Tuto Garcia le canta a los poetas ausentes de Cuba en 1994
Dolor, Memoria y Esperanza en las Décimas de Tuto García a los Poetas Ausentes.
En el panteón del repentismo cubano, la voz de Tuto García se erige como un testimonio singular de la resiliencia poética, particularmente en su tratamiento de la "ausencia" como herida ontológica y catalizador de la memoria expuesto en este conmovedor canto a los poetas en el exilio, en el que su arte y capacidad de improvisación poética alcanza una dimensión trascendental. A través de una serie de décimas improvisadas en 1994, Tuto no solo se duele por la pérdida de sus hermanos en la poesía, sino que construye un poderoso acto de memoria y resistencia cultural. Su canto, lejos de ser un simple lamento, argumenta que la integridad de la identidad cubana puede reafirmarse frente a la fragmentación y el olvido, demostrando el poder de la tradición para mantener unida a una comunidad a pesar de la distancia.
Estas opiniones que aquí se presentan sintetizan una personal aproximación a esas décimas improvisadas por este querido poeta matancero, maestro indiscutible del repentismo, dedicadas a los poetas ausentes de Cuba. Estas décimas trascienden el lamento personal para construir un monumento poético sobre la ausencia, la memoria y la identidad nacional. El genio central de Tuto reside en su capacidad para transformar el dolor de la separación en una catástrofe de dimensiones cósmicas, naturales, artísticas e históricas.
Los temas principales que inspiran estas décimas son cuatro:
La Personificación del Dolor Cósmico: La pena por la ausencia es tan vasta que el universo entero participa en el duelo; la luna llora, la poesía busca consuelo y los ríos de la nación se enfurecen.
La Disminución de la Vitalidad Artística: La partida de muchos creadores cubanos al exilio es presentada como un golpe directo al ecosistema cultural, debilitando el fervor de la creación poética y sumiendo al propio escenario en un estado de luto.
La Ofensa a la Historia y los Ancestros: La ausencia se eleva a una afrenta contra la memoria nacional, sacudiendo a figuras tutelares como José Martí y perturbando el descanso de los antepasados, quienes reclaman la herencia cultural interrumpida.
La Esperanza como Acto de Resistencia: A pesar del dolor abrumador, el canto de Tuto García es un acto de resistencia que afirma la memoria como antídoto contra el olvido y postula la esperanza del regreso como una certeza inquebrantable, culminando en una visión de sanación y reunificación nacional.
Esta reflexión persigue mostrar cómo la rigurosa estructura de la décima, una estrofa que en el punto cubano asemeja una suerte de "cárcel de metafóricos enrejados y muros", se convierte en el vehículo perfecto para contener un dolor ilimitado, propiciando que la expresión final de esperanza resulte aún más poderosa. La obra que consigue el poeta se erige como un testimonio de lealtad y un mecanismo de resiliencia cultural que utiliza la tradición para mantener unida a una comunidad fragmentada por la distancia.
El Poeta y su Contexto. Jesús "Tuto" García y el Arte del Repentismo.
Para comprender la magnitud de la obra, es crucial situar a su autor y su arte.
Jesús García, "Tuto", nacido en Sabanilla, Matanzas, en 1954 y desaparecido en 2010, es reconocido como una de las voces más importantes del repentismo cubano del siglo XX y un maestro del punto guajiro. Su obra constituye un patrimonio cultural de incalculable valor.
Esa grandeza de Tuto queda expuesta en estas décimas, que no fueron escritas en la calma de un estudio sino que nacieron espontáneamente, en 1994, improvisadas en el fervor de una canturía criolla, donde el artista está obligado a crear rodeado de un público exigente, como lo es siempre el público Cubano, con la confrontación poética ante un poeta aún joven, pero portador ya de una grandeza igual a la suya: Juan Antonio Diaz, quien es actualmente uno de los más importantes cultivadores de la décima cubana. Este contexto de improvisación en vivo confiere al homenaje una "verdad inmediata" y una autenticidad superlativa.
