sábado, 1 de diciembre de 2012

Fortuna fundamental


Uno tiene, además de un montón de tesoros de valor consensuado e intercambiable, algunos íntimos y exclusivos tesoros que rara vez arriesga. Resultan ser objetos, detalles a los que solemos atribuir valor sentimental. Para mí son, de manera absoluta, el patrimonio imprescindible que respalda los valores fundamentales de cada persona.
Entre lo más preciado de mi escasa “fortuna fundamental” conservo celosamente un gesto de un hombre, una especie de “Quiero” poco común que me ofreció una noche, hace más de 17 años, alguien que hasta pocas semanas antes de aquel momento no tenía yo idea que existía. Intensos días descubriendo espacios comunes, sueños, proyectos, maneras de invocar a nuestras chicas tan lejanas, y hasta gestos coincidentes, lo convirtieron en poco tiempo en una de esas imposibles personas de las que nunca quisiera separarme.
Unos días después de aquel día me despedí de él en el aeropuerto de Barajas, Madrid, y apenas he vuelto a tener noticias suyas hasta hace aproximadamente un mes en que lo encontré en facebook y le solicité amistad... y la aceptó.


A partir de entonces todo transcurrió como suele ser habitual ya en las relaciones contemporáneas (marcadas por esa mezcla de voyeurismo con afán exhibicionista que hasta hay quien considera casi un “derecho fundamental”), comenzando por el familiar “Félix ha aceptado tu solicitud de amistad, publica un comentario en el muro de Félix”...
En mi caso, ya saben: de publicar, nada. Pero comenzó entonces esa mirada (ya todos sabemos cual) esporádica al “muro” del otro, y ese cierto deseo sigiloso de que te descubra y te diga “Te recuerdo tanto y llevo años esperando encontrarte en algún lugar de este mundo para volver a tomarnos algunas cervezas, fumar algún pitillo y contarte algunas nuevas roturas en el corazón, estás sí que definitivas, de veras, estas sí...”  (¡anda ya, amigo: el marcapasos y la sanidad pública han destruido nuestra credibilidad como donjuanes y poetas!)  Y continuar uno sin atreverse a realizar otra acción que no sea la del clic de vez en vez en algún “Me gusta” o, en alguna que otra ocasión y en arriesgado acto de valentía, compartir algún “enlace” gracioso o socialmente “aceptable”. Incluso puede que ni eso.
Hoy, por una razón que conozco y callo (y no son tres gintonic), quiero dar testimonio de ese tesoro que poseo, aquel “Quiero” que me regaló el artista, actor y fotógrafo  cubano Félix Antequera en el otoño de 1995.  
“Acampábamos” en un estrafalario rincón de la “Europa profunda”, un camping en las afueras de 's-Hertogenbosch, Holanda, en la única gira que compartí con la Compañía de Teatro Buendía. Estaba ya fuera de Cuba, dando un paso importante y necesario en mi vida, pero con un gran secreto a cuestas: no regresaría. En esa situación mis días eran todo lo confuso y hermoso que propicia la libertad mezclada con dolor, dolor de no tener conmigo a la mujer que amaba, dolor de dejar atrás la familia, la vida vivida, el hombre que todavía era. Tenía, eso sí, un montón de gente alrededor, “los Buendía”, a quienes apenas conocía pero por los que sentía franca simpatía. Entre ellos algunos más cercanos que otros. De estos, dos fundamentales: José Juan Rodriguez "El Jabao" y Félix.
Aunque estaban casi todos presentes, para ellos dos (otro secreto, hasta hoy) canté una noche mis canciones. Es harto complicado dar con gente realmente valiosa. Es casi imposible que coincidan dos en un mismo momento y lugar. Cuando encuentro personas cuyos valores corresponden con lo que quiero de la vida suelo ofrecerles mis propios valores, mi pecho y mi salud. La escasez de “tropiezos” así es probablemente el motivo por el que apenas suelo cantar mis canciones, por el que aun no he grabado un disco: lo mejor de mí sólo por lo mejor de los otros.

