martes, 8 de diciembre de 2020

Lord de solar

Se murió Danielito. Daniel Aldama Olivera. Matancero de Unión de Reyes. Músico, percusionista.

Mulato suave con lord de solar. De rufa contenida pero indisimulada. Sonrisa siempre lista. Superviviente, como lo eran aquellos ¿cuántos? músicos cubanos exiliados que encontré a mi llegada a España.

Eran tiempos en los que apenas sonaba la rumba a solas. Andaban mezclados nuestros adelantados con tanta orquestadepueblo puesta a tiro. Los gitanos, otros lores, de igual madera aunque de distinto palo, eran los únicos que poco a poco les abrían espacio mientras aprendían y les enseñaban.

Danielito fue de los primeros en hacerme recorrer la península ibérica, hace más de veinticinco años. Toques de camino. Ganarnos unas pocas pesetas era afanoso a la vez que placentero. Tan de duro como de vida. Fuimos su grupo acompañante en aquellos primeros bolos.

Tras haber metido bajo llave el ingenuo sueño de hacerme escuchar desde mis canciones… "Vamos, Rubén, deja la trova esa", me decía cada día desde el espejo.

Entonces nos llamaba Danielito: "La gente e Matanzas, tengo una actividá…" Nos apretujábamos en su remendado coche, su carrito de ventanillas abiertas gracias a su siempre "tá roto" aireacondicionado. Llegábamos, digamos a Santander, con los pelos imposibles, maquillados de polvo de ibérico camino y sin idea de qué íbamos a tocar.

Soltaba Danielito su "Tú ponle, monstruo, que yo te sigo" y se sacaba sonrisa y pañuelo. El ritual incluía una toallita. Se le podía quedar el güiro o una conga pero la toallita jamás. Con razón ¡cómo sudaba en su repiqueteo!

Pero no había riesgo cuando arrancaba el ventú y Danielito era a los bongoes, conga y cencerro. Tampoco cuando en medio del concierto yo le presentaba, le agradecía públicamente y de paso le obligaba a cantar y a bailar para que pusiera en el escenario aquello que a mí Dios no me dio y a él le sobraba.

Aunque, hablando de riesgo, otra cosa era cuando te cogía la carretera de regreso, tras la "actividad", fundidos de cansancio… ¡Danielito al timón! Sin asomarme al detalle de que no existe manera humana de describir el carnet de conducir de Daniel Aldama Olivera. Cubismo de vanguardia. Alternatismo. Ese "cubismo" que es mezcla de resolvedera cubana con estonosvallevaralabismo… ¡cubismo! Mi primer carnet de conducir (y el de muchos cubanos recién llegados a la España de la época) se lo debo a Danielito y a su alucinante carnet de conducir artesanal, factura personal versión unióndereyesllora.

Mientras se muere, Danielito lanza mil hoy hermosos momentos sobre mi mesa.

Le gustaba vestir bien y bien lo conseguía. Compartíamos gusto por la coleta y los boleros con caída hacia la rumba, más Ignacio Piñeiro y Rafael Ortíz que Manzanero, que también. Matanceradas, según Danielito. Justicia, postulaba yo.

Es una suerte verlo en ese video que comparto.

Como para tanto artista cubano moderno, el exilio para Danielito resultó marabú que hay que cortar para abrir camino. Ese camino que en tu solar ya abrieron otros y todo lo que te queda es recorrer, cuidar, mantener y vestir de ti, con el traje que mejor seas capaz de hilvanar. Pero que allá, acá en lo lejos…

Buen viaje, Daniel. Que siga la rumba.

Rubén Aguiar Muñoz

 

domingo, 8 de noviembre de 2020

 

¿Saben qué cosa es triste? Triste es haber atravesado el azul que rodea mi isla de Cuba hace 25 años, haberme dado desde entonces un baño de millones de colores distintos y nuevos y finalmente sentir que ya mis amigos y la tanta gente que quiero, almas con alas que también lo merecían pero quedaron en casa, probablemente no tengan la oportunidad, porque no tendrán el tiempo, para volar la infinitud de cielo que hay más acá de ese azul y que yo volé y continuaré volando. 

Triste es que tengan, además, que imaginar ese mundo desde el cuento que les traen las palomas, pero sólo algunas palomas, y creer que eso es volar.

Con cada año que cae me siento más cerca de los míos más lejanos, que son los que quedaron atrás pero de los que me acompaño en cada vuelo. Y muchas veces pienso que quizás lo mejor es que nunca consigan siquiera saberlo, comprenderlo.


lunes, 31 de agosto de 2020

My Funny Valentine - Barbara Milian

 My Funny Valentine es una de las más hermosas canciones del hombre. Posee todo el misterio con el que la música anuncia la luz al final del túnel.