El vehículo de su expresión es la décima, descrita como "la estrofa más compleja de la poesía en español". Su estructura, aquella "cárcel de metafóricos muros" con diez versos octosílabos y rima consonante inalterable, presenta una paradoja central en la obra de García: utiliza la forma poética más rígida y confinada para expresar tanto el dolor ilimitado de la separación como la "esperanza irrefrenable" del regreso. El dominio de esta "cárcel" formal permite una liberación emocional que magnifica la potencia de su mensaje.
LA TRANSFORMACIÓN DE LA AUSENCIA. Anatomía de un Duelo Nacional
El núcleo de la proeza poética de Tuto García es la universalización del duelo. Transforma la ausencia de sus colegas de un evento personal en una fractura ontológica que resuena en todos los planos de la existencia cubana.
PERSONIFICACIÓN DEL DOLOR: El Llanto del Universo. García proyecta la pena sobre el cosmos, la naturaleza y el propio arte para argumentar que la partida de los poetas desequilibra el orden natural.
• EL LLANTO CÓSMICO. El duelo se inicia a escala universal. Ante la partida de Sosa Curbelo, "la luna salió vestida con lágrimas en el cielo".
• EL SUFRIMIENTO DEL ARTE. La poesía misma es victimizada. El poeta declara que "El verso buscó un pañuelo para enjugar el dolor", convirtiendo al arte en una entidad sufriente.
• LA NATURALEZA EN LUTO. La desolación impregna el entorno. La abeja que solía endulzar la creación ahora "fue al jardín de la tristeza a llorar sobre una flor".
LA DISMINUCIÓN DE LA VITALIDAD ARTÍSTICA. La ausencia es diagnosticada como un golpe directo al "ecosistema artístico", un cuerpo vivo que se debilita y enferma.
PÉRDIDA DE FERVOR CREATIVO: Aludiendo a Tejedita, García crea una metáfora brillante sobre la pérdida de intensidad: "la sonora guayabera del verso no suda tanto", sugiriendo que la creación poética ha perdido su calor y su "fiebre".
EL ESCENARIO EN DUELO: El espacio físico de la actuación se convierte en un lugar de luto. La tonada (estribillo musical) es encontrada "llorando en un escenario".
LA FURIA DEL PAISAJE: El dolor se manifiesta también como ira. Los ríos emblemáticos de la nación, "el Mayabeque está bravo, y está bravo el Yumurí", expresando una protesta geográfica.
EL EVENTO INCOMPLETO: La crisis es total, pues el propio "concierto" está "bravo" (molesto, incompleto), resentido por el vacío dejado por los artistas.
LA HERIDA HISTÓRICA Y ANCESTRAL: La ausencia trasciende el presente para convertirse en una ofensa a la memoria colectiva y una ruptura del linaje cultural.
LA OFENSA A LA HISTORIA: García eleva la partida a una afrenta contra el panteón nacional. Afirma que "el mismo Jose Martí se ofendió con su desierto" (su deserción o el vacío dejado). Esto convierte la ausencia en una herida infligida al ideal fundacional de la nación.
EL LUTO DE LOS ANCESTROS: Quizás la imagen más poderosa es la que describe cómo "en las calles de Güines preguntan por sus violines los huesos de un padre muerto". Esta visión es mucho más amplia que una alusión personal dirigida a los poetas Francisco Riverón, el padre muerto, y Efraín, el hijo que partió, sino una indicación de que la pena es tan profunda que perturba el descanso de los muertos, quienes reclaman la melodía de una herencia cultural que ha sido silenciada.
LA ESPERANZA COMO ACTO DE RESISTENCIA POÉTICA. A pesar del abrumador panorama de desolación, el poema resultante no es una elegía definitiva, sino un acto de resistencia a través de la esperanza. Tuto transforma la espera en una afirmación de lealtad y en la promesa de una futura restauración.El recuerdo activo y el legado artístico son presentados como la fuerza invencible que derrota a la ausencia.