(Aunque lo mejor de mí sea tan poquito como mis canciones, son ellas lo mejor de mí y elijo a quien ofrecerlas. Y eso mismo quiero recibir, no más, no menos. Hasta hace muy poco no era consciente del por qué de esta ancestral actitud mía, tan terca como indescifrable: léanse “La Rebelión de Atlas” y sabrán, como ya sé hoy, la respuesta a ese por qué)

El Jabao es uno de mis caros e irremplazables amigos, de esos que no necesitas tener cerca para que siempre estén, pero que además están.
Félix sucedió tan sólo unas semanas en mi vida, pero fue suficiente. Aquella noche él supo que canté para él. Nada me dijo de ello. Apenas fue al cajón de sus propios tesoros fundamentales, tomó uno de los más querido y poco antes que acabara la noche me lo entregó a cambio de mis canciones. Sólo me dijo: “Busca una cartulina para que la protejas”... Ese detalle no lo recuerdo: lo leo de vez en vez en una carta que unos minutos después, emocionado, escribí a mi esposa. 

 Esa espléndida fotografía que aquí expongo es la representación material del enorme “Quiero” que recibí de mi amigo. No le voy a pedir permiso para mostrar su dedicatoria: dice más de él que todo lo aquí contado.
A pesar de los 17 años transcurridos no lo extraño. A los amigos no se les extraña. Están ahí todo el tiempo, a toda hora. De vez en cuando, como ahora hago, se les presenta a aquellos a quienes conoces:
“Ea, aquí tienen a un hombre de los buenos, está repleto de los valores que pueden salvar al mundo... y es mi amigo”.



























Rubén AM
1 de diciembre de 2012
Madrid

martes, 27 de noviembre de 2012

Juan Carlos Calderón



Hace hoy una semana conversaba con mi amigo Antonio Hermida acerca de la obra fundamental de los dos más grandes compositores de la canción romántica española: Juan Carlos Calderón y Manuel Alejandro. Sumergido en la red recorrí gran parte de la obra de ambos, sin saber que en un hospital de Madrid se hallaba convaleciente el primero de ellos, quien finalmente acaba de morir esta madrugada.
El día en cuestión tomé de la web de Juan Carlos Calderón su correo electrónico, decidido a corresponder al ofrecimiento que el gran músico me había hecho años atrás en el único encuentro que tuve con él, durante un homenaje en el que se le otorgó la llave de Santander, su ciudad natal y en el que participé con mi Trío Matancero.
Esa noche hice algo que mi obtusa timidez no me había permitido hacer antes y que  por supuesto no he vuelto a hacer después: me acerqué a la mesa donde cenaba el compositor y me presenté como gran admirador suyo y uno de los músicos que en breve ofreceríamos un concierto para los invitados. 
Al verme, me dijo:
 - Ah, eras tú el que cuando entramos tocabas en la guitarra los sones con acordes de novena y trecena... ¡tremendo eso! .... Lo intenté, pero con todo este protocolo no me pude acercar a ustedes. -
Me admiró que se fijara en ese detalle “técnico” a pesar de toda la barahúnda de aquella ceremonia. Me pidió que cuando termináramos lo esperara tras el escenario. Pensé que era tan sólo un gesto cortés de su parte y al terminar nuestro concierto el Trío nos pusimos a deambular por el recinto.
De alguna manera dio con nosotros:
- ¡Hombre, llevo media hora buscándoles!... – nos dijo, inmortalizando para mí esa noche sin saberlo. 
Conversamos un buen rato. Habló de su admiración  por los cubanos, con quienes llevaba conviviendo muchos años en Miami. Hablamos de música y de política. Y habló del malestar propio y de muchos grandes artistas españoles por la falta de reconocimiento del que eran objeto en su tierra. Fue espléndido con América. Y sarcástico con ese mismo evento en que le homenajeaban. España no suele hacer justicia a sus mejores hombres y el coste de ello se traduce, además de en la partida de buena parte de estos, en una insolvencia que probablemente sea lo que no les permite siquiera encontrar el camino para salir de una constante crisis económica, social y cultural. 
Finalmente, el maestro me entregó una nota que había escrito pensando que esa noche ya no nos vería, con unas cariñosas palabras, su dirección, su teléfono en Madrid y su ofrecimiento:
- No dejes de llamarme cuando regresen allí. Te voy a cantar unas cosas que estoy haciendo. -
Hice lo que suelo hacer siempre: guardar aquella nota como una reliquia... y no llamarlo.
Esta es la segunda vez que me pongo en contacto con él. No hay dos oportunidades. Ni siquiera le dije que yo hacía canciones. Sí conservo, en algún sitio entre mis escasos tesoros y un tanto amarilla como aquellas sus Cartas que cantó Nino Bravo, la nota que me entregó aquel día ese hombre bajito y vivaracho, de pelo largo y cuidado, pecho, cuello y manos exhibiendo collares y cadenas, con acento que se me antojó un tanto “acubanao”, ese hombre que era y es para mí institución: Juan Carlos Calderón, uno de los grandes creadores que configuraron la música popular moderna hispanoamericana.
Todo mi respeto a su memoria.