Estoy muy involucrado en la puesta toda. Pero lo mismo que por tal razón me impide ser imparcial, anula cualquier posibilidad de guardarme lo que siento:
Barbara Milian atraviesa el túnel con esta interpretación.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Resulta que es un desconcierto la vida

Resulta

Resulta que es un desconcierto la vida
Que es cierto que al fin de los años
no hay más que preguntas
Que ver o no ver es igual
Que cotizan parejo callar y decir
Que obtiene lo mismo
quien se echa a volar
que quien cae al abismo
Resulta que es vano el intento
si al fin de los tiempos
resulta que no eres feliz.
Contemplas temprano dejar a tu hermano
plantar tu semilla en orillas
de ríos lejanos.
Tu aldea está muerta
y agazapada detrás de su puerta
la anciana serpiente tira de ti
Seduce y apura
cualquier aventura
Tan solo la duda será tu castigo
Partir es la justa salida
Y acaso vivir una vida de otros
te va a redimir.
Tu hermano te hará alguna apuesta
dirá que no está prohibida la fiesta
para quien se queda
Pero ya es muy tarde. Valiente y cobarde
te cruzas la verja que puede cuidarte
te atreves y partes
Te arriesgas, te asombras
E igual que a las cercas te saltas las normas
Te juntas, te acercas a otros caminantes
Y siempre preguntas. Preguntas bastante
Buscando salidas vives otras vidas
Disfrutas su vino. Recibes mordidas
Con yerro o con tino labras tu destino
mientras te abalanzas.
Y un día trapero y mezquino descubres,
oh, dios, que el camino es tan solo camino
y no hay nada delante.
Tu paso no es cierto.
Tu viaje es por dentro.
Tu andar es huida.
Tu meta, partida.
Tu ida, regreso.
La espada depuesta
y atado a tu nada de puertas abiertas
tan solo el enfado te guarda del trago
vulgar de buscar un refugio, como tu pasado.
Salvar del naufragio solo el amor
Y restos maltrechos de versos de una canción
de esperanza.
Tu hermano se acuesta. Final de la fiesta.
Cerrando los ojos suplica
por una respuesta.
Lo besas en largo silencio
Total, si ahora sabes, resulta lo mismo
callar que decir.
Sorteado el legado
del árbol plantado
del hijo y el libro,
sorteado el olvido,
resulta que es vano el intento
si al fin de los tiempos
resulta que no eres feliz.
Rubén Aguiar
Junio - 2019 - Miami

(Ennio Morricone acaba de partir. En esta canción que acabo de publicar hace unos pocos días incluyo un homenaje definitivo de mi vida a ese grande de la música del hombre, continuador de los maestros de la historia del arte.
La armónica que se escucha en varios momentos del video de mi tema “Resulta” es la original que, escrita por Morricone, se escucha a lo largo de la película de 1968 de Sergio Leone “Once upon a time in the west” (Érase una vez en el oeste), que extraje exactamente de la soberbia escena final.
Aquel adolescente al que obligan a soportar sobre hombros la vida de su hermano que cuelga de una horca, vista siendo yo un adolescente, es la imagen más estremecedora e inquietante que he cargado a lo largo de mis años. Y sin esa armónica no habría sido la misma. Tampoco mi vida.
No esperaba que partiera aún a otras lides Ennio Morricone, mi favorito compositor entre los vivos.
¡Buen viaje, maestro!)
Letra y Música, Intérprete y Arreglos Musicales, Realización del Video por Ruben Aguiar. En Miami. 2020.

viernes, 31 de julio de 2020

Danny Danny - pequeño balsero.



Miles de cubanos se han lanzado al mar intentando atravesar el Estrecho de la Florida en botes, lanchas, balsas y cualquier tipo de artefacto que flotara y les llevara a Estados Unidos. En 1994 mi hijo se convirtió en uno de esos "balseros". Estuvieron cinco años. Su madre partió una noche en un bote con su familia, llevándolo con ella. Mi amanecer fue la noticia de su desaparición, porque todo lo que ocultaron temiendo no poder llevar a cabo lo planeado. Durante tres días de indagación y búsqueda nada supe de su suerte. Luego su voz al teléfono: "Papá, estoy bien, en Miami". Pero ya la separación y el dolor eran irreversibles. Mi hijo y yo no volvimos a encontrarnos hasta cinco años después, en España.
Esta canción, que compuso meses de su partida, es consecuencia de esta historia. Es el tipo de historia que solo le ocurre a los demás. Hasta que te ocurre a ti.
...
DANNY, DANNY
Letra y Música: Rubén Aguiar Muñoz (Mayo 4 de l995).
Se echó a remar
una noche de luna y mar de espejo
y navegó como en esos cuentos
que entre los dos solíamos inventar
supuestamente procurando el sueño,
marinerito navegó en silencio
con rumbo norte se escapó en silencio
sin su jolongo de juguetes y sin avisar.
Se echó a la mar
bien poco de esta orilla en la memoria
de tan pequeño, de tan breve historia
sin un motivo para regresar
sin un puerto seguro en el confín
sin tierra firme para su raíz
sin una culpa ni un pasado, desterrado.
Partió de aquí
un lustro es buen espacio para partir
como en los cuentos a inventar otro verano
de mi mano.
Danny, Danny, echa al mar tu barca, boga
Danny, Danny, hay piratas en la costa
Danny, Danny, otras playas te convocan lejos, Danny
llegarán noticias con las olas de ti
no será tu risa pero boga, Danny
siempre estará algún sitio donde puedas reír
lejos, Danny.
Se hizo a la mar
mi niño atravesó el estrecho
y de repente es mi
historia de otras gentes,
de quienes quedan, de los que se van
de las frías postales cada mes
de "no te olvides nunca" y "cuídate"
y esta tristeza contenida de la vida.
Partió de aquí
un lustro es buen espacio para partir
como en los cuentos a inventar otro verano
sin mi mano.
Danny, Danny, echa al mar tu barca, boga
Danny, Danny, hay piratas en la costa
Danny, Danny, otras playas te convocan lejos, Danny
Llegarán noticias con las olas de ti
no será tu risa pero boga, Danny
yo estaré contigo cuando quieras reír
lejos Danny
Danny, Danny ...
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domingo, 26 de julio de 2020

