Mabel Cuesta, escritora cubana, profesora de la University of Houston, amiga enorme presentó su libro “Inscrita bajo sospecha” (Betania, 2010) en el bar “La Ida”, en Malasaña, en Madrid, el pasado jueves 22 de diciembre a las 6:30 de la tarde.
Me pidió que cantara algunas de mis canciones, como hace cada vez que podemos coincidir. Un honor que no sé ni pretendo describir.
Una hermosa reseña de lo sucedido la pueden leer en este post de Gisela Baranda en su blog “Desde mis 35 metros cuadrados”. Fue precisamente ese post el que provocó en mí estas reflexiones que apunto con prisa, sin intención alguna de ser definitivo ni cerrar el posible debate al respecto. Y que tienen como premisa este fragmento de Gisela (el subrayado es mío):
"María José enlazaba sus palabras con sonrisas, Mabel leía sus cuentos por encima de la algarabía del bar, Rubén y Judith cantaban sus canciones amadas y rotundas, conversamos, comentamos, reímos… y la magia volvió cauta y familiar a rondar sobre nuestras cabezas."
Éramos nosotros “la algarabía del bar” aquella tarde. El bullicio, los raros, lo infrecuente. Nosotros fuimos “el ruido” y casi el estorbo del pasado jueves en La Ida. Y no hay que pedir perdón por ello como tampoco nos correspondía pedir silencio. Para los clientes del bar y para el bar mismo lo habitual era lo que ellos hacían: beber, conversar, reír y todo lo que se hace en un bar y es lo propio de un bar.
Qué diferencia existe entre hacer la presentación de un libro en un bar y hacerlo en un apartado rincón del Parque del Buen Retiro o en el salón de alguno de nuestros hogares. La respuesta es: justamente nuestro afán de protagonismo y cierta dosis de exhibicionismo y esa fe alegre y común a todos los mortales en que lo que hacemos es importante y definitivo, acaso lo más. Con nuestros poemas, canciones, risas y credos ocupamos un espacio diseñado para otras cosas, para luego marcharnos con la sensación de ser unos incomprendidos.
Es así que creamos nuestro particular elitismo los intelectuales y los artistas. Así imponemos ambiguas definiciones de la otredad, la alteridad, lo otro. Y así, marginando a los otros, nos marginamos nosotros mismos, otorgándonos una supuesta superioridad que no es más que una actitud defensiva y una manera ¿sutil? de evadir nuestra equivocación. ¿De dónde nos viene esa creencia en que somos los abanderados de la sociedad o la cabeza o punta de lanza de la historia y el progreso del hombre? ¿De dónde que debemos ser escuchados cuando lo decidamos y no cuando lo decida quien ha de escuchar? ¿Qué hacíamos presentando en un bar no diseñado para ello un libro de poesía y cantando canciones intimistas y “raras”?
No nos basta con sentirnos bien, necesitamos mostrarlo. Recuerdo cómo en Cuba, cuando alguien hace una fiesta en casa (incluso muchas veces sólo cuando está contento), abre las puerta o las ventanas o el balcón, y enfila hacia la calle los altavoces del tocadiscos o la casetera o la radio y conecta a todo volumen la música... ¡que se enteren!, ¡transmitimos!... ¡esto es lo que soy esto lo que me gusta ea a disfrutar conmigo!!!
No hay mucha diferencia entre eso y la actitud de siempre, de año tras año, de una y otra vez pretender realizar presentaciones de libros, conciertos de íntimas canciones para la reflexión, exposiciones de arte con nuestros afanes como altavoces enfilados hacia esas calles sorprendidas que son tantas y tantas personas a quienes no interesa nuestra fiesta. Está claro que no llegamos a ser mendigos atravesados en las aceras implorando ayuda, pero no estamos muy distantes de huelguistas o indignados que claman derechos que no siempre les corresponden.
Fue bueno estar juntos, incluso estar juntos allí. Pero no era estrictamente necesario hacerlo en aquel sitio. Y conste que la amabilidad del dueño del local y de su personal fue total y mucho la agradecemos.
Sí, fue maravilloso estar allí, en "lo mismo", en lo que somos... pero...