viernes, 20 de julio de 2012

Pérez Prado, El Cumbanchero

Dámaso Pérez Prado. Escuchen su indescriptible percepción de "El Cumbanchero”, la canción del puertoriqueño Rafael Hernandez,  en ese vídeo-foto. 
Considero ridícula y mediocre la idea de que Pérez Prado no fue el creador único y absoluto de la música que hoy se conoce en el mundo con el nombre de Mambo, esa que escuchamos en este video y toda su música. Aunque algunos músicos y especialistas consideren que un ritmo llamado “mambo” ya había sido creado, lo que aportó y difundió por todo el mundo Pérez Prado no es un “ritmo”: es un concepto musical, una propuesta estética y sonora absolutamente personal, novedosa y revolucionaria, sin más antecedentes que aquellos formales y técnicos de los que se nutre todo creador. 
El ritmo en sí existía en Cuba, pero jamás “suena” a lo que la gente reconoce como “Mambo”, jamás a esa mezcla dulcemente agresiva de ritmos, “ruidos”, melodías, armonías... El "Mambo” de Pérez Prado parece creado por la naturaleza, parece la voz de las selvas, los acantilados, las fábricas, los carros, pero sobre todo parece el “ruido” del Hombre natural, libre, alegre y mezclado con los otros hombres-mujeres, orgía, sexo y sensualidad y sobre todo buen gusto, porque es música también exquisita, transparente, fluida y compleja a la vez, para escuchar tanto como para bailar. 
Es por ello que “eso” que él creó y difundió es sólo suyo, único, camino abierto y cerrado en sí mismo, en el que, como sucede con la lógica aristotélica, todo parece dicho ya: lo único comparable a la actualidad de su música es esa imposibilidad, al parecer insalvable, de aportarle algo nuevo, algo que no esté dicho o insinuado ya por Pérez Prado. 
Rubén AM.



martes, 26 de junio de 2012

Michael Jackson

Hace tres años que murió Michael Jackson. Cuando su muerte se hizo oficial ya era 26 de junio en España: lo tuvimos un día más entre nosotros. Hoy en Facebook, Alexis Díaz Pimienta recordó un email que envié comentando aquel suceso que tanto me conmovió. A propósito de la muerte del artista y tomando de referencia mi email, Alexis publicó en un artículo su particular visión del personaje y el suceso, artículo del que suelo resaltar el modo en que desnuda las actitudes y poses de “nuestros intelectuales (en La Habana)” en aquella época (actitudes y poses a las que practicamente ninguno escapábamos)
Dejo aquí ambos textos a modo de homenaje a MJ, quien cada día me sorprende más con su talento.
Y, de paso, una confesión: fue la prematura muerte de Jackson lo que dio el puntillazo definitivo a mi intención de publicar este blog, hecho que ocurrió dos semanas después de aquel suceso.

...

 

MURIÓ EL REY, VIVA EL REY‏

Por Rubén Aguiar Muñoz

Todo el respeto del mundo para este monstruo de la música y del espectáculo.
Lo cambió todo con sus modos de hacer y rodeado de muchos de los más grandes maestros de la música, el baile, el teatro, el diseño, el cine y el vídeo actual.
Me perdí verlo en directo.
Sus temas, la mayoría escritos por él, y sus performans marcaron al Siglo XX.
Y, estruendoso efecto mariposa, ya es para siempre referencia obligada porque, como todo gran mito, se va temprano... dejándonos con los ojos abiertos y sin espacio apenas para creernos que
- MICHAEL JACKSON  se murió!!!
- coño, que no ha dejado de ser un niño!!!
- que tiene un futuro, nuestro futuro, enorme por delante!!!