Ultimas tardes con Marse

Como cuando llegas en la sed desaforada de andar el sol bajo la tarde y acercas a tus labios la jarra para beber despacio porque sea eterna el agua de la vida y de pronto tu ambición de sorbos tropieza con un incontrolable tragar tragar tragar sin respirar siquiera hasta que en la última gota descubres que va tu sed por la mitad si acaso fue que me bebí "Últimas tardes con Teresa" el día que cayó en mis manos esa novela de Juan Marsé resultando aquella la única vez que me ha ocurrido que comencé a leer un libro y no lo cerré hasta aquella tristeza del punto final que aun me acompaña porque la sed de Marsé no he conseguido saciarla ni leyendo tres veces su novela.
Juan Marsé ha muerto en Barcelona a los 87 años.
Si tienen sed de una novela espléndida bébanse "Ultimas tardes con Teresa".

Mis pantalones anchos

Lo que mejor recuerdo de esta foto de La Seña del Humor de Matanzas son mis pantalones. Tan anchos como pudiera conseguirlos, mi pasión de grandes pantalones y camisas enormes me llevaba a entrar siempre en una tienda de la Calle del Medio en Matanzas que vendía ropa para gente muy alta y ancha. Para gordos, sin ir más lejos. Ahí me encontré con ese pantalón que desluzco en la foto. Talla extra. Mal doblado sobre un estante de camisetas. Lo toqué. Y un rumor de hilos en mis manos me enamoró: ¡ese pantalón sonaba cuando lo tocabas!
Mi ambición de grandeza entonces era bien humilde y quedaba a salvo bajo la insolencia de mis desproporcionadas mudas de ropa.

domingo, 19 de julio de 2020

Marta Flores, la Reina de la Noche

Marta Flores, la Reina de la Noche y la Radio en Español de Miami, ha fallecido esta pasada madrugada, poco después de su programa habitual "La noche y Usted". Tenía 91 años y continuaba trabajando.
La escuché muchísimas veces. Era un crack. Matancera. Nació en Cárdenas, el 27 de diciembre de 1928. Llegó a Estados Unidos en 1959, sola, sin trabajo y sin hablar una palabra en inglés. Terminó convertida en una figura icónica de la radio, con más de 60 años al aire. Fue la primera voz femenina de la radio en español del sur de la Florida.
Los pocos minutos de esta entrevista de 2018 son suficientes para hacernos una idea de la historia de esta admirable mujer. Y, de paso, aprender y comprender un poco de la Cuba norteamericana y el esfuerzo, el emprendimiento, la perseverancia y la fuerza de una generación que convirtió un pantano en una ciudad imprescindible con una sola herramienta: el trabajo.
Esta enorme mujer, en sus inicios, para pagar un espacio de 15 minutos diarios en una radio local, trabajaba en una tienda vendiendo ropa, cantaba en un restaurante por la noche y los domingos vendía muebles en una mueblería de la calle 8.
Mucho le debe nuestra nación a personas como Marta Flores. Si Cuba y lo cubano no está completamente borrado del mapa es gracias a que ellos reprodujeron aquí en Miami una Cuba que en la isla se fue deteriorando.
Lo que admiro y agradezco por encima de todo es que hayan puesto a salvo el afán de trabajo. Lo que nosotros, los que nacimos después del 59, crecimos entendiendo como un deber, esos cubanos acá lo ejercieron como una necesidad y un derecho, desde la libertad, voluntariamente y con una voracidad que provoca mucha admiración y respeto.



EDP Marta Flores.

viernes, 26 de junio de 2020

Dos riberas. Historia de amor y dolor, como todo buen amor.

"Dos riberas" es canción de una historia real. Historia hermosa y triste. De otros y mía. De amor y dolor, como todo buen amor.  

Muy pocas veces he podido cantarla completa pues no tengo defensa ante esta canción. Se me encima, cada vez que recurro a ella, con todo el derrumbe de mi mundo, esa caída hacia otro Rubén que fue la década del 90' del Siglo XX, que comenzó quitándome a mi madre y, sin detener, separándome de mi hijo, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mi tierra, de mi comida, de mis sueños y mis rabias, de mi futuro de cantor y una probable adultez y del cabal cumplimiento de aquella reposada vejez junto al río, frente al mar…

Nada de lo tanto hermoso vivido después de esa década ha conseguido reconciliarme con Dos riberas, reconocerla como una canción de circunstancia, útil, como toda canción, únicamente para exorcizar lo peor del pasado. Sigue siendo un golpe en mi pecho. 

