"Dos riberas" es canción de una historia real. Historia hermosa y triste. De otros y mía. De amor y dolor, como todo buen amor.
Muy pocas veces he podido cantarla completa pues no tengo defensa ante esta canción. Se me encima, cada vez que recurro a ella, con todo el derrumbe de mi mundo, esa caída hacia otro Rubén que fue la década del 90' del Siglo XX, que comenzó quitándome a mi madre y, sin detener, separándome de mi hijo, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos, de mi tierra, de mi comida, de mis sueños y mis rabias, de mi futuro de cantor y una probable adultez y del cabal cumplimiento de aquella reposada vejez junto al río, frente al mar…
Nada de lo tanto hermoso vivido después de esa década ha conseguido reconciliarme con Dos riberas, reconocerla como una canción de circunstancia, útil, como toda canción, únicamente para exorcizar lo peor del pasado. Sigue siendo un golpe en mi pecho.
Hay cosas a las que no se le debe cantar. Las canciones son la fotografía de las emociones, un retrato no de la imagen sino de lo que estás sintiendo cuando aprietas el obturador de la melodía y el verso.
Los protagonistas de Dos riberas no sólo tienen una historia de amor increíble. De esas de también dolor. Él, además, ha compuesto algunos de los más bellos cantos que se han escrito en Matanzas. Ella no se ha conformado con provocar muchas de sus canciones y también las ha cantado.
"Dos riberas"
Con un bolso, un abrigo, un pasaje real
un manojo de sueños y un trozo de mar
partió el amigo rumbo a Nueva York
a fundar quizás.
Dejaba atrás canciones, promesas de amor
y un "paraíso ajeno" que no lo acogió
el paraíso del olvido
el reino de lo prohibido y la falsedad.
Su guitarra callada triste en un rincón
nos guarda de escuchar los ecos y el temblor
en la promesa de su regresar en otra canción.
Pero cuesta no ver su risa en el San Juan
posponer cada vez “La descarga de Fran”
y la sospecha del olvido
y el paraíso prometido sin recobrar.
El amigo dejó detrás de sí su viejo nido
y sus alas lloraron al partir.
En su traje de ausencia y su triste mirar
merodeaba la amiga por la soledad
Hay tantos meses hasta Nueva York
o hasta regresar
Y llamadas nocturnas y cartas de amor
Y un secreto reclamo a la buena de Dios
Y la sorpresa del hechizo
tiene una puerta al paraíso para escapar.
Y la amiga que escapa sin decir adiós
¡Vaya, amigo, qué lindo regalo de amor!
Con el coraje del que sabe amar
¡Cuida su calor!
Porque cuesta perder la risa del San Juan
aunque se ha de tener "La descarga de Fran"
y algo del sueño prohibido
y amar desnuda y sin permiso
y sin avisar.
Cuando Miriam partió a defender su viejo nido
sus dos alas lloraron de partir.
Algo se deshace en la ciudad
Crece en su interior la soledad
Miriam y Fran
Y la sorpresa del adiós
Y lloran las aguas del San Juan
¡Y mis dos orillas dónde están!
Miriam y Fran
Mis dos riberas del amor.
Con mi calle, mi niño, mi poco de pan,
mi canción encadenada a los demás
y la paciencia como vocación
me harto de callar
Porque cuesta no dar
rienda suelta a un dolor
y hay amigos que parten sin decir adiós
porque partir está prohibido
porque llorar no es permitido
no es natural.
Pero nadie puede encarcelar un corazón
las murallas son ajenas a la voz
que busca un sitio para su verdad
para su canción.
Los amigos necesitaban anidar
aunque el árbol es frío lejos del San Juan
donde el amor está prohibido
donde volar no es permitido
no es natural.
Cuando Miriam y Fran
fueron en busca de otro nido
mis dos alas volaron tras de sí.
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Letra y música: Rubén Aguiar Muñoz (Noviembre 13 de 1992)
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