Suerte que Mabel es una escritora y comunicadora muy especial. ¡Y hasta cantó haciéndome feliz una mía canción!
En cualquier caso, a partir de hoy, como siempre hice en Cuba, ofrezco mi casa, mi pequeño pero suficiente salón para cuanta presentación literaria o musical o artística suceda, o casi. Y también recomiendo aquello que insinué: un parque, un rincón de este basto universo donde estemos los que queramos, sin molestar a nadie para culparlos después de nuestras molestias, sin involucrar a quienes no desean ser involucrados en nuestros modestos o trascendentales asuntos. .
Me reí mucho leyéndote, que debate ni que ocho cuartos puede haber? Tienes toditica la razón, pero qué podemos hacer? Eso somo, seres impúdicos, exhibicionistas, creídos, "los raros, lo infrecuente"...
ResponderEliminarQue abras tus puertas resignadamente me vuelve loca de alegría, pero siento que privamos a la humanidad de nosotros si nos refugiamos en una torre de marfil, léase apartamento en Loeches y, tenemos derecho a ello?
Fue muy lindo estar juntos, da igual dónde estemos, y es imposible que la gente mortal no se percate del resplandor que emanamos, relájate cielo, no hay remedio.
Hombre, Rubén, yo pensé que después de tantos años actuando en LNT en un ambiente similar, ya estabas curado de espanto. No hay nada condenable en querer presentar un libro en un bar (resulta casi tan pretencioso como colgar tus fotografías en las paredes de un restaurante donde muy poca gente les dedicará un segundo de su tiempo -y no te digo ya un post en blog o un e-mail-). Los responsables del local deberían de haber aprendido que no se puede mezclar asuntos tanto como los organizadores y los que por allí pasamos. Hace mucho tiempo dije que en Mad nos falta un "presentódromo", un espacio público céntrico donde todos podamos asistir a las presentaciones varias sin necesidad de pagar 300 € por la exclusividad de una hora y media. Con suerte, todavía queda algún resquicio que aún no ha recurrido al sablazo (el Ateneo, por ejemplo). Lo natural es presentar un libro en una librería pero muchos libreros descubrieron hace tiempo que te puede dejar + en caja una presentación que la venta de un puñado de ejemplares (no te digo nada si juntas ambos eventos). Postulo, por tanto, llevarnos las presentaciones a los parques públicos y reivindicar una eterna primavera en Mad. Y gracias por ofrecer tu casa...
ResponderEliminarHola viejos amigos ,acá pueden presentar libros,revistas,canciones,etc cuando querais en La Clandestina Libreria-Café..no creo que tengan ningún problema.
ResponderEliminarSaludos desde Cádiz
antonio b.h.
Bueno, amigo, yo, como tú, creo que no es ése el mejor sitio para presentar un libro. Cada esfuerzo debe buscar su simetría en la "postproducción". Seguramente el libro de Mabel merece una presentación otra, quiero decir que, además de agrupar talento y afecto, abra vías de lectura, y para eso hace falta un público abierto a ello. Una presentación como ésa queda en el tremendo disfrute de los "implicados" (cómo me hubiera gustado estar allí, por cierto) pero no tiene otro eco. Y no es nada malo demandar el eco óptimo para un libro o culaquier obra de arte, es, sencillamente, lo lógico. ¿Alguien se imagina a un empresario lanzando su producto estrella en un lugar así? ¿Y a un médico o a un investigador explicando el resultado de su trabajo? Pues igual de poco idóneo resulta el ámbito para un libro. Mabel y ustedes, que tienen un gran "callo", han reconducido la situación hacia su única salida: el disfrute personal, pero debemos ser más ambiciosos con estas cosas. Yo me pregunto dónde estaba el editor. Me sorprende que Felipe Lázaro, un editor experimentado, no haya propuesto otro lugar para la presentación. Yo hace algunos años edité mi primer libro con él y lo presentamos en Madrid y Valladolid, en ambos casos en lugares apropiados. El trabajo de edición no acaba con el libro en la imprenta. Un editor tiene que cuidar a sus autores. ¿O acaso Mabel diseñó la presentación sin que Felipe Lázaro lo supiera? ¿Él estaba allí? En fin, trataré de conseguir el libro de Mabel y seguiré sintiendo no haberlos acompañado... Ah, y cuando tengas presentaciones en tu casa, avísame, coño (río) El abrazo de siempre. Jorge
ResponderEliminarRube. gracias por dedicar una entrada de tu blog a nuestro encuentro... a mi, personalmente me desata una pequeña tristeza interior que el dueño de un bar, por puro panico a que se le vayan los clientes, no los invite, amablemente a hacer silencio y escuchar lo que alli ha estado programado por semanas.