Hay cosas a las que no se le debe cantar. Las canciones son la fotografía de las emociones, un retrato no de la imagen sino de lo que estás sintiendo cuando aprietas el obturador de la melodía y el verso.   

Los protagonistas de Dos riberas no sólo tienen una historia de amor increíble. De esas de también dolor. Él, además, ha compuesto algunos de los más bellos cantos que se han escrito en Matanzas. Ella no se ha conformado con provocar muchas de sus canciones y también las ha cantado.


"Dos riberas"

Con un bolso, un abrigo, un pasaje real

un manojo de sueños y un trozo de mar

domingo, 7 de junio de 2020

Es la película más importante de mi vida.

Por supuesto que me encantan las buenas películas rusas. Sobre todo ahora que Hollywood, Netflix and the gang han asumido ese tono rojo banal retorcido e hipócrita que ensucia y está acabando con el cine. A diferencia de los rusos, que lo hacían con un revolver apuntando a su cabeza, estos postmodernistas de acá lo hacen con la pistola en la mano y evidentes ganas de disparar.
"Cada noche a las once" es la película más importante de mi vida. Tendría once o doce años cuando la vi por primera vez, en Cuba, en tv, subtitulada, por supuesto. Yo era un niño pero crecí con esta película en el alma. Luego la vi cada vez que la reponían, calculo que más de diez veces entre principio y finales de los setenta. Después ya no la vi más. 
Pero quedó por largos años ahí, donde ni yo mismo podía acceder. La he estado contando por los tiempos de los tiempos, por los whiskys de los whiskys y desde esa insolencia de “yo sé la mejor película” que no tienes cómo demostrar… sí, como es mejor el verso aquel que no podemos recordar. 
También la he estado cantando por todos los años desde aquella primera vez cuando, tras el конец, tomé la guitarra y toqué la canción que es el tema principal, bien simple, bella y rusa, casi francesa y tango como desde siempre se me antoja que es la música rusa. Mis amigos y mis hermanos se saben esa melodía y no vieron nunca el film. 
Ahora mismo acabo de verla nuevamente, en ruso. Y aunque no entiendo una palabra, lo entiendo todo. La dejo aquí solo por la emoción… o, quién sabe, quizás alguien se anime alguna vez y la subtitule en español.
Sigue siendo mágica esta película para el yo siempre adolescente que sueña para sí la más bella historia de amor del mundo.
Película: “Cada noche a las once”.
Director: Samson Samsonov.
Guión: Edward Radzinsky sobre una historia de Anar Rasul oghlu Rzayev
Compositor: Eduard Artemyev
Protagonistas: Margarita Volodina y Mikhail Nozhkin.
Año: 1969
Estudios Mosfilm.

jueves, 28 de mayo de 2020

Debi llorar de Piloto y Vera . Canta Barbara Milian



Debí llorar y ya ves, casi siento placer. Eso es sólo la mitad de esa frase completa.  La otra mitad es la melodía que no hay cómo expresarla si no es en música. Es el comienzo de una de las más espectaculares canciones cubanas, feeling y bolero a la vez. Sus autores son Gerardo Piloto y Alberto Vera,  un binomio grande. 
"Debí llorar". Disfruten esta magnífica versión, voz, guitarra e interpretación de Barbara Milian. 
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jueves, 21 de mayo de 2020

Yo nací bajo un aguacero de décimas improvisadas.

Yo nací bajo un aguacero de décimas improvisadas. Nunca escampó mientras crecíamos mis hermanos y yo. Sigue lloviendo y no quiero paraguas.

sábado, 16 de mayo de 2020

Mike Porcel, "Cantar de Gesta" de Ruben Aguiar

Mis canciones se parecen tanto a mí como ese hombre que mira cuando me veo en el espejo. Sólo que ellas miran desde el otro lado de un espejo interior. Como yo, mis canciones están, en su mayor parte, configuradas por todo aquello que la cultura, la circunstancia y la herencia han dispuesto. No obstante hay un tramo en ellas que escapa a ese destino común a todos, un tramo que es mi personal aporte, mi decisión, mi empeño y mi libertad. Por supuesto, este último tramo también es una deuda que cargo. La canción es un arte que tiene, lamentablemente, muy pocos grandes artistas. Pero esos pocos maestros exhiben y proponen un umbral de belleza al que sólo es posible acercarse desde el más estricto y riguroso camino de búsqueda de la excelencia posible. Aunque no todos consigamos llegar a la meta. De esta manera mis canciones, que tanto se me parecen, no serían las mismas sin la obra de los cinco dioses de mi personal Olimpo del Arte de la Canción. Uno de ellos, Mike Porcel, hace unos años me hizo el regalo sublime de cantar una de esas mías canciones que, sin sus propias canciones, probablemente no sería así. Hoy Mike es cercano y eterno en su amistad, pero el enorme artista maestro que es le roba protagonismo al amigo en este momento que comparto en el video.
Mike Porcel interpretando mi canción “Cantar de Gesta”.
Xtrings Studio. Miami, 2014.