Ahora si sé que hemos llegado a viejos.
Bueno, también sé que volvemos a ser testigos de esa suerte de exorcismo que es morir joven y evitarnos echar a perder con una apacible (o quién sabe) vejez todo lo realizado.
Por otro lado, estaba claro también que jamás veríamos a MICHAEL JACKSON viejo. No habría perdón: ni él ni nosotros nos perdonaríamos eso. Es agotador el ejercicio de imaginar a alguien en sus mejores momentos, joven y fácil de perdonar.
Por supuesto, que entre sus tantas excentricidades cabría perfectamente la de morir en falso, desaparecer para siempre y garantizar así la eternidad al personaje que le tocó interpretar en este escenario común que es la postmodernidad y en la que le tocó un protagónico de lujo.
Quizás dentro de unos días, cuando pase la resaca y el mareo, decida quedarme con esta última variante que aventuro. Así que no les extrañe que empiece a defender y a inventar los argumentos más tremendos para validarla.

Les pongo aquí dos enlaces, mis preferidos. (Ambos a continuación del texto de Alexis... impresionantes!)
El primero es un directo, "Billie Jean" (Live in New York 2001)... CON 43 AÑOS!!!

El segundo: "Bad", dirigido por MARTIN SCORSESE, producido por QUINCY JONES, escrito por RICHARD PRICE y que co-protagoniza WESLEY SNIPES. 

----------------------------------------------------------------------------

Murió Michael Jackson: ahora sí que hemos llegado a viejos.