ResponderEliminarTristeza de que se hayan perdido la oportunidad unica que es escucharte cantar tus tremendas canciones de entresiglos... pero entiendo, perfectamente entiendo, en que mundo vivimos, quienes somos y la arrogancia a la que aspiramos...
Yo no quiero cambiar vidas con mi lectura, ni pretendo que un coro de angeles se alce ante mi, no es la gloria, es la intimidad de un momento que nos fue robado por panico a perder unos pocos euros... tristeza por esa pobreza total y nada irradiante...
En todo caso yo estoy feliz porque mi objetivo fue cumplido, los abrace, les lei en voz alta mis tristezas, los toque y desafine tu bella cancion de amor sin que me regañaras.
Tengo mucha suerte y repetiria mil veces y con todos los ojos cerrados esta aventura magica de mis amigos aunque nadie escuchara. Gracias a Gise, a Judy, a Mari Jose y a ti, muchas gracias por devolverme a mi ambito natural, ustedes, la musica, lo que pudimos ser y somos.
mabel
Hola Jorge, no nos conocemos, coincido en cuanto dices, pero solo te respondo algo: Felipe fue el primero que supo de esta presentación. Un abrazo,
ResponderEliminarmabel
Pues no lo entiendo, Mabel, no lo entiendo. Felipe lleva muchos años en esto, es un editor experimentado, debía haber sabido que no funcionaría... En cualquier caso, tranquila, las obras cuando lo merecen terminan encontrando sus caminos. Siempre hallan su "nido de Júpiter". Nos conoceremos. Abrazos. Jorge
ResponderEliminarHola, a todos. Os puedo dar mi opinión como editor: el día anterior se presentó en el libro de Mabel en una tertulia literaria en el Café Ruiz, con una audiencia pequeña pero centrada en el asunto. Creo que el acto funcionó (por lo que me han comentado personas que asistieron). Lo del jueves pasado fue un acto complementario pensado + para los amigos que para un público lector puro y duro. El resultado fue, también, el esperado ¿no?
ResponderEliminarDesde mi experiencia como editor independiente sólo puedo decir que, en efecto, habría que buscar lugares diferentes a un bar para presentar libros, pero es que son precisamente este tipo de locales los que han dado un poco de aire a las pequeñas editoriales. Por otro lado, el editor no puede gestionar todos los movimientos del autor (a estos niveles): Mabel vive en Houston y pretender que a una presentación de su libro acuda más gente que la de un círculo de amigos más o menos próximo es una verdadera entelequia. Madrid es una ciudad donde cada día, cada semana, se presentan multitud de libros, hay varios actos culturales a los que acudir y, por desgracia, resulta casi imposible conseguir cierta visibilidad más allá de nuestros círculos más próximos.
Todo esto no quita que la propuesta de Rubén de invitarnos a su casa no sea bienvenida...
Siento no haber podido seguir en tiempo real los comentarios. El Debate.
ResponderEliminar“Debate” que, según plantea con razón Gisela, no existe. Y es que todos estamos de acuerdo en los aspectos fundamentales:
1) aquel y la mayoría de los sitios que elegimos para estas presentaciones no son apropiadas,
y 2) ya estamos deseosos de que aparezca la próxima presentación, en el bar, en el parque, en mi casa... ¡donde sea!
Gisela ríe: "no tiene remedio". ..
Sin embargo todos opinamos algo.