jueves, 19 de marzo de 2020

Acertijo

Estreno canción junto a Barbara Milian en mi canal de Youtube.
"Acertijo".
La letra de la canción es en décimas. A finales del siglo pasado mi comunicación con mi hermano Pedro Alfonso era a través de emails, él desde Chile yo desde España. Pedrito solía escribir los suyos en décimas y no había quien detuviera la controversia. Estas décimas del texto de la canción son una de mis respuestas.
La música comencé a hacerla en 2013. También por email, le envié a Barbara el texto y el fragmento de música que yo había compuesto hasta el momento. Recibí de respuesta un mp3 con la música que faltaba. Dijo "una propuesta" pero a mí me pareció maravillosa.
Ahora la hemos grabado y arropado con imágenes. Esperamos les guste.
"Acertijo" - Interpretes: Rubén Aguiar y Barbara Milian
Letra: Décimas de Rubén Aguiar Muñoz
Música: Rubén Aguiar y Bárbara Milian
Acertijo
Afuera, la madrugada.
A mi lado, mi mujer.
En mi pecho, sin nacer,
la décima desvelada.
Al norte, la tan soñada
Francia, romántica y loca.
Al sur, África que evoca
a los abuelos. Al Este,
la guerra. Y en el Oeste
la tierra que me convoca.
Arriba, el cielo infinito.
Abajo, el polvo al que voy.
A un lado, el calor que doy.
Al otro, el que necesito.
Delante de mí, inaudito,
un futuro ¿luminoso?
Detrás, el feroz acoso
del pasado. Y cada día
más cerca la lejanía,
más lejos lo provechoso.
En mis manos, la guitarra.
En mis piernas, el camino.
En mis ojos, el destino.
En mi oído, la cigarra.
En mi cabello, la garra
del tiempo, el intolerante.
En mi ceño el más constante
fruncir. Mi espalda desnuda.
En mi palabra, la duda.
En mi elección, el amante.
Así vuelvo a andar, disuelto
en la vida, que transcurre
con tanta prisa que aburre.
Libre, como un verso suelto,
con mi música he resuelto
imposibles acertijos.
Y voy como van los hijos
del campo, con el arado
sobre mi rostro grabado
de rústicos escondrijos.
Afuera, la madrugada.
Adentro, el amanecer.
Delante lo por hacer.
Detrás lo que fue y es nada.
A la vera, la tonada.
Al pairo, lo que medito.
Arriba, el cielo infinito.
Abajo, el polvo al que voy.
A un lado, el calor que doy.
Al otro, el que necesito.
(Madrid. Abril de 1999)

viernes, 28 de febrero de 2020

No había foto que se nos resistiera


Cienfuegos, Cuba, finales de los 80. Recorríamos Pedro Alfonso y yo todo lo recorrible, como hacíamos en cada pueblo, ciudad, batey o finca de la isla donde actuábamos. Nos inventábamos sobre la marcha los motivos menos ortodoxos para divertirnos. Y procurábamos conseguir fotos de las situaciones más inverosímiles, cada uno desde su cámara. Yo le fotografiaba a él y viceversa. Luego intercambiábamos los negativos. Razón por la cual conservo casi exclusivamente aquellas en las que aparezco yo. A él le ocurre lo mismo y lo contrario. Estas son, probablemente, de nuestra primera gira con La Seña del Humor de Matanzas a Cienfuegos.
...

Primera foto. Haciéndome pasar por liliputiense ante la bodeguera para conseguir una lata de galletas. Pedrito hizo esta foto a escondidas.
La conseguí. La lata de galletas. Aunque tuvimos que salir disparados cuando me erguí para agarrarla.
En la cola no entendían mucho. Era apenas un tipo agachado, de voz muy ronca, parloteando a grito pelao' con uno muy serio que asentía.
Para la vendedora… momento de la foto:
- ¡¡Señora deme una lata completa!!… - gritaba desde abajo mientras agitaba la mano - A mí una entera… ¡¡Una entera, SEÑORA!!
Creo que aquel "señora", en lugar del habitual y correcto "compañera", gritado por aquel mediohombrecito fue lo que impresionó a la desconcertada mujer. Por supuesto, ella no iba a negarle lo que pidiera aquel personaje desde allá abajo. El mostrador le impedía ver más allá de mi cabeza y mi mano.
Ni siquiera lo hicimos por las galletas: era por conseguir la foto.
...

Segunda foto. El mismo truco para obtener una revista con la que forrar ese libro que no se soltaba de mi mano y que se descascarañaba por minutos entre mis dedos sudados. La Odisea.
Yo era Nadie participante de aquella "Semana de la Cultura Cienfueguera del 18 al 24 de Abril". El calor era mi Polifemo. Pedrito, que tomaba apuntes en la Zenit soviética, Homero.