Por Alexis Díaz Pimienta

Hoy, 26 de junio de 2009, me he levantado a las 6 de la mañana, he encendido el ordenador (como siempre), he abierto una de mis cuentas de correo electrónico (como siempre) y he recibido, como una pedrada contra el pecho, un email de Rúben Aguiar, un gran músico cubano, un gran amigo. Ya desde el "asunto" del mensaje, rotundo y claro, tristemente poético ("Ha muerto Michel Jackson: ahora sí que hemos llegado a viejos"), comencé a sentirme literalmente desolado, triste, y lo más raro, lo peor: comencé a envejecer rápidamente. Y así estoy todavía, varias horas después: desolado, triste, viejo. Una grieta profunda atraviese mi adolescencia habanera, mi Alexis del Diezmero y se asoman por esa grieta novias y amigos, Tinito sobre todo, aquel morito sanmiguelino que era quien más se parecía a Michael, para envidia de todos: su misma piel (de entonces), su mismo pelo, su belleza y su físico.
Y aquellos pantalones pescadores. Y aquellas medias blancas. Y aquella delgadez exacta para retar a la fuerza de gravedad en los bailes. Michael Jackson marcó época. Su música, su baile, sus excentricidades. En realidad, la conocida como "era Obama" comenzó en Michael Jackson, pero nadie lo dice. O nadie lo sabe. Comenzó en Jackson mucho más que en Luther King o en Malcon X. Michael Jackson ilusionó desde el éxito descontaminado de política a millones de negros, demostró que se podía ser un genio y triunfar desde la nocturnidad cutánea, esa que terminó por asustarlo y convertirlo un un licántropo, pero también en un nictálope, dos esdrújulos musicalísimos y fuertes. El "yes, we can" de Obama bien pudo ser un estribillo de una canción de Jackson en los años 80. Un estribillo coreado por Quincy Jones, filmado por Scorsese, aplaudido por Liz Taylor. "Yes, we can", pudo cantar Michael Jackson en los años 80, volviendo de entre los muertos, y muchos años después Barak Obama hizo suyo ese verso y puso a bailar al son de la esperanza a todo el mundo.
Hace pocos días un amigo hizo un chiste macabro, de humor negro, diciendo que Michel Jackson se había quedado solo porque se había metido a blanco, ahora que estaban de moda los Tiger Wood o los Obama. Un chiste de humor blanco, me dije yo. Un chiste andrógino. Y luego continuamos (en serio) analizando de qué raza era Obama, de qué raza éramos todos. Entonces no sospechábamos que Michael moriría, que nos envejecería con un golpe de magia, con un giro inesperado en su coreografía del asombro, pero sobre todo que nos dejaría sin color de piel, o sí, con el color de los incrédulos. Y así ha sido.
A mis 42 años me he quedado incrédulo clarito, y tú incrédulo oscuro, y aquel incrédulo retinto, y aquella incredulísima. Es el color, la raza, que marcará esta época. Color Obama, para los que gustan de un nombre más cosmético. O color Jacko, para que quienes amamos los nombres más sonoro. Porque en Michael todo era colorido, y cosmético, y cromático, pero sobre todo sonoro. Ha nacido, gracias a él, una nueva raza: la incrédulo-sonora. Un negro, genio precoz, que muere blanco y prematuramente, es un prototipo incrédulo-sonoro. Marca tendencia, dirían los expertos en frivolidades. Marca época, diremos el resto de mortales. Ahora recuerdo que en mi "segunda adolescencia" (a los veintitantos años) en ciertos círculos intelectuales de La Habana me avergonzaba reconocer mi admiración por Michael Jackson y guardaba para mí (bien dentro), las emociones tan profundas asociadas a su música. Ahora siento vergüenza de aquella vergüenza.
Nuestros intelectuales (en La Habana) eran demasiado "serios", demasiado lezamianos para tomar en serio una charla sobre Billy Jean o sobre Thriller. Había que hablar de la posmodernidad y otras aristas perfiladas por la "metatranca" (un sublime neologismo auctóctono), y en ese ámbito no cabían el pop, la androginia, la personalidad indefinida del héroe de los negros del barrio. Ni siquiera entre nuestros intelectuales negros, que preferían disertar sobre Bob Marley o Stevie Wonder, que era un genio más serio. En fin, que a los intelectuales de mi generación "se nos fue la guagua" muchas veces. Bailábamos casino como trompos, pero éramos incapaces de resbalar sonbre las suelas, marcha atrás, ingrávidos. Y nos quedamos en la fachada de Neverland, en el chisme macabro, el chiste facilón, o el velado comentario racista y homófobo. ¡Oh, los intelectuales¡... He aquí una raza sin color y crédula.
Pero bueno, que me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Cosas de la vejez, supongo. De la vejez repentina, que es la peor de todas. "Ahora sí que hemos llegado a viejos", dice mi hermano Rúben Aguiar, un musicazo "rubio como el pubis de las mariposas", un intelectual sobreviviente de la metatranca cultural de la isla. Y lo dice dolido, partido a la mitad como esas fotos que hay en las casas de los divorciados. Porque eso somos, Rúben (con tilde, para que no creas que es error ortógráfico, porque no suena igual Rubén en esta frase: repito): porque eso somos, Rúben: fotos partidas a la mitad con la muerte del mito, del genio, del primer obamista de la historia reciente. Fotos partidas a la mitad en las que estamos todos, cada uno de nosotros, en la parte que conservamos bajo el cristal de la cómoda, o en el fondo de una vieja gaveta, mientras en la otra parte falta él, moviendo el cuerpo como nadie, cayendo sin caer, caminando hacia atrás, dando golpes de pelvis sin parecer osbceno. Jackson, el mito. Michael, el eterno joven incrédulo-sonoro "Por otro lado, estaba claro también que jamás veríamos a MICHAEL JACKSON viejo. No habría perdón: ni él ni nosotros nos perdonaríamos eso", insiste Rubén, no Rúben, discutiéndolo con el viejo Rubencito.
Y desde lejos todos sus amigos, colegas, compañeros de música (viejos también de golpe) le damos la razón, qué remedio. Todos estamos envejecidos, encanecidos, ennietecidos, evocando desde un lejanísimo ¿recuerdas? al más pequeño de los Jackson. Por allá viene el anciano Tinito, pantalones pesqueros, medias blancas, sombrerito ladeado, defendiendo la última tesis de Rubén, aplaudida por Rúben, y enviada en un email por Rubencito: "Por supuesto, que entre sus tantas excentricidades cabría perfectamente la de morir en falso, desaparecer para siempre y garantizar así la eternidad al personaje que le tocó interpretar en este escenario común que es la postmodernidad y en la que le tocó un protagónico de lujo".
Por supuesto, fue un lujo. Nosotros que no vimos actuar a Sarah Bernhardt , ni bailar a la Isadora Duncan, ni escribir a Quevedo, podemos alardear de haber sido, al menos, contemporáneos de otro mito: Jakcson. Porque los mitos reales escasean, no abundan, duran poco. Y es un absoluto lujo haberlo visto, haberlo oído, haber tenido su música como banda sonora de nuestra adolescencia.