EL LEGADO QUE LIBERA: Tuto García afirma que los poetas con "herencia" "no mueren en el oscuro calabozo de la ausencia". La memoria es la llave que los libera de esta prisión metafórica.
LA PRESENCIA ESTRUCTURAL: El legado de Pablo León no es un mero recuerdo, sino una parte fundamental del armazón identitario: Pinar del Río lo tiene "presente como un horcón" (un pilar estructural que sostiene un hogar).
LA PROMESA INQUEBRANTABLE DEL REENCUENTRO. La espera no es pasiva ni incierta, sino una certeza militante que sella un pacto de hermandad.
LA CERTEZA DE LA ESPERA: El mantra "que los que se van un día un día son esperados" no expresa un deseo, sino una convicción.
LA VISIÓN DE LA RESTAURACIÓN NACIONAL: El poema culmina con la visión de una futura celebración monumental. Será una fiesta donde "el brillo de la alegría empañará la mirada", el poeta arquetípico Cucalambé cantará, y la nación sanará su herida de forma pública: "Cuba estará de pie aplaudiendo su llegada".
EL LEGADO DE UN CANTO IMPROVISADO. LA DÉCIMA COMO TESTIMONIO.
El milagro de las décimas de Tuto García a los poetas ausentes no reside únicamente en su profundidad emocional, sino en su origen: fueron "improvisadas en una canturía criolla". Que un análisis tan estructurado y poéticamente complejo del exilio naciera espontáneamente eleva la obra de su condición de controversia circunstancial a un monumental acto artístico imperecedero. García empleó magistralmente la personificación para universalizar el dolor, la metáfora para diagnosticar el vacío cultural, y un potente simbolismo geográfico-histórico para definir la ausencia como una herida en el alma de la nación.
El significado último del poema total conseguido, por tanto, reside en su extraordinario equilibrio entre el arte y el testimonio. Se erige como un documento humano de incalculable valor, una crónica conmovedora de la fractura cubana, pero también como un monumento a la lealtad. Tuto no se limita a llorar la pérdida; responde a ella con una inquebrantable esperanza de reunificación, transformando el dolor en un acto de resistencia a través del arte más exigente.
Al final, la obra de Tuto García cumple la promesa que yace en su núcleo. Al nombrar a los ausentes, al describir el vacío que dejan y al soñar con su regreso, el poeta no solo honra a sus hermanos en la poesía, sino que garantiza que, a través de la magia imperecedera de la décima, estos artistas permanezcan indeleblemente presentes en la memoria colectiva. En sus versos, improvisados para la eternidad, los poetas ausentes nunca se fueron del todo.
EL CANTO COMO MEMORIA: Resistencia, Legado y Esperanza
A pesar del profundo dolor que impregna sus décimas, el acto poético de Tuto García no es un réquiem, sino un poderoso mecanismo de resistencia contra el olvido y una rotunda afirmación de la esperanza. Su canto se erige como un dique contra la aniquilación espiritual que impone la distancia, tejiendo un puente de memoria y afecto que mantiene intacta la comunidad poética. La palabra improvisada se convierte en un acto de fe en la continuidad y en el eventual reencuentro.
La memoria funciona como el antídoto más eficaz contra la ausencia definitiva. García argumenta que el recuerdo activo y la preservación del legado ("herencia") impiden que los que partieron sean borrados.
El Arte que Nos Mantiene Unidos
La obra de Tuto García nos regala una profunda lección sobre la ausencia. Nos enseña que cuando alguien importante se va, no deja simplemente un espacio vacío. En su lugar, crea una presencia poderosa que resuena en el mundo, en el arte, en la historia y en la memoria colectiva. Su poesía transforma el dolor de la pérdida en un canto a la conexión indestructible que nos une a quienes amamos.
El verso se convierte así en el puente sobre el abismo de la distancia, un testimonio de que ciertas presencias son demasiado grandes para ser borradas por el silencio.
¿De qué manera el arte nos ha ayudado a mantener viva la memoria de quienes ya no están a nuestro lado?
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