...
Los capítulos en los que aquellos curtidos guerreros griegos, protagonistas de la historia que contaba el ciego juglar, navegaban de regreso a Ítaca eran lo único refrescante aquel día bajo el sol de La Perla del Sur. Registrado en la tercera foto.






...

La última es una foto sin/con mucho engaño y justo premio: ¡¡Conseguimos Nafasolina!!
Éramos nafasolindependientes. No sabemos por qué, pero en lo que coincidíamos sin remedio aquellos humildes artistas matanceros era en nuestra nariz eternamente congestionada y moqueando y en la necesidad de esnifar nafasolina o, en su defecto, agua con sal de manera constante.
Quizás fueran las cercanas fábricas del puerto que sobre nuestras calles y puentes vertían aquel humo que los poetas confundían con romántica niebla. Quizás simple alergia al clima político universal, a las aglomeraciones o a la polvareda desplegada tras el derrumbe del muro, del campo y del espíritu de entusiasmo. El caso es que vivíamos prendidos a ese medicamento.
Justo en aquellos tiempos comenzó a escasear y había que conseguirlo por receta o resolver dando coba y chantajeando a las amistades. Pero Cienfuegos era, para nosotros, la perla virgen. Y, tras una muela de media hora, aquella buena mujer, la de la foto, me vendió un pomito de Nafasolina.
La foto es testimonio de la solemne entrega oficial. Ella obtuvo una entrada gratis para la función de esa noche, función que, sin su comprensión y noble gesto subvertidor de la ley, no se hubiera podido realizar porque, literalmente, nos estábamos ahogando.
Homero, sobre el mostrador, al confirmar nuestra conquista, exclamaba a dúo con Odiseo: "¡No me lo puedo creer!"
Conseguimos la foto.
En esa época no había foto que se nos resistiera.

jueves, 27 de febrero de 2020

Corrían lentos los ochenta

Sucedió el siglo pasado. Como todo. Corrían los ochenta, los años más lentos de la historia del hombre. Una década tan cargada de sucesos que parecía no acabaría nunca. Y de la que es imposible recordar lo tanto vivido.
Aunque, para compensar los agujeros de la memoria, andan, habitando cajones o como marcadores de polvorientos libros, algunas pocas fotos en las que aún somos jóvenes y sabios, atrevidos y convencidos de que el futuro existe. Sólo hay que remover un poco el trastero o releer a Homero, quizás.
En estas fotos, que hasta hace unos minutos no recordaba, están atrapados algunos de los más conmovedores momentos de mis ochenta. Y sospecho que también el de los co-protagonistas del suceso.
Los Novo Trovadores
, los hermanos
Pedro
y Roberto
Novo
, artistas cubanos de sello propio y personas de alto calibre, y aquel humano poeta cantor crédulo y noble repleto de rimas y sueños llamado Lázaro García, sobre quien desde la distancia es tan difícil tener noticias, nos acogieron en su huerta, Cienfuegos, donde nos engordaron con su abrazo y el aplauso de sus conciudadanos.
Fueron varios encuentros. Nosotros hicimos lo mismo. Los llevamos a Matanzas para que mostraran a los nuestros esa parte que eran ellos de la ciudad que más le gustaba al Benny.
Lazaro Horta
,
Pedro Alfonso
,
Pepe Pelayo
y Rubén Aguiar les llevamos el nuestro poquito de la ciudad que le faltaba al mundo, Matanzas, la que en 1860 había sido declarada La Atenas de Cuba.
Compartimos no sólo música y humor. Fueron también el hogar, la cocina, los parques, las familias y esas miradas y confidencias que son patrimonio de los grandes amigos y las personas que sólo necesitan estar cerca para aliviar el mundo.
Sí, corrían lentos los ochenta. Pero nada hacía presagiar que era porque no repetiríamos aquella intensidad viviendo.
Confieso que las imágenes me dejan también cierta melancolía, casi tristeza. Claro que más triste es la muerte. Pero esta obligada distancia de personas y sitios que alguna vez fueron alimento para tu espíritu, impulso, abrazo y canción de vida, no me permite acceder a la plenitud detrás de los recuerdos.
 


martes, 25 de febrero de 2020

Oscaridad II. Parásitos se burla de los pobres.