  
"Billie Jean" (Live in New York 2001)... CON 43 AÑOS!!!



"Bad", dirigido por MARTIN SCORSESE, producido por QUINCY JONES, escrito por RICHARD PRICE y que co-protagoniza WESLEY SNIPES. 


viernes, 1 de junio de 2012

Utopía

Un corto, "Utopía", del cineasta cubano Arturo Infante, que es una aproximación a la llamada “masificación de la cultura” en Cuba. 
Lo he visto y disfrutado en incontables ocasiones. No es mi interés exponer conclusiones en el post: los cubanos sabemos de estos menesteres que un tanto se exageran (¿o no ?) en el film. Y en cualquier caso prefiero que lo vean antes, pues dice todo lo que pretende decir. Tan sólo apuntar un detalle. El corto presenta personas (ojo: cubanos, en Cuba y en situaciones cotidianas bastante frecuentes allí, que eso es muy importante) con conocimientos o inquietudes sobre Arte, pero con determinado comportamiento en sus relaciones personales y sociales, lenguajes y actitudes muy específicos. Mi lectura es, ¿a cuál criterio de “masificación de la cultura” apunta el corto:  al conocimiento sobre Arte o al Comportamiento del “pueblo”?
"Utopía"
Director: Arturo Infante
Año: 2004     



lunes, 23 de abril de 2012

Organigrama Empresa Paco (Actualizado)

El “organigrama de empresa” que con humor describe esta foto sólo puede ocurrir de modo natural en una empresa estatal o costeada por el estado, donde el dinero es de los contribuyentes no del que contrata y paga los salarios.
Evidentemente para abrir el hueco sólo es necesario Paco.
Paco debe ganar una porquería, puesto que hay que pagar a los otros también. Que probablemente hasta ganen más que Paco.
En una empresa privada, por ejemplo mía, trabajaría sólo Paco. Los demás irían a la p... calle, como corresponde.
Esto me permitiría incluso, con el dinero que me ahorro, pagar más al que más trabaja, a Paco en este caso. Para que lo haga mejor, por supuesto, lo que me beneficiaría a mí. Y a Paco, que estaría feliz.
Puesto que ahora tengo más dinero, invertiré en mi empresa de huecos para hacerla crecer y ofertaré más trabajo, de abrir huecos exclusivamente, por supuesto.
Los otros tíos que aparecen en la foto y que ahora están en el paro podrán tomar esos nuevos trabajos de abrir hueco.
Aquellos a quienes no les guste o no quieran tal trabajo pueden ser mantenidos por  quienes consideren injusto que yo haya echado a la calle a esos zánganos.

Evidentemente esto no sucede así. En prácticamente todas las empresas, privadas y estatales, se repite la estructura que vemos en la foto. Seguramente en la mía terminaría siendo así.  ¿Por qué?

Lo que ocurre realmente es que la ley no me permitiría despedir a esos inútiles que son precisamente a quienes defienden los sindicatos y quienes conforman la estructura burocrática de la sociedad de bienestar que es el sistema de organización mediante el cual los zánganos se apropian del fruto del trabajo de Paco y mío y se lo reparten como les place vociferando que es un derecho de ellos porque la justicia consiste en despojar a los que más se esfuerzan de la riqueza que crean y repartirla entre los menos capaces en función de unas necesidades que encima son elegidas y decididas por los políticos que gobiernan y controlan todos los aspectos de la vida privada y social de los ciudadanos que no se enteran que cuando obtienen más de lo que producen es porque alguien se lo está quitando a otro que lo produjo tal como hacen los parásitos con un animal más grande hasta que todos entran en catarsis cuando el animal se enferma o muere o se cansa como ya nos ocurre a Paco y a mí...


