Dámaso Pérez Prado. Escuchen su indescriptible percepción de "El Cumbanchero”, la canción del puertoriqueño Rafael Hernandez, en ese vídeo-foto.
Considero ridícula y mediocre la idea de que Pérez Prado no fue el creador único y absoluto de la música que hoy se conoce en el mundo con el nombre de Mambo, esa que escuchamos en este video y toda su música. Aunque algunos músicos y especialistas consideren que un ritmo llamado “mambo” ya había sido creado, lo que aportó y difundió por todo el mundo Pérez Prado no es un “ritmo”: es un concepto musical, una propuesta estética y sonora absolutamente personal, novedosa y revolucionaria, sin más antecedentes que aquellos formales y técnicos de los que se nutre todo creador.
El ritmo en sí existía en Cuba, pero jamás “suena” a lo que la gente reconoce como “Mambo”, jamás a esa mezcla dulcemente agresiva de ritmos, “ruidos”, melodías, armonías... El "Mambo” de Pérez Prado parece creado por la naturaleza, parece la voz de las selvas, los acantilados, las fábricas, los carros, pero sobre todo parece el “ruido” del Hombre natural, libre, alegre y mezclado con los otros hombres-mujeres, orgía, sexo y sensualidad y sobre todo buen gusto, porque es música también exquisita, transparente, fluida y compleja a la vez, para escuchar tanto como para bailar.
Es por ello que “eso” que él creó y difundió es sólo suyo, único, camino abierto y cerrado en sí mismo, en el que, como sucede con la lógica aristotélica, todo parece dicho ya: lo único comparable a la actualidad de su música es esa imposibilidad, al parecer insalvable, de aportarle algo nuevo, algo que no esté dicho o insinuado ya por Pérez Prado.
Rubén AM.
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