Oscaridad (II)
¿Contraste entre ricos y pobres? No. Contraste entre estafadores e incautos. Eso es el film "Parasitos".
Lo esperpéntico es leer a puñados que "Parásitos es un retrato brillante de la lucha de clases". Clase pobre vs clase rica. Para luego ver esa lucha, talentosamente expuesta en su cinematografía, reducida a una "simpática clase estafadora", los pobres, desvalijando como parásitos a una "tontísima clase de incautos", los ricos.
Aunque los protagonistas son los primeros, por supuesto. Vagos, oportunistas, estafadores, parásitos. Es el orden en que nos los presentan. Los que hemos sido pobres ¡y tan pobres!, reconocemos ese tipo de personaje de barrio, esa familia en la que nadie quiere trabajar, que anda siempre a la caza de una oportunidad para hacerse con los bienes de los demás, sea estafando, robando, chivateando… y odiando, envidiando y maldiciendo, no ya a los ricos sino a sus prójimos mas cercanos, la gente que trabaja y se esfuerza en salir adelante por sus propios medios, sin engañar ni hacer daño a nadie, sin apropiarse de las propiedades ajenas.
"Parásitos" termina siendo una alegoría perfecta de la diferencia entre la mezquindad, esa familia pobre estafadora, y la honradez, cualquier familia pobre pero decente que no aparece en la película y que no sería capaz de cometer ninguno de los delitos que se magnifican como gracietas de los estafadores en el film. Deja mucho margen a la imaginación cómo puede haber sido la vida, el entorno y la educación que recibió el director en su infancia y juventud, cuando era pobre. O a qué le huelen los suyos y nosotros, los pobres, ahora que pertenece a otra clase, la de los famosos y probablemente rico.
En "Parásitos" eso son las dos "clases" en lucha. No son personas que se comportan a la altura de su criterio de la responsabilidad: son dos clases. Una brillante burla gestionada por los neodiseñadores de la corret-opinion y confirmada por la mayor parte de los asalariados de la industria del cine, siempre evadiendo el riesgo de moverse mucho por temor a quedar fuera de la próxima foto. Y finalmente aplaudida por los millones de consumidores que adoran el cine, les disparen lo que les disparen.
Las mediocres actuaciones son algo perdonable teniendo en cuenta lo falsos y poco creíbles que resultan todos esos caricaturescos personajes. Sólo se salva, en su brevísima aparición, la chica de la pizzería que regaña a la familia protagonista por echar a perder, con su holgazanería e indolencia, las cajas de pizzas. Por cierto, ese personaje sí representa una posible pobre real luchando por salir adelante, como realmente hacen y deben hacer los pobres para salir adelante.
El humor es absolutamente predecible. Una vez planteada la trama ya es fácil seguir cada gag, esperarlo, adivinarlo, pues estamos acostumbrados a ese tipo de comedia de enredos. Entonces resulta agradable y cómico sentir confirmado el chiste y la solución que veías venir. Lo saben todos los humoristas. Y no sólo los que hacen comedia recurren a este truco. En la música popular sobre todo, el éxito y las cifras multimillonarias que maneja la industria dependen de que los rompimientos sean los menos posibles, de ahí que en cualquier género las canciones que se promueven tengan idénticas bases armónicas y melodías y estructuras semejantes, de manera que parecen todas casi una sola, la misma pero muy larga. En Parásitos, incluso cuando cambian o se entremezclan los géneros, se recurre al recurso de llevar al espectador a un estado o sentimiento de burdo "¡¿qué será lo que vendrá?!". Este es un truco que ya comienza a peinar canas. Se ha convertido en un lugar común apostar por la sorpresa desagradable para provocar una emoción basada en el futuro, el susto previo a la ruidosa imagen violenta que seguramente viene. Es esta una emoción que proviene de afuera, abandonando el viejo método de provocar a la mente y a la inteligencia con insinuaciones y sutilezas en las que la emoción surge de la confirmación de lo se ha concluido desde los datos que te ofrece la narración de la película. Una emoción, esta última, que proviene de adentro. No es que el recurso no sea válido, simplemente no es nada novedoso. Tarantino y los Cohen son maestros en esto. Pero en Parásitos ni siquiera es muy original lo que ocurre, lo que conduce a que el humor se diluya y uno no consiga ni incomodarse ni sonreír.
El malestar lo provoca no saber si se están burlando de esos ricos o se están burlando de mí haciéndome creer que se están burlando de los ricos mientras se burlan de los pobres.
Pero bueno, si en esta postmodernidad una academia otorga su premio de Literatura a un cantautor que hasta como músico es de mediocre para abajo y todos tan campantes, qué importancia puede tener que cualquier academia de cine otorgue su premio mayor a una película de menor nivel que otras que aspiraban a esa distinción.
El valor de los Oscar no proviene de los premios que otorga sino de la excelencia de las películas que se realizan cada año. Pero su infraestructura convierte en jueces a una clase al parecer poderosamente resentida y tendenciosa que se divierte repartiendo a su gusto y medida el prestigio robado a aquella otra clase de verdaderos artistas que son la causa de que ellos existan y de la que se nutren como Parásitos.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Oscaridad