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Anónimo (08:54) pone una nota interesante que fundamenta mis “quejas”: conozco perfectamente el “ambiente”, el sentido que tienen esos locales para quienes los frecuentan, sus motivaciones y gustos, los pros y contras. Se puede decir que tengo un doctorado en el tema, porque no sólo lo he vivido como protagonista sino como testigo y observador. El comportamiento que tiene una persona en un bar, café o local de actuaciones no es el que esa misma persona tendría en un sitio concebido para una presentación de libros, recital de música o exposición de arte, aunque le ofrezcas lo mismo en ambos sitios. La Negra Tomasa, donde trabajo hace 12 años (más otro año y pico más), es un local de ambiente cubano típico, pero configurado sobre tópicos no sólo relacionados con lo cubano sino también y sobre todo con una muy cosmopolita "cultura del bar" que es industria en este mundo moderno. Y muy alejada de la cultura de tipo literaria e intelectual.
No puedo estar “curado de espanto” porque son "culturas" distintas. Yo no hago mi más cara música en LNT. Mis "canciones de tertulia", ¿sofisticadas y elitistas?, requieren ser escuchadas y no hay quien las baile o consiga ligar o hablar de fútbol o simplemente evadirse de los diarios problemas o la sobriedad de la rutina con esa banda sonora de nostalgia y melancolía que es el “hecho artístico” o la simple pretensión de este.
Gracias por el comentario. Y genial lo del "presentódromo".
Antonio Barce nos brinda un espacio en Cádiz… muy tentador. Gracias.
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Mabe, aunque no lo quieras cambias vidas con tus lecturas, tus poemas y textos, tu energía contagiosa, tu optimismo casi exagerado.
No era esta la entrada en mi blog que quería para ti… ¡pero se me adelantó Gisela! Y bueno, las damas primero… La próxima presentación es mía… Estuviste genial y eso es lo que va a quedar.
En cuanto a “El silencio de los clientes”: ¿sabes que padezco Tinitus? Es un ruido horrible y permanente en la cabeza, en los tímpanos, al que si uno prestara atención continuamente se volvería loco. El único modo a sobrevivir a él es no escucharlo. Puedo vivir y hasta ¡hacer música! con esos clientes bulliciosos instalados en mis oídos.
Creo que no era tanto la clientela conversadora como el concepto mismo de hacer esa presentación tan linda en un sitio “así”. En fin, yo mismo no lo tengo muy claro.
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Pepo Paz, Bartleby Editores: que nos des tu opinión como editor es un lujo. No siempre se tiene la perspectiva de quienes se supone son los responsables de llevar a cabo estas presentaciones. Dejas claro en tu comentario lo complejo del tema, lo difícil que es también al menos para un editor independiente. Gracias por tu aporte, que se entiende perfectamente.
De todas maneras, conocer todas las premisas no resuelve el problema. Aunque no lo parezca, la visión del editor apenas difiere de la visión de “los editados”. Aunque precisamente tu caso es especial porque no eres un editor al uso: eres de los que estás, de los creativos, y de los que opinan al respecto.
El amigo Jorge Tamargo expone la esencia del problema de manera inmejorable:
ResponderEliminar“¿Alguien se imagina a un empresario lanzando su producto estrella en un lugar así? ¿Y a un médico o a un investigador explicando el resultado de su trabajo? Pues igual de poco idóneo resulta el ámbito para un libro.”... Y recomienda ser “más ambiciosos con estas cosas”...
Yo agrego que hemos de ser más imaginativos. Mi amigo Pedro Luis Ferrer me dice siempre que los espacios se crean, aunque cueste al principio. Como sabemos, Pedro Luis es el ejemplo justo de lo que pregona. En la época en que en Cuba le negaban todos los espacios destinados al respecto él creó sus propios escenarios en patios y azoteas habaneros, y creó mecanismos y soportes para exponer lo que no puede dejar de hacer: su música maravillosa, su arte que todos sabemos fundamental en nuestra cultura.
Mi experiencia más ilustrativa al respecto procede de nuestros conciertos en Israel y la imaginación de mi buen amigo Amnom L.: patios de casas de amistades han sido el espacio perfecto para nuestros recitales, donde hemos llegado incluso a grabar un disco en directo llamado “En el patio de Shuli”. Se convoca a quienes creemos pueden estar interesados y estos a otros, a quienes deseen. Uno suele pagar por lo que le gusta, por lo que le satisface. Así funciona el hombre.