Actualización... Mi hijo ha escrito este comentario que me parece imprescindible para completar el post.


Lo que esta diciendo la foto es que la empresa sobrevive gracias a los obreros, mientras ellos son los pobres que tienen que sudar y son maltratados con bajos sueldos. La foto habla de la clase obrera, que "sostiene" a los demás.

A las personas que piensan igual que el que hizo la foto, hagamos un proceso de pensamiento fácil: Cual de todos esos departamentos es la causa de la producción en una empresa? Cual hace que todo lo demás sea posible?
El ultimo en esa cadena de causa y efecto es el obrero, al que han reemplazado por maquinas desde que las maquinas existieron, y lo seguirán haciendo. Y el primero en la cadena ni siquiera es mencionado.

Todos los departamentos en la foto son necesarios en una empresa grande, con muchos proyectos. Dependiendo del tamaño de la empresa, seria mas o menos interés del empresario principal, invertir o malgastar su dinero en departamentos donde le dividen el trabajo con el fin de hacer las cosas mas eficientes..
Esa foto es una manipulación, ya que el trabajo de fuerza bruta en si no es la única forma de trabajo. 


.

lunes, 2 de abril de 2012

Cuervos

A quienes piensan que los gobernantes son la solución y no el problema que genera las crisis, les recomiendo que traten de encontrar un político que posea apenas la mitad de la capacidad, inteligencia y pragmatismo que tiene el cuervo del primer vídeo para encontrar solución a un problema.
Lamentablemente, los escasos políticos con grados básicos de inteligencia que de vez en vez suelen aparecer (existen, no lo duden) invariablemente se comportan del mismo modo que lo hace el cuervo del segundo vídeo, primero con su pariente el águila y especialmente con el hombre que intenta procurarse su sustento.





.

sábado, 17 de marzo de 2012

Otro lugar común

Gisela Baranda inaugura su web "Desde mis 35 metros cuadrados.
Lo hace con un post que comienza diciendo:
"... es más una metamorfosis que un alumbramiento, mis 35 metros se ensanchan, se extralimitan.
Una vez más, toda magia necesita un acto de fe y tanta fiesta merece un tema especial, quienes me conocen saben que soy fiel y terca, así que recurro a un amigo."
 y entonces recurre a mí... ¡!
 Agradecido y sorprendido, que no "sin saber qué decir", he dejado en su web este comentario a sus palabras, que aquí acompaño de esa instantánea en que aparecemos Judith y yo, recuperada por Gisela para su post:


"Me he quedado sin música…
De inmediato me doy cuenta, Gise, de que eso es también un lugar común. No la frase, por ingeniosa que parezca (que también) sino el gesto de mudez adonde conduce la alabanza, esa aparente parálisis de frases apropiadas con que agradecer. Por supuesto, la causa es (¿qué esperabas?) otro lugar común: la contradicción que creamos cuando ocultamos nuestra íntima certeza de que el reconocimiento es justo, mientras públicamente simulamos la pose de humildad que los códigos al uso nos exigen mostrar. Es en ese punto donde nos quedamos “sin palabras”, cosa que es totalmente falsa: en realidad nos quedamos abrumados, reticentes ante la obligación que nos impone la “cosa social” de actuar hipócritamente.
Y ahora, ya liberado…
Estoy tremendamente conmovido de que hayas inaugurado tu web refiriéndote a mí. Es un detalle importante que acaricia mi ego, pero lo que realmente elevo a la altura de mi autoestima es lo bien que lo has hecho… ya sabes, lo que repito una y otra vez: qué bien escribes, qué bien observas y luego qué bien escribes lo que observas. Me siento privilegiado.
Gracias, Gisela, amiga."
Para leer todo el "discurso de inauguración" que me dedica Gisela en su nueva web sigan este link:

.