Acabo de ver "Parásitos", la película coreana que recibió cuatro Oscar en la edición 92ª de entrega de esos premios.  
Construida de punta a cabo sobre armazón hollywoodense, o sea, occidental, lo que echa por tierra cualquier expectativa de disfrutar algo exóticamente novedoso, "Parásitos" es  una comedia de medio palo que nada aporta ni a la comedia ni al palo.  Mucho menos al cine. Y, por supuesto, con una dirección y un guion a la altura de esas escaseces.
Mi perplejidad es tal que, honestamente, pienso que quien no coincida en ello es porque no la ha visto. Y, si la ha visto, entonces es que no ha visto "1917" ni "Érase una vez… en Hollywood" ni "El irlandés" ni "Joker"  (ni "El faro" ni "Richard Jewell" ni "Historia de matrimonio" ni "Doctor Sleep" ni "Uncut Gems" ni "Knives Out"… vaya 2019!) 
Y si las ha visto todas y aún cree que “Parásitos” merecía un premio (¿mejor película de habla no inglesa?!!  no jorobe, ¿así está el cine por ahí?!) es porque pertenece a ese grupo de cinendofóbicos que lleva semanas denunciando que las otras cuatro películas aspirantes al premio fueron nominadas porque estaban realizadas por blancos. Sí, hechas por "hombres blancos". 
¡Películas acusadas de haber sido nominadas no porque no fueran buenas o por pretenciosas o porque los realizadores fueran agitadores políticos o activistas enemigos o terroristas o porque son amiguetes o millonarios y compraran las nominaciones. Nada de eso: porque están hechas por  ¡Hombres Blancos!   Nivelazo de  acusación! 
Por cierto, las citadas no es que sean buenas, ¡es que son cuatro magníficas películas dignas las cuatro de Premio Mayor!  Aún cuando no nos gusten. Y con Premio Mayor, no me refiero al Oscar, que visto lo visto en estos últimos años, no vale la pena.  Hablo de algún premio que se respete. Sí, ya sé, ojalá algún día se instaure un premio así.
Mi reacción cuando leí que el Oscar lo ganó la película coreana fue de desconcierto. No la había visto, así que no quise apresurarme y concedí que quizás estuviera a nivel, aunque convencido de que era poco probable que superara a las otras nominadas. Cuando la vi, mi primera reacción fue de malestar, por supuesto. Mis favoritas eran
-               "1917" de Sam Mendes, un magnifico espectáculo cinematográfico, encima sin discursos moralistas y alejado de conflictos que le obligaran a cometer burdas concesiones ante la cada vez más afilada guillotina de lo políticamente correcto que hoy florece en cada plaza o esquina de la red… 
  y
-              "Érase una vez… en Hollywood", de Quentin Tarantino, que me sorprendió y emocionó con una incontrovertible propuesta (que ya había insinuado a manera de comedia en Inglourious Basterds, en la que mató a Hitler en un atentado, pero que esta vez es tarantinamente explosiva y taranatinadamente conmovedora): el arte nos puede hacer vivir una versión de la vida como debió ser.
(La propuesta que se me antoja en Tarantino es excitante y esperanzadora. En ausencia de un eterno retorno constatable, el arte, sobretodo el arte del cine, nos permite vivir nuevamente nuestra vida. Pero cada próxima vez tenemos la oportunidad de corregir lo inapropiado y vivirla, arte mediante, como nos hubiera gustado ocurriera la vez anterior. No confirmando o maldiciendo lo vivido, no opinando, no juzgando. Simplemente vivir lo ya vivido pero a nuestro gusto y sin improvisar. El arte como posibilidad de reconciliarnos con nosotros mismos, concediéndonos la oportunidad de reparar nuestros descuidos e infortunios.  Está claro que Tarantino en sus filmes se da el gustazo de vengarse, que para eso es Tarantino. Pero a su favor consta que no hay garantía alguna de que su propuesta artístico-filosófica sea reconocida y aceptada. Yo diría, incluso, que tiene amplias posibilidades de que sea ignorada y rechazada, que para eso es hombre y blanco)
Cualquiera de ellas. Pienso que son las dos mejores películas de 2019. 
Pero aquella, la de la molestia, fue sólo mi primera reacción. Luego me fui a los videos, los comentarios, los artículos, las redes y…  
A ver si me explico bien. Al final me va quedando la impresión de que mi creciente fobia hacia los miembros de la Academia de la Caridad al Pobre Oscar, o sea, los que dan los premios, no parte de una premisa razonable ni inteligente, quizás porque carezco de la astucia que le sobra a esos señores para resolver asuntos tan delicados como tener que elegir. Y es que, viendo los discursos de los premiados y de casi todo aquel a quien le ponen un micrófono delante en Hollywood últimamente, he comenzado a sospechar que la Academia, en pleno, puede que esté hasta el bigote de escuchar tanta sandez, tanta babosearía, tanta hipócrita reivindicación de tanto ricachón complejista y sobrado de doble moral, teniendo en cuenta que para ellos, los académicos, eso debe ser pan de cada día.  ¿Será ese el punto?
Bueno, lo sea o no lo sea, yo a estas alturas del festival casi prefiero que premien a los pioneritos coreanos con tal de no tener que escuchar más discursos de los miembros del Comité de Agitación y Propaganda del Frente de Supremacistas Morales del Progrexismo Hollywoodense. Con el discursito del afectado miembro que interpretó al Joker (sin superar ni por asomo a su previo, Heath Ledger) tengo bastante. Ya está repleto mi álbum de colección de ídolos caídos.
Me temo que Tarantino tendrá que ceder y concedernos diez películas más para reparar toda esta etapa decepcionante de la historia del cine americano.
El otro cine, ya nos hacemos cargo, no cuenta.