En casa de mis amigos Antonio y Faly Hermida en Puerto Real hemos tenido de manera espontanea tertulias parecidas e inolvidables. Quién no ha tenido experiencias así.
Y el mismo Jorge Tamargo ha creado uno de los mejores escenarios para este tipo de solución que refiero: el salón de su propia casa en Valoría la Buena, donde hemos pasado los ratos más deliciosos imaginables cantando, leyendo versos, bebiendo poesía… y lo otro.
Me pregunto si será la "madridez" o una "maldridción" capitalina lo que nos quita inspiración a la hora de buscar alternativas para nuestras pretensiones. Yo el primero, por supuesto, pues nada de esto se me ocurrió cuando buscábamos sitio semanas atrás.
¿Cómo hacer lo suyo cuando no se tiene acceso a ninguno de los espacios establecidos? - Con imaginación.
Gracias a todos por participar en este riquísimo “no debate”.
Hola, Rubén. Puntualizo: ¿para qué componemos, cantamos, escribimos, recitamos? En buena medida, para ser escuchados y leídos por "otros". Yo desligaría lo que es una presentación de un libro de lo que es una lectura de amigos. Aunque muchas veces, la mayoría, a esas presentaciones sólo vayan los amigos. Son actos en apariencia similares pero muy distintos en cuanto a objetivos. No es lo mismo quedar a comer con unos amigos en casa que organizar una comida para críticos literarios, por ejemplo. La presentación se entiende así como un acto más de la cadena de promoción de un libro, una posibilidad de estar cerca de tus lectores (amigos o no) y de que, también, compren tu obra. Así lo entendemos en la editorial.
ResponderEliminarClaro que se pueden buscar alternativas a los bares, pero resulta difícil pensar en un parque o una plaza públicas en pleno mes de diciembre, en Madrid. Hace muchos años yo asistí a una presentación inolvidable de un libro con John Berger y Manuel Rivas en una placita del centro. Ha sido la única vez y seguro que no por la falta de asistentes, que estaba petado, ni por su originalidad. Los editores tendemos a presentar en nuestro medio natural, las librerías. Los autores buscan un auditorio y un ecosistema natural: las librerías (o centros culturales). Bienvenidas sean las reuniones con amigos, las tertulias, la música o los versos compartidos. Pero dejemos que los escritores tengan la opción de representar, por unos minutos o una hora, el papel que ellos mismos han elegido tener. Insisto: creo que la tertulia del Café Ruiz del día precedente estuvo bien, con participantes atentos y que escuchaban. Y no hubo amigos (o casi). Deduzco por tanto que el problema fue el lugar elegido para la segunda lectura...
Este es un tema que no se agota. Sospecho que por ello sonríe Gisela. Es un tema tan antiguo como la poesía misma: ¿cual es el sitio de la -y/o para- la poesía?
ResponderEliminarAun así, había decidido tomar distancia en el debate y quizás más adelante, más "en frío", retomar el asunto. La causa de ello fue que, justo cuando el comentario anterior de Pepo, supe de una "conspiración" para efectuar en el Café y Galería CubaOcho, en Miami, un suceso similar al que aquí debatimos: una lectura de poemas, con algo de música, en un Café, etc, etc, etc... incluso con los mismos protagonistas y algunos locos más. Qué habrá ocurrido, me pregunté todos estos días. Las noticias de primera mano adolecen de la imprescindible neutralidad para enfrentar estos asuntos: mucha energía positiva, reencuentros, poesía, amistad, gente valiosa y noble y talentosa... y fotos y mi tremenda envidia yo tan lejos...
Pero me acaba de llegar un email con un link y articulo publicado en el El Nuevo Herald de Miami y firmado por Olga Connor.
Lo pueden leer en este link: http://www.elnuevoherald.com/2012/01/11/v-fullstory/1100004/olga-connor-matanzas-en-la-distancia.html
No voy a caer en la trampa de la "corrección": hay sitios y sitios, gentes y gentes, hábitos y hábitos... La tertulia lógicamente tiene su propio habitad, pero también puede trepar, como las enredaderas por las paredes más extravagantes, hasta la cima del faro y desde allí sugerir (¿indicar?) a los necesitados (¿desorientados?) buques la trayectoria posible.