nada de lo tanto hermoso vivido después de esa década ha conseguido reconciliarme con Dos riberas, reconocerla como una canción de circunstancia, útil, como toda canción, únicamente para exorcizar lo peor del pasado. Sigue siendo un golpe en mi pecho.
Hay cosas a las que no se le debe cantar. Las canciones son la fotografía de las emociones, un retrato no de la imagen sino de lo que estás sintiendo cuando aprietas el obturador de la melodía y el verso.
Los protagonistas de Dos riberas no sólo tienen una historia de amor increíble. De esas de también dolor. Él, además, ha compuesto algunos de los más bellos cantos que se han escrito en Matanzas. Ella no se ha conformado con provocar muchas de sus canciones y también las ha cantado.
"Dos riberas"
Con un bolso, un abrigo, un pasaje real
un manojo de sueños y un trozo de mar